viernes, 29 de junio de 2018

4everValenciaFest

4everValenciaFest
La Marina Sur (Valencia)
29/30.06.2018

No vivimos la historia de un modo indiferente, sino que la imaginamos con el ardor de nuestras pasiones y el empuje de nuestros deseos. La música que nos trae hoy a esta crónica, ha ido saltando entre generaciones recubierta cada vez con la máscara que le presta la época.
La música es siempre bizarra y enérgica, racional y pasional, por eso vivimos en el 4everValenciaFest los días 29 y 30 de junio momentos de mágico sentido de eternidad, y como soy un fotógrafo ampliamente abierto al universo de la música, no tengo por menos que decir que esta es la primera, pero estoy seguro que vamos a disfrutar muchas ediciones del fantástico y maravilloso festival.

Para abrir el primer día (29), una banda valenciana, Los Radiadores, Raúl, Sergio, Jose Antonio y Vicente fueron los encargados de refrescarnos los treinta grados de calor que estábamos teniendo a las 19’00h. Viejos conocidos míos, estos cuatro músicos maquinaron visiones de fascinación, mi entusiasmo alcanzó una cuota muy alta y solo era la primera banda.


Siguieron The Jesus And Mari Chaine, el concierto lo recordaba igual que cuando los fotografíe en abril de 1990 en Arena Auditórium, eso sí, éste con más luz. Los hermanos Reid fueron una buena elección antes de la siguiente banda, The Cult.


The Cult, a Ian Asbury y Billy Duffy ya los había fotografiado en el pabellón de la fuente de San Luis en 1991 y 1993. En aquella ocasión la producción fue de Arena Auditórium. Esta vez no querían fotograf@s en el coso, pero fuera de él nadie me dijo nada. Estuvieron interesantes y sugestivos, Ian particularmente atrayente.


Y llegaron Simple Minds, en 1986 lo vi en el campo del Levante, con la misma producción que la banda anterior, aunque ese año llevaba cámara, llegué tarde y no pude entrar con la prensa, por lo que los fotografíe de lejos con la consecuente chapuza de fotos. Este año gracias al 4everValenciaFest, pude fotografiarlos con la paz espiritual que conlleva la revancha; por cierto, gracias a la organización y en especial a Marcos Casañ, sin él nunca hubiese podido repetir los exquisitos recuerdos y deliciosas esencias que durante los dos días flotaron convulsivamente en mi cerebro, ¡Gracias Marcos!


Jim Keer (le tuve mucha envidia los 6 años que estuvo con Chrissie Hynde) es un monstruo del escenario y sabe meterse al personal en el bolsillo. Pero aparte de Jim, fue Cherisse Osei, la baterista y una de las tres mujeres que llevaba la banda, las únicas de todo el festival, quien produjo en mí cabeza la proeza de la atención. Desde aquí, este humilde mal cronista pide a l@s responsables del evento, que el año que viene haya más mujeres, porque vi como todas las personas que allí estábamos disfrutando del arte de la música en sus ramas de teclados, voz y batería, con estas mujeres de un talento innato para la voz e instrumentos, gozaban como yo de las canciones que interpretaban, y no por ser mujeres, sino porque son tres pedazos de músicos.
Actualmente estoy enamorado de esta baterista, amo como tocas la batería Cherisse Osei.
Y para acabar esta pasional noche, Santiago Auserón & Sexy Sadie. El filósofo y los de Mallorca hicieron del final del concierto un incontenible estruendo de frenesí, dotados de una complicidad que para sí la querrían Lou Reed y Metallica me hicieron creer que estábamos en una noche de la bohemia parisina.


El sábado 30 empezó la tarde con The X, banda valenciana a la que fotografiaba por primera vez y que hicieron con su electro rock-pop y su reggae electrónico una profusión poética esencial.


Y llegaron Killing Joke, el momento psicológico que esperaba. Killing Joke son una diabólica asamblea magos y brujos que invocan al Rock. Desde 1978 están haciendo Post Punk. Jaz Coleman supone una grieta del uso deductivo de las convicciones sociales, y a mí me gusta. Kevin Walker con su Gibson ES 295 de cuerpo hueco, desnudó su alma para el colectivo humano que estábamos siguiendo el ritual musical.


Los terceros de la noche fueron los galeses Manic Street Preachers con su Rock Alternativo dieron un repaso a su último disco “Resistance is futile”. James Dean es el guitarrista y cantante, me gusto como hizo las dos cosas y acrecentó los recíprocos afectos que nos teníamos.


Desde 2003 Kaiser Chiefs hacen su Indi Rock sugestivo. Con un Ricky Wilson que si cualquiera le pone una pancarta que diga “No te atreves a bajarme una cerveza” más o menos, mi inglés es a nivel de intimidad, el tío ni corto ni perezoso lo hace; me quedé flipado pues el pedigüeño estaba a mi lado y pude inmortalizar ese momento.
Ricky es un músico con intuición y así lo demostró. Además de no parar quieto en el escenario es guapo y me gustan los cantantes guapos.


Y por fin, The Prodigy, con su Hip-Hop electrónico, contundente, caótico y espectral, levantaron las almas de tod@s lo que quisieron bailar Big Beat.
Maxin Reali y Keith Charles Flint son el dúo de voces que hacen Harcord y Metal industrial, ellos tienen un contenido programático de sus realizaciones en el escenario, son un engranaje mutuo de emociones, son gladiadores con instinto para la unión armónica de la banda. Deleitaron mis entrañas y mi audiometría. Así acabó un festival que venía esperando desde 2017.


¡Hay que vivir con dureza, con violencia y en peligro, porque lo mejor de la vida está en lo que tiene de inminencia y de riesgo de perderse!, Juan Antonio Zunzunegui.

Texto y fotografías: Iziar Kutiaki

jueves, 28 de junio de 2018

Una Bestia Incontrolable + Osserp + Enamorados - Monasterio

Una Bestia Incontrolable + Osserp + Enamorados
Sala Monasterio - Bcn


En rayos y truenos coinciden casi todas las culturas europeas para nombrar al actual cuarto día de la semana y, como si éste tuviera potestad alguna, el pasado veintiocho de junio, jueves, en la tarde noche mostró aquello que acompaña a los rayos y truenos, la lluvia. Si bien, amantes no ya de ese día, sino de los rayos, truenos y las tormentas, no permitieron que la personalidad del día les impidiera acercarse hasta el Port Olímpic de la siempre layetana ciudad, para disfrutar siendo arrasados por un temporal que, a duras penas, dejaría en pie el único bastión de ese estuario, la Sala Monasterio. Cuya tarima luce una prosapia acrecentada día sí y día también por las grandes bandas del territorio y de más allá de las fronteras cuya fortuna o, en éste caso concreto de la mano de “La Cova” y Maite Cardó Produccions, les lleva a recalar en su ajado entablado llueva, truene o haga una cálida noche, para ser devastada por los reconstructivos decibelios inductores de esa aquiescencia que, como ese jueves en cuestión, insufló a un montón de “atormentad@s” a atestar el local. Para ser demolidos por tres grupos autóctonos, dos de ellos acostumbrados a abatir dentro y fuera de las fronteras con la lengua del “Timbaler del Bruc”, con el talante innato del noreste peninsular, “Una bestia incontrolable”, “Ósserp” y “Enamorados”.
Los primeros en ascender al entablado de larga raigambre, fueron “Enamorados".



Nuño, voz; Limón, guitarra; Tete, bajo; y Rafa, batería; afrontaron los nueve temas de su repertorio cual tempestad punk rock iniciada con “Enamorado” y “La verdad” plasmando ya desde un principio un denominador común, un talante arrasador. Que nace y muere en la veloz cadencia, mucho más que sustentada por Rafa, raudo y recurrente, a la par que ligero e irrepetible, en perfecta connivencia con las cuatro cuerdas de Tete, igualmente disonantemente acompasado marcando un ritmo pleno de autoría, donde Limón, vocaliza el rasgado de las seis cuerdas, bien como vocal metálico bien como coro de Nuño, asiendo el micrófono a través del cual expresa con voz rockera cada una de las canciones sin dejar de interactuar con el respetable. “Todos dicen”, “Esos besos”, “Golpes”, “Mi agujero”, “Te pedí vernos”, “Rompe mi interior” y, como despedida, después de la dedicación especial de un tema al padre de Nuño, un particular “Tango” que sirvió de antesala, no sólo para ovación bien merecida, sino, además, para la entrada de los siguientes en ascender al escenario, una brutal tempestad de Death Black Grind, “Ósserp”.



 Con su letrista y voz, Xavi, en Irún, pero siempre presente y parte indisoluble y omnipresente de esa “cosa” convertida en tótem que es “Ósserp”, Álex, batería; Dani, guitarra; Benja, bajo; y Vali, voz; hicieron honor al nombre su último trabajo "Al meu pas s'alça la mort”, elevando auténticos remolinos de muerte a los que, únicamente el respetable frente a ellos igualmente arrasado por la potencia de su directo, estuvo a salvo del paisaje yermo que dejaron alrededor de la sala. Nueve tifones que iniciaron con “Entre Regnes”, donde el recaudador de almas parece encarnarse en todos ellos, no sólo en la gutural voz de Vali, alzado tras el micro y el espejo oblicuo y roto de su larga cabellera, sino también en el ubicuo rasgado de las seis cuerdas de Dani, cuya agudo y agónico estertor toma el espacio sobre la opresiva cadencia de Álex y Benja, el primero restallando la luz con el vuelo imparable de sus baquetas esclavas y evadidas del ritmo y, el segundo, apagando a golpes el fulgor con las cuatro cuerdas igualmente sometido y soberano del compás. “Jo no ploro els màrtirs”, “Caça furtiba”, “Cinturó d’Orió”, “Amb el cap ben alt”, “Sota la creu de gentil” y “El culte”, llevaron a la banda y al público a ese abrazo fraternal entre desconocidos con un único lazo, la brutalidad de su música y la liturgia de sus letras estremecidos y extrañamente humanizados. Entre esas paredes donde esparcen su propio culto altruista, repleto de sangre y con el rumbo perdido de asolar el local finalmente con “De dalt del campanar” y “Clot o carner”. Ni hoyo ni sepulcro, un final luctuoso con ese último tema de su anterior trabajo, “Sang y Sutge” que terminó por asolar el entorno de la sala y sumir en la oscuridad a un público rendido y completamente entregado. 
Los siguientes y últimos en ascender al entablado fueron los casi recién llegados de su gira japonesa, “Una bestia incontrolable”.



 El Muro, guitarra; Incontrolable, voz; El Muerte, bajo; y Letxon, batería; iniciaron con “Nosaltres som la carn” el repertorio de diez temas que tenían preparados para esa noche. Con su último trabajo, “Metamorfosi”, continuaron esparciendo un inconformismo con mucho más que denominación de origen con un punk-hardcore que arrastra al espectador, esa noche con la sala atestada, a su particular burbuja protectora de heridas, huesos rotos y piel quemada. Con ese sonido oscuro y pesado donde la guitarra de “El Muro” crea una empalizada de sonido saturado apoyado en la profunda gravedad de las cuatro cuerdas de “El Muerte” escapándose por momentos de la contundente cadencia de Letxon, haciendo volar las baquetas y refrescándose sin resuello entre tema y tema al son de las eternas reverberaciones de la poderosa voz de “Incontrolable”, extremadamente particular capaz, casi sin interactuar con el público, de conjurar a éste sin remedio. “Abric de plom”, “Vulnerable”, “A les seves mans”, “Metamorfosi”, “La primera Foguera”, “Runes, decadència”, “No hi ha esperança” y “Tot sol” fueron cayendo uno a uno para sustento de un respetable que ya había perdido por completo las formas impelido por ese animal desbocado que es el hardcore punk de “Una bestia incontrolable”. Hasta arribar al postrero tema “Nou móm”, que puso fin a su actuación, permitiendo al público coger aliento y fuerzas, en una noche lluviosa donde “Enamorados” inició la apertura del cielo para que “Ósserp” impusiera su oscuridad y la austera delación de “Una bestia incontrolable” acabara disipando las últimas nubes y henchir el ánimo de un público reticente a aceptar el final.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías:
Enamorados:  D. Garcerán / Contrafotografía - http://davidgarceran.com/ - http://contrafotografia.com/
Osserp y Una Bestia Incontrolable: Manuel Alferez