jueves, 28 de septiembre de 2017

André Tonelli + Boner - Sala Monasterio Bcn

André Tonelli + Boner
Sala Monasterio - Bcn


La incertidumbre, un estado extremadamente en boga ahora mismo, conlleva desconfianza e incerteza al individuo. Convirtiéndolo en un ser impredecible que, bien puede huir despavorido por el estallido de un vaso de cortado en un bar, bien liarse a tortas por cruzarse con alguien y no escuchar el saludo protocolario. Un recelo adquirido, muchas veces de forma indeterminada, que influye directamente en el entorno y que, no hay duda, puede converger en un tumulto multitudinario donde la violencia injustificada tome la batuta y el costumbrismo de una sociedad. Ese gran clan formado por pequeñas tribus cuya idiosincrasia se convierte en estandarte insustituible de su personalidad y que jamás debería ser atenazada por la injustificada incertidumbre. Estado que, por otro lado, no estuvo presente en ningún momento el pasado día veintiocho de septiembre en la más que fiable y siempre certera “Sala Monasterio” en el número treinta y tres del Moll de Mestral en el Port Olímpic de la siempre Layetana ciudad. Dónde, de la mano de “Maite Carbó Produccions” y “Pro Creative”, (producción, dirección y realización de eventos), organizó su particular “Meeting Rock Bands” con "André Tonelli y su banda", y “Boner”, rodeados por componentes de algunas de las bandas bajo su auspicio, como “Donuts Hole” o “Saltimbankya”. Una fiesta del rock que, como es indisoluble en la buena música y músicos, la única incertidumbre se produce en el instante inmediatamente anterior al de poner el pie en el escenario, un iniciático paso que, esa noche, estuvo calzado por los miembros de “Boner”.




 Jordi Torón Coma, vocal; Jero Pérez, guitarra; Jorge Valero, bajo; Paco Salas, guitarra; y Oscar Pérez, batería; ascendieron al entablado con la fuerza de ese rock creado entre amigos entregado a la creencia sin dudas de la buena música. Iniciado con el primero de los once temas que tenían preparados y que, no hay duda tampoco, les define perfectamente “Me aferro al Rock & roll” y que, lejos de dejarles “Con el culo al aire” les convirtió en ese “Antihéroe” que a todos, incluida “Raquel” les llevó a pensar en “Mi otra realidad”. Jordi, con el carisma que le caracteriza, hizo un juramento carabanchelero, prometo estar “Agradecido”, respaldado por esas guitarras de Paco y Jero que, en éste tema y, desde luego, todos, más tarde en el último tema, demostrarían esa pasión y calidad desbordada. Y apoyado en la base rítmica del bajo de Jorge, cinco gruesas cuerdas capaces de marcar con autodeterminación y seguir el ritmo con autoría de Oscar, lanzando sus baquetas igualmente con determinación y una diligencia mucho más que fiable. Para pasar a un alegato incomprendido, “No abuses más” mostrando un “Personal Jesús” que afortunadamente, a ellos, y a todos, les llevo al “Infierno”, a esa zona “Zero” donde, para finalizar, se dejaron arrastrar por la complejidad de unir tres temas inmortales tan equidistantes y, a la par, tan afines.





 Comenzaron con “Land of a thousand Dances” de Ted Nugent con el “I say, naaa, narananá narananá naraná naraná narananá”, lo fusionaron con “Born to be wild” de “AC/DC” y, cuando parecía que iban a acabar con ese tema, iniciaron las notas de “I can’t get no, Satisfaction” de “The Rolling Stones”, para volver al eterno y bien estirado “I say, naaa, narananá narananá naraná naraná narananá” y finalizar por completo “Born to be wild”. El público, en principio, no dio crédito, esa fusión continuada de tres temas brutalmente tocados les llevó hasta el cénit, siendo despedidos con el griterío y los aplausos de un respetable, aquel que los descubrió esa noche y todos aquellos que les conocían y siguen su trayectoria, completamente embargado por la descomunal demostración de su virtuosismo como broche final de esa colla de amigos amantes de la buena música que son “Boner”. Quizá, ese alarde final, o se tiene o no se tiene, como antesala de preparación del terreno para aquellos que estaban a punto de tomar el escenario con la excelsa creatividad internacional de André Tonelli y su banda. Cuya incertidumbre, si existió antes de ascender al escenario, debió quedar entre bambalinas ya que la apostura de André Tonelli, con su guitarra Signature, diseñada por él mismo y construida por  Ramos Guitars, era de una seguridad aplastante. 



Acompañado por su aún más, musical y profesionalmente hablando, imperturbable banda, Frank Rodríguez, a la guitarra, Marcelo Avilés, al bajo y, Toni López, a la batería, quizá más perturbable porque era su primer directo con André, si bien, apenas se notó. Ese creador incansable e incapaz de estar un solo día sin componer que es André, dio inicio al primero de los trece temas que tenían preparados para esa noche con aquel que dio título a su primer disco, rasgando “Power world fantastic” para pasar inmediatamente al tema que da nombre a su último trabajo, “Lights and shadows”. Aunando la expectación de un respetable ávido de esa volubilidad que amalgama la riqueza de un rock instrumental convertido en arte sin palabras. Ausencia de vocablos implícitos en esas seis cuerdas de André, donde casi podemos articular cada rasgado de “Originator”, cada baquetazo en “Years from now”, cada golpe de los gruesos alambres en “In Dreams” o cada puada en “Speeding at night”.





 Instrumentos hinchiendo las sensaciones de un público arrobado por la eminente composición de André, perdido en el sonido de “Fill the sky”, “Rain” o “Edge of the world”, como Frank, aparentemente ausente completamente imbuido por las seis cuerdas lanzado a “Midnight driver” en un camino, “One”, con el continuo ritmo marcado por Toni y Marcelo tras André, el auténtico “Starflyer”. Un extraterrestre, André Tonelli y su banda, capaz de llevar al público con sus composiciones a los distintos niveles del rock convirtiendo la más que fiable y siempre certera “Sala Monasterio” en un palacio de la música rock. Al que el respetable se resistió a abandonar por la evidencia, aún presente en sus cuerpos, de haber disfrutado de una noche alejada de la inquietud y el desasosiego, con la desproporcionada y elegante calidad de las composiciones de André Tonelli y el no menos desmesurado amor a la música de “Boner”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Jose A. Nájera
(Fotografias bajo licencia Creative Commons,  se pueden utilizar cuando quieran y donde quieran mencionando al autor).

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