viernes, 28 de abril de 2017

Trogloditas - Sala Monasterio

Trogloditas
Sala Monasterio


Creer, sencillamente creer en lo que se lleva a cabo y, además, disfrutarlo como si fuese el momento inicial, es una aptitud, más que una  actitud. Una creación,  bien sea de un proyecto, una obra o, algo tan difícil, como una escueta composición no es sencillamente evacuar o expeler, va mucho más allá. Porque, cuán difícil y extraordinario es, por ejemplo hilvanar una canción, esas letras, apenas unos párrafos que, sorprendentemente para el autor o autores, serán reiteradas una y otra vez hasta la saciedad desde el otro lado del aparato de radio, en la ducha, conduciendo y, desde luego, alrededor de un entablado donde, no hay duda, sino existe esa emoción y ese imperecedero ‘creer’, el resultado será vano y frívolo. Afortunadamente, hay quien sigue creyendo como el primer día y, éstos, se sentirán henchidos ante la reiteración de su creación aun cuando, las voces, sean agudas, graves, distorsionadas, con ritmo y sin ritmo porque, esas letras, sus letras, esas palabras que jamás pierden el sentido del momento en que fueron unidas y musicalizadas, son el producto de una necesidad de expresión compartida con esos cientos o miles de personas cuya espontanea unanimidad da razón a su expresividad. Una elocuencia, en ocasiones, originaria de un único creador cuya razón le lleva a entregar ese diamante en bruto a sus compañeros, a esos que generan con su aportación el producto final demostrando que, un edificio, no lo construye un arquitecto. Porque, eso es un grupo, una banda, unos cuantos individuos capaces de convertirse en un único emisor entregando, por deleite y certidumbre en su música y sus letras, el mensaje de su trabajo, la misiva de su desasosiego y el anuncio de su interpelación. Haciendo copartícipe en todo momento a su público, con la complicidad, no ya de quién es consciente que sin respetable no hay existencia, sino de la lucidez del apasionamiento y del disfrute colectivo de una creación que ha pasado a formar parte de la universalidad. Y, un ejemplo de ello, fue posible vivirlo el pasado veintiocho de abril en el Port Olímpic de la siempre Layetana ciudad, de la mano de ‘Maite Cardó Produccions’ en la Sala Monasterio, con una banda que nada tiene de prehistórica o cavernícola, “Trogloditas”. 



 Jordi Vila, batería y voz; Simón Ramírez, bajo; Diego García, guitarra y coros; Andreu Muntaner “Lobo”, voz; y Toni Retamosa “Toni Pick”, guitarra; con su último trabajo “Fuerte, flojo y… en directo”, con canciones de su larga carrera de treinta años y temas nuevos, ascendieron al escenario acompañados por los vítores de un público mucho más que anhelante, preparado para corear cada uno de los veintinueve temas que componían el repertorio de esa noche. Cargada con el talante de ésta banda que aun habiendo llenado estadios mantiene aquel carácter de su “Barrio o aglomeración urbana” del que son originarios presente en todas y cada una de sus letras. Cargadas con el sentimiento triunfal de quien puede perderlo todo por amor, éstos montaraces del día a día han vuelto a sus orígenes con un ‘punk rock’ que da más sentido a sus canciones.



“Sombras del Autocine”, “Desconectado”, “Una ruina para mí” y, desde luego, “La Mataré”, con un ritmo más ágil y una voz, la de “Lobo”, profunda cuando es menester, devuelve el sentido a todas ellas. Aún más, cuando, recientemente, ese eterno e incombustible himno de ‘Sabino Méndez’, “La Mataré”, ha sido convertido en diana de irreflexivas acusaciones lanzadas por mentes insultantemente arrogantes incapaces de entender una globalidad centrándose, únicamente, en una parcialidad. Y, desde luego, arbitrariedad, afortunadamente, podrían encontrar en cada uno de los miembros de la banda, en conjunto, superándose a sí mismos, individualmente, genialidad y extrema calidad apuntalando el sentido de cada uno de los temas.



 Desde esos punteos y rasgados cargados con una extrema experiencia en unos dedos que apenas arriban al cuarto de siglo, Diego, desbordando alegría, admiración, orgullo, emoción, temperamento y, desde luego, de ahí su posición con las seis cuerdas, cualidad, índole, carácter y nobleza, en ambos sentidos. Jaleando a un público agradecido que, lejos de necesitar ese impulso, aun así se emociona más con él. Y con el otro amo de la media docena de alambres “Toni Pick”, parapetado tras su lentes de cristales ahumados, derrocha actitud, la aptitud es innata, virtuosismo y, como el resto, júbilo y entusiasmo, casi con la misma emoción del muy lejano primer concierto de su carrera, recorriendo el mástil, centrándose en una cuerda, en las seis, en cada nota sin, como todos, dejar de interactuar con el público. El cual, casi al final del concierto, no puede por menos que caer rendido al sólo de Simón, como colofón a su admiración por todo lo anterior y los temas que aún quedan. Su exquisita expresividad con las cuatro cuerdas, llega al sumun en ese lapsus de presentación, en realidad una constatación, pues no hay nadie en la atestada sala que no conozca su nombre, desde luego su incuestionable talento y su trayectoria.



 Como la de Jordi, marcando una cadencia perfecta con sus palos e, incluso, cantando dos temas, se erige como base sólida de la banda. Extrapolando su incombustible personalidad más allá de bombos y platos, es imposible no reparar en su presencia, porque ésta se encuentra en cada nota, en cada repetición, en esas baqueteas que parecen a punto de escaparse de sus manos, como amenazando romper su perfecta armonía, sin conseguirlo jamás. Como, de ningún modo, “Lobo”, ha dejado de ser aquel canis lupus cuya validez le llevó a abandonar su ínsula amada, erguido y sonriente en todo momento tras el micro, su voz se une en perfecta connivencia a ese ‘punk rock’ embrionario que ha conseguido eclosionar y entronar temas nuevos como “Ráscale”, “La Espuma de los días” o “Lo he vuelto a hacer” o, clásicos, como “Rompeolas”, “Los mejores años” o “Cadillac solitario”. Incluso brindar un homenaje a German Coppini, dedicado a su hermana, Cris Coppini, cuya emoción y agradecimiento le impidieron, casi, tararear “Malos tiempos para le lírica”.



 En resumen, una noche que finalizó con “Cançó del Pagès”, como colofón y siempre punto y seguido, de una banda capaz de disfrutar y, más importante, compartir y recibir ese regocijo del respetable, con cada una de sus actuaciones en las cuales, si es posible, acrecientan aún más su grandeza, “Trogloditas”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez

jueves, 20 de abril de 2017

The New Roses - Rocksound Bcn

The New Roses
Sala Rocksound - Bcn


Muchas ganas le tenía yo a los germanos desde que un muy buen amigo me hablo de un concierto de ellos al que asistió en la puerta de Brandeburgo. Mi amigo salió totalmente fascinado de ese concierto y me puso los dientes largos. Esto unido a que los dos discos que han editado hasta el momento son dos auténticos cañonazos y que lograron pasar el filtro de Mr. Simmons para telonear a Kiss en su gira europea los convierten en una banda muy apetecibles para el que escribe.
Hace dos años ya planeo una gira de esta banda por tierras hispanas pero los atentados de Paris y el férreo control al que fueron sometidas las carreteras del país vecino hizo que la banda acabase renunciando a girar por la piel de toro en espera de tiempos mejores.



Y esos tiempos han llegado y los teutones se presentaron en una sala Rocksound que sorprendentemente no protagonizo un lleno absoluto. Y digo sorprendentemente porque tanto el nivel de la banda como el precio de la entrada (8 miserables euros) hacia intuir un lleno a rebosar que no se produjo. A pesar de lo cual la asistencia fue muy digna llegando a los tres cuartos de entrada.
La banda sonora de El bueno, el Feo y el Malo de Ennio Morricone marco el inicio del concierto a la que sin pausa alguna le precedió un riff atronador de “Thristy”, toda una declaración de intenciones. Sin respiro las demoledoras “Gimme Your Love” y “She’s Gome” empezaron a desentumecer los músculos de los rockeros que no perdían detalle del show.



Como me iba comentando el socio con el que vi el concierto, esta banda no ha inventado la rueda, tienen varias influencias, pero todas ellas son buenas. En ellos se puede apreciar claramente el influjo que bandas como Kiss, Hellecopters o Hanoi Rocks han ejercido sobre ellos, aunque su música va mucho más allá. Por momentos te recuerdan a Zeppelin, Sabbath e incluso aparecen influencias de rock sureño, classic rock o Sleaze.
La banda está perfectamente compenetrada, la voz de Timmy Rough es realmente fascinante, voz rota que por momentos recuerda a Tom Keifer que le da a la banda un punto de autenticidad, El carisma que exhibe Hardy al bajo es imponente, todo ello es perfectamente  complementado con unas composiciones que muestran una calidad que es incontestable.
El show siguió por los derroteros previsibles, una banda totalmente entregada y un público que poco a poco iba cayendo bajo la inducción de sus temas.
Con temas como “Whiskey Nightmare” o “Medicine Man” derramaron una intensidad aplastante sobre los tímpanos de un público que para ese momento ya estaba entregado a esas magnificas melodías.



Hubo tiempo para presentar alguno de los temas que pertenecerán a su próxima obra y si el nivel es el que ostentaron en temas como “One More For The Road” nos espera otro álbum de empaque.
Inflexibles hasta el final, nos obsequiaron con una traca final de órdago. “More Than a Flower” y sobre todo la impresionante versión del clásico de Bob Seger “Old Time Rock & Roll” pusieron punto final a una velada en la que The New Roses destilaron una convicción feroz, contagiando su excitación a un público que abandono la sala convencida de que había asistido a una gran noche de rock and roll.

Texto: General Lee
Fotografías: Manuel Alférez

viernes, 7 de abril de 2017

Chaqueteros + 20TH Flight Rock - Monasterio

Chaqueteros + 20TH Flight Rock
Sala Monasterio - Bcn

50 después de las batallas campales que protagonizaron los jóvenes británicos en las playas de Brighton los Chaqueteros se disponían a reabrir la eterna rivalidad entre Rockers, grasienta brillantina, tupés destartalados y descendientes directos de los Teddy Boys con los Mods Scooters, parca, trajes a medida y peinados con raya al lado.  
Esta vez, contrariando la versión original, los Rockers salieron claramente vencedores y en ello influenciaron notablemente 20Th Flight Rock, trio rockero que sorprendió con un set de auténtico infarto.



El combo inicio su show sobre las 11 de la noche y no dió respiro durante la hora y 20 minutos que duró su actuación. En la ejecución de temas como Summertime o Blue Jean Bop evidenciaron una pulcritud y manejo de los instrumentos realmente precisos. Esa guitarra igual sonaba a Duane Eddy que al mismísimo Brian Setzer. 
Aunque al inicio de su concierto la sala presentaba una reducida asistencia, poco a poco se fué llenando y más de uno se arrepintió de no haber sido más puntual ya que el nivel que exhibieron durante toda la noche fue colosal.



El homenaje a todos los pioneros del rock se hizo latente durante toda la actuación, aunque destacó por encima de todo, las versiones de temas que compuso Chuk Berry en la década de los 50. Maybellene y Roll over Beethoven fueron un bonito homenaje al inventor del género.
Enfrentarse a las versiones de temas como Americano de la cual Brian Setzer hizo una versión sublime y Misirilou que fué interpretada como si Dick Dale se estuviese encargando de la guitarra hacen latente que estos chicos poseen un gusto exquisito.



Llegó el momento en el que the Fucking Chaqueteros se adueñaron el escenario y al ritmo de The Who pusieron a toda la sala a saltar. Un The Real Me apasionante daba el pistoletazo de salida.
La banda, como siempre con un Charly 90 majestuoso que se apoderó de la audiencia nada más pisar el escenario. No me cansaré nunca de que en este país no hay un Frontman de este nivel. Cuando sale el escenario lo ilumina todo, su brumosa puesta en escena por buscar un símil es como si en una mañana muy soleada se descorren las cortinas bruscamente dejando que un potente sol inunde la habitación.



Jan riffs Gura y El Camarero Oscuro son los artífices de ese sonido genuinamente chaquetero que hace que un tema de Stray Cat suene a The Class. Tony Nerviorroto y Hammer se comportaron como una máquina de triturar.
Chaqueteros es la quinta esencia de la banda interprete ya que hagan lo que hagan siempre pasa por su filtro dándole a los temas un carácter que siempre se acerca de una forma u otra al Punk Rock. Demuestran concierto a concierto que un set plagado de versiones no es un trabajo menor siempre que la banda afronte el repertorio ajeno con nervio y honestidad.



El repertorio como siempre fue infalible, Moder Worl de The Jam y Storn The Embassy con un Hammer improvisando una batería a lo Slim Jim Phantom que provocaron los primeros crowdsurfing de un público que para ese momento ya había entrado en trance.
Destaco la versión del Johnny Be Good en la que invitaron a Johnny de los Toros que realmente bordo el solo de guitarra provocando una sonora ovación



A partir de ahí y hasta el final se sucedió ese repertorio incontestable, Great Balls Of Fire, Baba O’Riley, C’mon Everybody o My Generation con un Charly 90 amo y señor de una sala que se volvió a rendir al encanto Chaquetero que colmaron las expectativas de todo aquel que esa noche se acercó a la sala Monasterio. Estos tipos no decepcionan nunca y mantienen esa aura que hace que sus conciertos en esta mítica sala se hayan convertido en un auténtico encuentro de amigos.

Texto: General Lee
Fotografías: Maria José