sábado, 30 de septiembre de 2017

Soul Dealer + Âspid - Sala Monasterio

Soul Dealer + Âspid
Sala Monasterio - Bcn


Eternidad e inmortalidad mantienen una sinonimia cuya única disparidad radica en el punto de partida, el momento de la creación o el nacimiento. Ambas imbuidas, en nuestra concepción de ese abstracto que es el tiempo, por la temporalidad inacabable de la orografía terrestre. Ésta, similar pero inconsistente y, por ello, alterable parece haber marcado el patrón en la literatura o la música, artes cuyos selectivos y discriminados productos, en su momento, arriban hasta ese inalcanzable cenit de la perpetuidad y que, cual ese relieve terrenal, sufren el paso del tiempo sin por ello perder la entidad y la inherencia en la inequívoca perdurabilidad. Una perpetuación que, en ocasiones, es posible vislumbrar y atestiguar cruzándose una eternidad asentada con una recién asumida inmortalidad como fue el caso el pasado día treinta de septiembre en un local de música en directo ejemplo de longevidad y, por ello, de innegable calidad. Ubicado en el número treinta del Moll de Mestral del Port Olímpic de la siempre Layetana ciudad, la “Sala Monasterio” se convirtió en el ojo de un huracán atemporal donde la nobel perpetuidad y la experimentada infinitud mostraron el porqué de su posicionamiento indefinido en ese inalcanzable cénit de permanente raigambre, “Soul Dealer” y “Áspid”.
Y fue “Áspid”, compuesta en su mayoría por la reciente inmortalidad, Jordi “Somalia”, voz; Chris Pérez, guitarra; Fran Gutiérrez, bajo; y la ya eternidad, Rafa Garrigós, batería; quienes ascendieron en primer lugar al es escenario. 





Comenzaron por el primero de los doce temas que tenían preparados para esa noche, "Requiem" (Por tí), también el primero de los ocho bombazos perteneciente al imperecedero disco, “Imágenes de dolor”. En el que auguran el imperdonable gusto al error, la manipulación, las “Mentiras” y el “Juego sucio”, éste acertadísimo adelantándose, no sólo a lo que ocurriría al día siguiente en todo el territorio lacetano sino, posiblemente, a todo lo que ha de ocurrir aún, también presente en “¿Hacia dónde vais?” que el público, un tanto remiso en un principio, hizo caso a ese “Rómpelo”, y rompió con todos su recelo dejándose llevar por la voz de y la presencia de Jordi. No intentaba ser ninguno de sus predecesores, sino, simplemente él, y su voz, fuerte y llena de rabia, consiguió abrir una brecha tan rompedora como la rojiza cresta de su cabeza, en la cual cayó el público cual malditos feligreses en el infierno. En una perpetuidad escaldada donde las cinco cuerdas de Fran, no sólo apoyaban la base rítmica, sino que toman esos momentos de protagonismo en los cuales el grave sonido de los gruesos alambres se convertían en auténticos aldabones. Como los eternos golpes de Rafa, aparentemente perdido tras su larga y entrecana cabellera, marcando en todo momento la cadencia y, desde luego, el carácter de esa música que hizo sentir que “El cerco se estrecha”. 



Un asedio engrandecido por Chris, el arrapiezo imberbe manejando las seis cuerdas como un auténtico poseso del “Espíritu de metal”, pero sin descuido, con una pericia imposible de aceptar ante unos impracticables movimientos incluso cuando llegaba al momento de los punteos. Casi como si la guitarra gritase “Arráncame la piel” acatado en el último tema rompiendo una de las cuerdas, pero nadie gritó “No hay justicia”, porque el público que esperaba escuchar a “Aspid”, estaba frente a ese “Ángel de destrucción”. Y sin “Toneladas de Fé”, sino con la constatación de que lo perdurable, siempre bajo una comprometida batuta o baqueta, mantiene el espectáculo digno de ese tema que dio título al disco considerado entonces, y ahora, uno de los mejores discos de heavy metal en castellano, “Imágenes de dolor”. En éste postrero tema, respetable y músicos, quizá conscientes del fin de la actuación, se dejaron llevar por la efusión del heavy metal en estado puro, no sólo Chris rompió una cuerda de la guitarra, Fran frenético enaltecía sus cinco cuerdas, Rafa se convertía en un amasijo de pelo y madera y Jordi, una vez más, descendía para cantar entre un público completamente entregado. Sino que esa inimitable fuerza del metal rebosaba de la enfervorizada sala y asemejaba iniciar un pequeño maremoto capaz de provocar el naufragio de las embarcaciones del Port Olímpic, con los renovados y seseantes movimientos de la eterna banda “Áspid”. 

Vientos bien distintos, pero totalmente metaleros y desde casi su primer disco ya inmortales, fueron los de la siguiente banda en ascender al escenario, “Soul Dealer”. 



Wenderson Di Paula, voz; Xavi Pérez, guitarra; Andrés Gómez, bajo; Charli Sangar, guitarra; y Pau Bonet, batería que, a causa de fuerzas muy mayores debió ser sustituido casi en el último momento por el anterior amo de las baquetas, Albert Sanromà, actualmente en el grupo de rock alternativo “Keloidrop”. Y, como no podía ser de otra manera, éstos ya sempiternos habitantes del metal que se autodefinen como “La pollametaleradelinfiernorompehimenes”, comenzaron con el primero de los trece temas que tenían preparados y que da título a su último trabajo, “Holy in your head”.



 Abriendo de entrada un boquete en la cabeza que continuó ensanchándolo con “Black Devil Angler”, “Atheistic children of tomorrow”, “Wearing thin” y “Liar lies”, en éste punto, ese diablo que es en sí misma la banda y, Wenderson en particular, dejó latente la conceptualidad innata y, metafóricamente, con “My heart”, aunque referido a la vida de los músicos, hizo hincapié en el momento social que se está viviendo en tierras lacetanas y en aquellas que la rodean cuyos gobernantes sólo hablan de propiedad e ilegalidad. Razones no expuestas pero latente que nadie puede hacer otra cosa que, afortunadamente, musicalmente caer rendidos ante la imponente presencia de Wenderson, casi como amo y señor de la oscuridad clarividente declamando cual ángel caído en las llanuras del fuego eterno. Respaldado por unas huestes Charli y Xavi, esgrimiendo sus guitarras en un continuo enfrentamiento cuyo único final posible es el de asombrar y enriquecer con sus riffs y punteos, apoyados en esas cuatro cuerdas de Andrés, golpeando con la gravedad de las astas horadando almas aunadas a las, no menos usurpadoras, baquetas de Albert, ávido de ese ritmo infernal marca de “Soul Dealer”, arrostrando con sus palos y pies la aceleradísima cadencia. 



“Wargasm”, “The way of the Devil”, “Wake Up”, y “F.Y.R.”, antes de su propio tema, “Soul Dealer” y “Nuclear Attack” para acabar con “Wishes from my death bed”. Volviendo a la desaforada caña que les convierte en inclasificables, a causa de esa ingente variación del metal en la que se mueven y que lleva a sus seguidores al limbo infernal. Atestando las salas para dejarse llevar por la particular forma de entender el metal de “Soul Dealer”, los nuevos inmortales de un Averno ampliado allá donde ellos toquen, iniciadores de un abismo en cuyas tinieblas el castigo no es otro que el del interminable sonido del metal. Perpetuas notas en manos de escogidas, eternas e inmortales bandas que, esa noche, aparecieron en la no menos imperecedera “Sala Monasterio”, como ejemplo de esa inmortalidad y eternidad cuya sinonimia únicamente difiere en el momento de su creación, “Soul Dealer” y “Aspid”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez

jueves, 28 de septiembre de 2017

André Tonelli + Boner - Sala Monasterio Bcn

André Tonelli + Boner
Sala Monasterio - Bcn


La incertidumbre, un estado extremadamente en boga ahora mismo, conlleva desconfianza e incerteza al individuo. Convirtiéndolo en un ser impredecible que, bien puede huir despavorido por el estallido de un vaso de cortado en un bar, bien liarse a tortas por cruzarse con alguien y no escuchar el saludo protocolario. Un recelo adquirido, muchas veces de forma indeterminada, que influye directamente en el entorno y que, no hay duda, puede converger en un tumulto multitudinario donde la violencia injustificada tome la batuta y el costumbrismo de una sociedad. Ese gran clan formado por pequeñas tribus cuya idiosincrasia se convierte en estandarte insustituible de su personalidad y que jamás debería ser atenazada por la injustificada incertidumbre. Estado que, por otro lado, no estuvo presente en ningún momento el pasado día veintiocho de septiembre en la más que fiable y siempre certera “Sala Monasterio” en el número treinta y tres del Moll de Mestral en el Port Olímpic de la siempre Layetana ciudad. Dónde, de la mano de “Maite Carbó Produccions” y “Pro Creative”, (producción, dirección y realización de eventos), organizó su particular “Meeting Rock Bands” con "André Tonelli y su banda", y “Boner”, rodeados por componentes de algunas de las bandas bajo su auspicio, como “Donuts Hole” o “Saltimbankya”. Una fiesta del rock que, como es indisoluble en la buena música y músicos, la única incertidumbre se produce en el instante inmediatamente anterior al de poner el pie en el escenario, un iniciático paso que, esa noche, estuvo calzado por los miembros de “Boner”.




 Jordi Torón Coma, vocal; Jero Pérez, guitarra; Jorge Valero, bajo; Paco Salas, guitarra; y Oscar Pérez, batería; ascendieron al entablado con la fuerza de ese rock creado entre amigos entregado a la creencia sin dudas de la buena música. Iniciado con el primero de los once temas que tenían preparados y que, no hay duda tampoco, les define perfectamente “Me aferro al Rock & roll” y que, lejos de dejarles “Con el culo al aire” les convirtió en ese “Antihéroe” que a todos, incluida “Raquel” les llevó a pensar en “Mi otra realidad”. Jordi, con el carisma que le caracteriza, hizo un juramento carabanchelero, prometo estar “Agradecido”, respaldado por esas guitarras de Paco y Jero que, en éste tema y, desde luego, todos, más tarde en el último tema, demostrarían esa pasión y calidad desbordada. Y apoyado en la base rítmica del bajo de Jorge, cinco gruesas cuerdas capaces de marcar con autodeterminación y seguir el ritmo con autoría de Oscar, lanzando sus baquetas igualmente con determinación y una diligencia mucho más que fiable. Para pasar a un alegato incomprendido, “No abuses más” mostrando un “Personal Jesús” que afortunadamente, a ellos, y a todos, les llevo al “Infierno”, a esa zona “Zero” donde, para finalizar, se dejaron arrastrar por la complejidad de unir tres temas inmortales tan equidistantes y, a la par, tan afines.





 Comenzaron con “Land of a thousand Dances” de Ted Nugent con el “I say, naaa, narananá narananá naraná naraná narananá”, lo fusionaron con “Born to be wild” de “AC/DC” y, cuando parecía que iban a acabar con ese tema, iniciaron las notas de “I can’t get no, Satisfaction” de “The Rolling Stones”, para volver al eterno y bien estirado “I say, naaa, narananá narananá naraná naraná narananá” y finalizar por completo “Born to be wild”. El público, en principio, no dio crédito, esa fusión continuada de tres temas brutalmente tocados les llevó hasta el cénit, siendo despedidos con el griterío y los aplausos de un respetable, aquel que los descubrió esa noche y todos aquellos que les conocían y siguen su trayectoria, completamente embargado por la descomunal demostración de su virtuosismo como broche final de esa colla de amigos amantes de la buena música que son “Boner”. Quizá, ese alarde final, o se tiene o no se tiene, como antesala de preparación del terreno para aquellos que estaban a punto de tomar el escenario con la excelsa creatividad internacional de André Tonelli y su banda. Cuya incertidumbre, si existió antes de ascender al escenario, debió quedar entre bambalinas ya que la apostura de André Tonelli, con su guitarra Signature, diseñada por él mismo y construida por  Ramos Guitars, era de una seguridad aplastante. 



Acompañado por su aún más, musical y profesionalmente hablando, imperturbable banda, Frank Rodríguez, a la guitarra, Marcelo Avilés, al bajo y, Toni López, a la batería, quizá más perturbable porque era su primer directo con André, si bien, apenas se notó. Ese creador incansable e incapaz de estar un solo día sin componer que es André, dio inicio al primero de los trece temas que tenían preparados para esa noche con aquel que dio título a su primer disco, rasgando “Power world fantastic” para pasar inmediatamente al tema que da nombre a su último trabajo, “Lights and shadows”. Aunando la expectación de un respetable ávido de esa volubilidad que amalgama la riqueza de un rock instrumental convertido en arte sin palabras. Ausencia de vocablos implícitos en esas seis cuerdas de André, donde casi podemos articular cada rasgado de “Originator”, cada baquetazo en “Years from now”, cada golpe de los gruesos alambres en “In Dreams” o cada puada en “Speeding at night”.





 Instrumentos hinchiendo las sensaciones de un público arrobado por la eminente composición de André, perdido en el sonido de “Fill the sky”, “Rain” o “Edge of the world”, como Frank, aparentemente ausente completamente imbuido por las seis cuerdas lanzado a “Midnight driver” en un camino, “One”, con el continuo ritmo marcado por Toni y Marcelo tras André, el auténtico “Starflyer”. Un extraterrestre, André Tonelli y su banda, capaz de llevar al público con sus composiciones a los distintos niveles del rock convirtiendo la más que fiable y siempre certera “Sala Monasterio” en un palacio de la música rock. Al que el respetable se resistió a abandonar por la evidencia, aún presente en sus cuerpos, de haber disfrutado de una noche alejada de la inquietud y el desasosiego, con la desproporcionada y elegante calidad de las composiciones de André Tonelli y el no menos desmesurado amor a la música de “Boner”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Jose A. Nájera
(Fotografias bajo licencia Creative Commons,  se pueden utilizar cuando quieran y donde quieran mencionando al autor).

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Rolling Stones - Estadi Olimpic - Bcn

Rolling Stones "No Filter"
Estadi Olimpic - Bcn
27.09.2017

Sin duda el acontecimiento musical del año, la banda más grande del planeta pasaba por la ciudad condal para poner de manifiesto que siguen reinando en el olimpo de los dioses del rock. 
Los previos de este tipo de conciertos siempre son excitantes, marea humana luciendo orgullosa logo de la banda en sus camisetas, allí se mezclaban auténticos fans de toda la vida con espectadores que se acercan a estos conciertos llamados por el incesante eco del circo del rock and roll.
Los elegidos para amenizar la espera a la concurrencia fueron Los Zigarros que en todo momento se mostraron emocionados y es que no todos los días se abre para la realeza del rock and roll. En poco menos de una hora la banda tuvo la ocasión de mostrar un repertorio enérgico y contundente poniendo de relieve que son una de las bandas con más proyección de este país.



Pasaban quince minutos de la hora señalada cuando las luces del estadio se apagaron al mismo tiempo que el escenario se tornaba un infierno humeante, los primeros compases de un “Sympathy For The Devil” desbordante provocaron un auténtico terremoto bajo mis pies, la tensa calma se tornó en un estallido de gritos y ovaciones estremecedoras que pusieron a todo el estadio en pie. De todos los inicios de concierto de sus satánicas majestades a las que he asistido, (hasta 7 oportunidades he tenido) esta es la única que puede competir con aquella legendaria del 98 en la que una explosión en el escenario daba paso a un Keith Richards con una vistosa levita de leopardo daba inicio a un magistral “Satisfaction”.



It’s Only Rock’n’Roll , y la apasionante “Tumblin Dice” en la que Jagger comenzó su particular exhibición recorriendo de un lado a otro el escenario mientras  Ronnie y Keith rockean como solo ellos saben. 
Paso a la esencia Stone con “Just Your Fool” y “Ride’Em On Down” temas de su ultimo larga duración que plasman perfectamente los orígenes de la banda.  



Jagger inconmensurable durante todo el show es sin lugar a dudas el Frontman definitivo, la mayoría de los asistentes a ese concierto cuando llegue a su edad tendrá dificultades para subir las cuestas que llevan al estadio y él se compota durante dos horas y cuarto como un portentoso adolescente, mantiene sin dificultad la tensión que se precisa para afrontar un concierto de estadio. A Ronnie lo vi mejor que nunca. Dinámico y vacilón durante toda la noche, fue toda una sorpresa verlo en un estado de forma tan excepcional. Keith es dios, al riff humano se le perdona todo. Y si bien es cierto que ya no es el que era, tampoco es menos cierto solo tiene que rozar el acero de su guitarra para provocar un éxtasis placentero. Y si, se equivocó en un par de entradas, pero a un concierto de los Stones se va a disfrutar no a hacer un análisis pormenorizado, para eso ya están los conciertos de las filarmónicas o de Pink Floyd. Charlie sigue ahí, marcando el ritmo perfecto y siempre me encantara su austera elegancia. 


Del resto del repertorio que se puede decir, esos temas han sido compañeros de viaje de varias generaciones, imperecederos clásicos del rock que dentro de 100 años seguirán brillando como auténticas referencias culturales del siglo XX.  Desde las sorprendentes “Under my Thumb” o “Rock Off” pasando por la siempre emotiva “Slipping Away” y rematando con temas tan portentosos e incontestables como “Midnight Rambler”, “Street Fighting Man” o “Star Me Up” el repertorio Stone no tiene rival. A nivel técnico pueden ser superados, pero a nivel repertorio no tienen parangón, esta banda podría confeccionar tres set list sin repetir canciones y el concierto sería igual de contundente. 


“Brown Sugar” sonó como una bomba, ya no está Bobby Keys pero Karl Denson se marcó un solo con autoridad donde el solo de saxo sonó potente y milimetrado.
Ya en los Bises Shasa afronto el dragón khan de “Gimme Shelter” con una seguridad pletórica. Es cierto que Linda Fisher es más carismática, aunque resulto conmovedor ver como Shasa no podía contener la emoción al finalizar su actuación.
Ese canto a los excesos que es “Satisfaction” sincronizo las sesenta mil gargantas que llenaban el estadio olímpico y tras los fuegos artificiales la banda se despidió con el estadio a sus pies.
Un esperanzador hasta luego iluminaba las pantallas del escenario y ya sabedores que ellos solo lo dejaran como los viejos bluesman, cuando la parca venga a visitarlos, no perdemos la esperanza de que otra gira los vuelva a traes por aquí.
Se que un día no estarán, ese día algo se habrá fracturado para siempre y ya nada será lo mismo. Pero mientras llega ese momento disfrutemos de esa nube que es haber vuelto a ver a la banda más grande del planeta.

Texto: General Lee
Fotografías: Maria Jose




martes, 26 de septiembre de 2017

Golden Grahams - Majestic - Rocksound

Golden Grahams
Hotel Majestic - Rocksound Bcn
26.09.2017

A lo grande, como tiene que ser. Esta banda se cree el rock and roll de verdad. Presentación por todo lo alto de su última criatura, "Bright Minds Park" es el disco que está llamado a consagrarles como una de las bandas con más proyección de este país. 
Porque si de algo van sobrados es de glamour, a ellos no le queda grande ningún escenario por mucha categoría y estrellas tenga.
El día elegido para el evento no podía ser más apropiado, los Stones tocaban al día siguiente en la ciudad y los Golden Grahams nos iban a obsequiar con un previo de lujo. 


Con un previo elegante más propio de bandas como Led Zeppelin, en una pantalla iban mostrando imágenes de la banda en su reciente viaje a EE.UU o apareciendo en la puerta del Majestic en una limusina. Definitivamente esta banda tiene clase a raudales, algo que se confirmó en el preciso momento en el que la banda hizo acto de presencia ante un público que quedo rendido ante esa intensidad escénica.
Cuatro temas de su nuevo álbum que se plasmaron como la dosis justa para dejar al personal sonriendo como si se relamiera después de haber probado un dulce que siguiera endulzando su memoria.


Rocksound Bcn
6-10-17

Y si les sobra elegancia para tocar en un hotel de cinco estrellas también son capaces de volver glamurosa a una sala como Rocksound. 
A modo de intro sonó un tema de los Travelling Wilburys ofreciendo de este modo su particular homenaje al recientemente desaparecido Tom Petty. Inmediatamente después la banda hizo acto de presencia con un demoledor “Logos” donde un Brian espitoso y seductor se recorría el escenario, seguirle la pista era tan difícil como resolver un dificultoso problema de aritmética.



Danny G. Kinney es un musico tan contundente como refinado. Con una presencia aristocrática es el batería perfecto para esta banda.
Alecs M Slim lució un estilo airoso y fino. Tenaz y convincente no desfalleció en ningún momento completando un show magnifico.
Hasta seis temas de su nuevo álbum sonaron esa cálida y luminosa noche. Brian se destapo como un cantante solvente en temas como “Arizona Shelter”, “Gime Me Your Hand” o “Out of The Cage”.



Para el set más blues invitaron a Joan Valls con el que interpretaron de forma pasional temas como “Some Blues”. La veteranía de Joan combina a la perfección con el empuje y juventud de esta banda. 
Ya en la recta final Joan Valls volvió a subir a escena para interpretar una visceral “Jumpin Jack Flash” que dejo a la concurrencia totalmente extasiada.



Una sublime “Puppets” fue la elegida para poner punto final al show. Y Brian lejos de desfallecer acabo dándolo todo, primero subido encima de la barra y luego desgañitando a su guitarra entre un público que atónito (aun estando acostumbrado al empuje de este hombre) quedaba perplejo ante tamaña muestra de energía.
Esperemos que esta, si sea la definitiva y los Golden Grahams alcancen el estatus que se merecen. 
Si aún no has asistido a uno de sus bolos no pierdas el tiempo, están en estado de gracia y no te decepcionaran. Este es el momento Grahams

Texto: General Lee
Fotografías: Maria Jose & Manuel Alférez




domingo, 24 de septiembre de 2017

Dani Nel-lo - Festival Daltabaix

Dani Nel-lo
Festival Daltabaix - Molins de Rei


Poco acostumbrados estamos en el extrarradio a recibir propuestas musicales de este nivel. Dani Nel-lo es el hombre de los mil proyectos, inquieto y prolífico puede vanagloriarse de haber participado siempre en empresas de altísimo nivel.
El Festival Daltabaix ha tenido el buen gusto de dar inicio a esta temporada con Dani Nel-lo y los saxofonistas salvajes, último proyecto de este genial musico. 
Ni un paso en falso ha dado este hombre en su ya longeva carrera y todo lo que hace tiene que estar marcado por la exquisitez. Es por ello por lo que se cuida mucho a la hora de elegir a los músicos que lo acompañan. 



Desde los primeros acordes de “Flying Home Mambo” una deliciosa amalgama de sonidos que brotaban de ese escenario inundaba el parque y aunque Dani y su Saxo se erigen como protagonistas absolutos, cada uno de los músicos tuvo su momento de lucimiento. Dani Baraldes y Hector Martin se hicieron cargo de las guitarras que esa noche lucieron pedigrí. Anton Jarl pletórico a las baquetas, va tan sobrado que incluso se permitió el lujo de jugar a encestar sus baquetas en la canasta que había a su izquierda. Pere Miró saxo barítono protagonizo un meritorio duelo con Dani. 



Y el público que abarrotaba el recinto se entusiasmó desde el primer acorde y así fueron desgranando casi íntegramente su ultimo larga duración. El ritmo y la intensidad era tan alta que en algún momento dude que ese escenario fuese lo suficientemente robusto como para resistir ese terremoto sonoro que nos estaban ofreciendo. Sonidos de New Orleans como “Sassy”, la exótica “Sands Of Sahara” o la sofisticada “Teen Scene” hicieron que parte del público se comportara como si los dientes de un perro rabioso les tuviese cogido el cerebro obligándoles a contonearse al ritmo de la música. 



La deliciosa “Spanihs Onionng” nos metía de lleno en la recta final.
Brutal la interpretación de “The Dogs” que, aunque en su versión original era cantada Dani le ha dado una vuelta de tuerca creando una grandísima versión.
El final de concierto estuvo a la altura de lo que nos tiene acostumbrado este hombre. Se deslizo entre el público mostrándose epicúreo y cautivador a partes iguales.
“Share Dance” propicio una feroz descarga de ritmo y actitud puso el epitafio al show. 
Dani Nel-lo nunca falla y de sus conciertos siempre se sale con una sonrisa pintada en la cara. Esta ciudad tiene auténticos genios musicales y Dani es un buen ejemplo de ello.

Texto: General Lee
Fotografías: Maria Jose