The Grassland Sinners
Sala Rocksound - Bcn
Hay calles aparentemente desiertas tomadas por oasis marcados en las rutas de los peregrinos urbanitas. Uno de esos vergeles se halla en el ciento dieciséis de la calle dels Almogàvers en la siempre layetana ciudad, un refugio de la música en directo enfocado en alcanzar el caché histórico de palmerales como “The Cavern” o el “CBGB”, dónde, una vez traspasadas sus puertas, se abre una acogedora sala en cuyas paredes se encuentra el rastro de su historia. Y un escenario, apenas a dos palmos sobre el suelo, que permite a esos montaraces de la vibración en directo sentir el aliento de sus músicos preferidos, casi bañarse en el sudor de éstos e imbuirse en la fuerza de sus ritmos, “Rocksound”, un rincón layetano donde las notas, no dan el cante y sí se convierten en lo que son, un complejo de sonidos melódicos que arrastran masas. Como el pasado día catorce de Septiembre cuando una incontable cantidad de pecadores de la pradera atestaron la sala para dejarse imbuir por la pegadiza camaradería de “The Grassland Sinners”.
Germán Magrazó, vocal; David Melguizo, guitarra; Jordi Revilla, teclados; David Mani, bajo; Aleix T. Lozano, guitarra; Edu Rodríguez, batería; a base de un estilo que ellos tachan de rock americano y que bien podría identificarse como una mezcla de rock clásico setentero y southern rock prácticamente poseyeron a los incontables pecadores iniciando la 'Gira Let It Ride 2017-18' en la presentación oficial de su primer disco, “Let It Ride”. Y, desde luego, ese “Ir con todo” comenzó con una “Intro” fundida en el primer tema “Burn your soul”, antes de comenzar con el primero de los temas de ese primer disco, “Not sad anymore”. Sin ínfulas ganadoras o soberbias tras convertirse en los ganadores del segundo premio en la vigésimo sexta edición del reconocidísimo “Cirera Rock”, continuaron con otro de los nuevos temas, “Mr. Cadillac” y “Love me like the last time”. Casi un juego con su público, completamente entregados a la pugna constante de las seis cuerdas de Álex y David, perdidos en sus retos de alambre apoyando o supliendo la particular voz de Germán, agarrando con fuerza el micro sin dejar de mirar al frente casi guiando al respetable a entender cada estrofa.
Mecidas o incluso agitadas, según el contexto, por las teclas de un imparable Jordi, exaltando la riqueza de unas melodías cuya base rítmica, las cuatro cuerdas de David, capaz de hallar espacio para moverse de un lado a otro del escenario, se amoldan e incluso se escapan de las baquetas de Edu, abriendo, contorneando y finiquitando cada composición. “Queen of paper” o “Revolution #16”, un alegato revolucionario con la objetividad de quién se sabe dueño capacitado del uso de las herramientas necesarias, marca innata del grupo como muestran en su música y puesta en escena, llevaron hasta los últimos bises. Acabando con el decimocuarto tema del setlist, “Sweet Magnolia”, el postrero de los diez temas pertenecientes a ese primer disco, “Let It Ride” que han comenzado a presentar oficialmente. Atrás quedaban “Evil Night”, “Hey you”, “Tears in the rain” o “Working around”, “Sweet Magnolia”, se convirtió en el colofón de la evolución de un grupo que ya no tiene marcha atrás.
La ascendencia de su calidad está consiguiendo que aquel rock americano recuperado del vinilo pero con autoría innegable, vuelva a arrastrar a amantes del rock clásico con el carácter innato de éstos transgresores de la llanura,. Infractores justificados capaces de llevar, como ocurrió esa noche a seguidores y descubridores, todos ellos pecadores de la pradera, hasta la extenuación. Y el deseo imposible de no dejarse engullir por la semioscuridad de las arterias de la ciudad layetana para apostarse en ese oasis que es la sala Rocksound y continuar disfrutando de la excelsa música y puesta en escena de “The Grassland Sinners”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez
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