sábado, 25 de mayo de 2019

The Mothercrow + Entropia - Rocksound

The Mothercrow + Entropia
Rocksound Bcn


Proyectar, se puede interpretar de muchas maneras pero, en definitiva, es elucubrar sobre una ilusión e intentar llevarla a cabo. Quizá, donde al margen de los casi imposibles beneficios, la realización de un proyecto suele ser reconocida de una forma más popular, es en el mundo del arte. Cuando el producto de esa inicial proyección es valorada y encumbrada por un público que hace suyo el resultado es el momento, no de relajarse y pensar que se ha conseguido, sino de seguir proyectando para continuar mirando la vida con la mirada más reconfortante que puede tener una persona, la de la ilusión. Esa, perenne, que portan en sus rostros una banda de layetanos que el pasado día veinticinco de mayo marcaron en su calendario para presentar su último trabajo y primer álbum, “Magara”. Cargado con la mucha más que valía demostrada desde un principio, desde su originaria proyección, consiguiendo, no ya seguidores, sino amigos y enamorados de su música, “The Mothercrow”. El simple anuncio de la presentación del disco en la Sala Rocksound, no menos reconocida por su increíble labor y su inigualable ambiente musical en la siempre Layetana ciudad, inicialmente provocó que el día siguiente, marcado como una cita social, supuestamente, en bien de una democracia que no existe, fuese borrado. Al igual que otra cita, ésta, menos determinante socialmente, aunque generadora también de unas ilusiones, a veces, controvertidas, tomada como algo aleatorio para elegir disfrutar con la arrasadora fuerza de los anfitriones presentando su nuevo álbum, “Magara”, y la de sus invitados, igualmente, con “Invisible”, presentando su primer trabajo, “The Mothercrow” y “entropía”.
La noche se inició con los gasteiztarras, los encargados de calentar a un público que dejó sin entradas la taquilla, “entropía”



Jon Bellido, voz y teclados; Roberto Nieves, guitarra; Lasto, bajo y Andoni Penela, batería. Cuya proyección, cargada de Psychedelic-Space-Mood–Rock, como demostraron, no se puede resumir en su brutal primer trabajo, “Invisible”, sino en su directo que, siendo ésta su primera visita a la siempre Layetana ciudad, sorprendieron a un respetable que no les conocía o, bien, tenía alguna referencia de ellos, desde el momento en que  se apostaron tras sus instrumentos e iniciaron su proyección consolidada. Tras la Intro que fundieron con el tema “Sinestesia”, comenzaron a mostrar el porqué de la elección por parte de los anfitriones, su devastadora fuerza, tocada con el imposible de sus particulares mundos, Encélado, más concretamente, orbitando alrededor de Saturno al que, al margen de descubrimientos recientes, ellos han dado vida y, sobre todo, ritmo, mucho ritmo. Proyectando, continuamente, su forma de entender la música, esto es, poseídos por la imprevisibilidad de la música y por un público que en cada concierto es distinto, siguieron el setlist marcado con los temas grabados, y dos que, aún sin nombre, ya tienen más que trabajados.



Convirtiéndolos en únicos y diferentes siempre dentro de su propia “Odisea”. El segundo temazo en cuya letras, casi, es posible entender la idiosincrasia de éstos norteños inclasificables capaces de, tras el no menos trabajado, “Arua”, lanzarse a los dos temas aún sin clasificar y convertir la Sala Rocksound en alguna taberna ciberpunk de su particular satélite. Y, ya en su último tema, “Noche Persa”. “entropía” al completo, y con ellos el respetable, hicieron un viaje de ida y vuelta a aquellas tierras mesopotámicas con una vuelta eterna, que no interminable, con la que acabaron de sorprender y, desde luego, conseguir incondicionales. Boquiabiertos ante la entrega y, no hay duda, virtuosismo de Jon a los teclados y a la voz, a la cadencia salteada por la originalidad de Lasto al bajo. Asociado a las voladoras baquetas de Andoni, capaz de no perder el tempo ni las inesperadas salidas del resto o la pérdida completa de Roberto a las seis cuerdas, éstas, poseídas por su actitud. Generando un reconocimiento final a su impredecible y brutal exposición de su proyecto, con esa energía que lleva a cada creador a no conformarse con ninguna de sus creaciones para seguir creando, una cerradísima y sincera ovación que les acompañaría, horas más tarde, a su regreso, quizá, a su Encélado para, no hay duda, volver por éstas tierras y poder disfrutar de la excelente originalidad de “entropía”.



A buen seguro, “The Mothercrow”, nació como un reflejo de sus componentes, Karen Asensio, voz; Claudia González, bajo; Max Eriksson, guitarra y Pep Carabante, batería; como la proyección del disfrute y, no manejo, sino encarnación de sí mismos en rock, blues, psych, soul setentero de rabiosa actualidad. Y, con esa premisa, ascendieron al escenario desplegando ese carácter que convierte a quién les escucha y ve, en irremediables seguidores de su trabajo y, desde luego, en compañeros eternos de una carrera cuyo fin es imposible de entrever. El entusiasmo que les provocó, una vez más, enfrentarse a una sala a reventar, no les cegó a la hora de entregar esa proyección, no ya sólo la de la presentación de su primer álbum, “Magara”, sino de muchos de sus trabajos anteriores y de homenajear a quienes, para ellos, han marcado mucha de su trayectoria. Tampoco se dejaron arrastrar por una aptitud pagada de idolatría, bien al contrario, “The Mothercrow”, es una banda cercana y honesta como su público, al que no cejó de agradecer su presencia, su apoyo y, aún más, su compañía.



 Comenzando la ilusión de la noche con el primero de los diecisiete temas que tenían preparados para esa cita tan importante, uno de los nueve que componen “Magara”, su primer álbum, “Stone”. El riff de Max, casi amenazando con lo que le espera al público con esas seis cuerdas, respaldado, casi en el acto, por las cuatro cuerdas de Claudia, las baquetas de Pep y la voz de Karen, calma con ligeros ascensos, silenciaron al público hasta que un -¡Yeah!-, sirvió de riuptura para elevar todo por los aires sin perder el tono blues antes de volver a sus orígenes, a “Hard Attack”, psicodelia progresiva antes del funky de "Jaw to the law". No hay duda que, ya antes de entrar, con un “no hay entradas”, el respetable está mucho más que rendido al grupo que va a presenciar, pero cuando son como “The Mothercrow”, que consiguen que cada concierto sea mejor que el anterior, el público delira sorprendidos como si fuese la primera vez que los ven.



 Con un animal de escenario como Karen, alma y esencia de la banda, cuyo manejo de su potentísima y maleable voz es capaz de llegar hasta el último rincón del sentir de su audiencia. Claudia, necesitada de palpar el mundo a través de sus pies desnudos, a la altura de míticos bajistas es capaz de convertir el grave sonsonete de su bajo, en un sonido con autoría mucho más allá de la simple cadencia y, desde luego, incapaz de mantener una postura estática en el escenario o de no interactuar con su público. Pep, que en algunos momentos es posible considerar que no se encuentra al fondo del escenario, sino entre el público, golpeando las baquetas sin perder el ritmo y, a la par, mostrando que el conjunto de instrumentos que es en sí misma es la batería, permite por sí sola ir más allá del simple metrónomo. Max, la agudeza siempre esperada del rock, con esos constantes rasgados y punteos de sus seis cuerdas que el respetable desea que no acaben jamás. “The Mothercrow”, unas bestias del escenario que se niegan a que el concierto anterior, sea mejor que el actual, lanzados a “Mantis”, “On the road”, “Your hell” o “Gaun (Lo-Kanta), una nana en euskera repleta de folklore donde Claudia muestra su maestría con la flauta travesera y Martí Moreira al bajo.



 “Working man” y “Forevermore”, antes de su particular homenaje a los grupos que han marcado su savoir faire, conscientes que, su público, no iba a entender como un relleno o un recurso, bien al contrario, como un regalo a ellos. Antes de “Mescalito” y “Revolution”, éste último una analogía de levantar el dedo anular con la elegancia característica de “The Mothercrow” que lleva al público, indefectiblemente, con ellos en la cabecera, frente a unos antidisturbios eclécticos. Desaparecidos ante su nuevo homenaje a otra banda, “Grand Funk Railroad”, antes de la brutal “Lizard Queen” donde es necesario un pequeño instante de silencio para retomar fuerzas y, tras volver a invitar a Marti Moreira al bajo y al ingeniero/productor  de su disco Alberto Pérez de “Sol de Sants Studios” a los teclados y, de nuevo, Claudia a la flauta travesera, se lanzaron al tema que da nombre a ese primer álbum que presentaban esa noche, “Magara”.



 Un tema más crudo que cañero cargado del animismo que predica, transportando al respetable algún desierto de esa explotada tierra culpable, en parte, del origen de la especie humana. Para, inmediatamente, retomar el blues rock de “Ashes”, con el que penetrar en el corazón de su audiencia, reticente al final que se avecina con “Swat It”. Una nueva definición de “The Mothercrow”, “Swat it” es el pase que permite al público, su gente, sentirse parte real de la banda, cantando con ellos, admirando la destreza ya mostrada de Pep que, si ya antes, parecía estar entre el público, en ese solo que les regala, asemja estar en cada rincón de la sala. Ésta, convertida en un antro semioscuro con un ambiente de camaradería y diversión gracias al esperado directo brutal de “The Mothercrow” que, como siempre, no sólo no decepcionó sino que volvió a sorprender a todos y cada uno de los que atestaban el local. En una noche donde, proyectar, se convirtió en realización con el testigo más incontestable que puede haber en el mundo de arte, el público. Valorando y encumbrando mediante vítores y aplausos a dos bandas, ambas presentando su último trabajo, “Magara” e “Invisible”, llevando al respetable y a la misma Sala Rocksound, a lugares que no existen pero que ellos hacen reales, “The Mothercrow” y “entropía”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez

viernes, 24 de mayo de 2019

Kuzu + Vandoleras + Escarlates - Sala Veles e Vents

Kuzu + Vandoleras + Escarlates
Sala Veles e Vents - Valencia
 24.05.2019

Todos lo que leéis esta revista y buscáis a las bandas valencianas para leer los artículos, ya conoceréis a Iziar Kuriaki y su modo tan característico de escribir. Pero en esta ocasión, el señor Kuriaki no pudo asistir a la Femme Night Music que se celebró en la sala Veles e Vents de Valencia, así que escribiré estas palabras por él, ya que es un concierto que no podemos dejar en el olvido.

 El primer grupo que daría paso a una noche de puro buenrollismo sería Kuzu Cumbia. Definido por ellas mismas como “cumbia feminista contra el machista”, nos deleitaron con una música tan animada, y a la vez sincera, que hasta los asistentes al mitin de uno de los partidos políticos de derechas con más influencia en Valencia, temblaron, sudaron (y yo creo que hasta lo disfrutaron). Sí, justo al lado de la sala teníamos un evento político contrario a muchas de las ideas que se expresaron esa noche, pero no hablaré de política pues, no quiero amargar la crónica de estos tres grupazos.



Kuzu está formado por tres mujeres, Blanca, quien lleva las riendas de la voz principal, Andrea, flauta travesera y coros y Helena, a quien se le puede acuñar cualquier instrumento de percusión que exista en este planeta (bien lo demostró durante la noche, cambiando de la batería a los bongos cuando lo creía oportuno). Esta formación dinámica evita que te puedas aburrir en cualquier concierto suyo, ya que hacen de cada canción una experiencia diferente, algo que no todos los grupos son capaces de hacer. Al no haberlas visto ninguna vez en directo, iba con pleno desconocimiento de qué iba a escuchar, la única canción que me sonó fue Privatitza, single grabado de la mano de Mark Dasousa que tienen disponible en sus redes sociales. Si os gustaría entender todas estas palabras, os animo a que lo escuchéis.


El ecuador del concierto corría a cargo de Vandoleras. Virginia, Mireia y Cate son las encargadas de hacer felicidad en este grupo. Sí, por supuesto que hacen música pero, lo que sientes cuando estás en un concierto de Vandoleras es felicidad. No era la primera vez que disfrutaba de su directo, por ello en este caso, sí que sabía que me iba a encontrar, aún así, consiguieron sorprenderme. Virginia a la voz, guitarra y violín se desenvuelve en el escenario con pura garra. Allí nadie sabía que podía pasar pues, Virginia no te lo dice, solo transmite y esas sensaciones son las que tú tienes que interpretar. Acompañando a la guitarra está el teclado, Cate no deja indiferente a nadie. Su arte para pulsar cada tecla te atrapa desde el primer momento en el que escuchas una nota, si entras a este concierto ya no vas a poder salir hasta que acabe - y olvídate de ir al baño aunque te estés haciendo pis, no vas a poder dejar de mirarlas-. Pero como todo grupo debe tener una base férrea y ahí estaba Mireia con el cajón y el saxo para acabar de compactar toda la musicalidad de la noche.



Pero ¡eh! Esto no acaba aquí, ¿dónde crees que vas? No puedes perderte a Escarlates la última banda de la noche. Si los anteriores grupos constaban de tres mujeres cada uno, Escarlates son seis.

 Esther a la voz, Mar L. voz y trompeta, Mar B. saxo y percusiones, Carmen batería y voz, Paula al bajo y Lucía a la guitarra. Seis mujeres que tienen una compenetración tan excepcional, que te sumerges en sus canciones. Cuando vi por primera vez el cartel para acudir a este concierto, mucha gente me decía que Escarlates llevaban muy poco tiempo pero, a su vez, estaba compuesto por músicas con mucha experiencia. Y yo pensaba, no debo perdérmelas.

 Exactamente, hubiera sido un error imperdonable perderme a esta banda, porque lo que hicieron esa noche consiguió que no cerrara la boca en dos días. Música reggae fusionada con el ska y, a veces, hasta blues si te sumerges en los solos y técnica de Lucía. Con un directo de pura energía que contagió a todo el público desde el principio, pasábamos la última banda de la noche. De hecho, se me acabó el carrete de la cámara, por lo que decidí ponerme a bailar y a saltar tan alto como mis piernas me dejaban -soy paticorta y saltar alto es complicadillo-



Me he declarado fan incondicional de las tres, ya les he dado mi “me gusta” en Facebook -si no perteneces a las redes sociales, no eres realmente una fan- y son bandas que iría a ver una y otra vez, porque nunca me cansaría.

No me ha hecho falta decir que no hubo presencia masculina encima del escenario, tampoco me ha hecho falta mencionar mil veces que son mujeres, porque creo en la normalidad. Creo que si estás leyendo este artículo te da igual leer “Lucía” que “Ignacio”, porque ambxs son personas que hacen música independientemente de su género.

Este concierto tenía un toque social y reivindicativo de demostrar la presencia femenina en el escenario, algo que es de vital importancia ahora mismo pues, siguen sin tomarnos en serio a las mujeres. Espero que algún día cambie todo esto y…¿sabéis qué? Gracias a acciones como este concierto, poco a poco se cambiarán esas conciencias. Solo me queda daros las gracias, Kuzu, Vandoleras y Escarlates, no por la noche que nos hicisteis pasar

 -que también- sino por vuestra lucha, vuestras palabras y vuestra energía.

¡Mujeres teníais que ser!

 Texto y fotografías: Iosune Kuriaki.

domingo, 19 de mayo de 2019

Band of Friends - Razzmatazz 3

Band of Friends
Razzmatazz 3 - Bcn


Existe una excepcionalidad, rayano al dos por ciento de la población, que ostenta sin ambages la mutación del gen receptor de la melanocortina 1, esto es, son pelirrojos. Un reducidísimo grupo humano que, en éste caso sí, les hace ser diferentes. No sólo por la evidencia de su piel y, desde luego, su pelo, sino por su extrema sensibilidad a los analgésicos, su extrema sensibilidad a los cambios de temperatura o su extremo riesgo a sufrir ciertas enfermedades. Esto es, son seres excepcionales que, si bien, es difícil no cruzarse con alguno a lo largo de la vida, son extremadamente enrevesados de encontrar. Casi en un tanto por ciento similar a los genios a lo largo de la historia, éstos, casi como los pelirrojos, se pueden contar en nuestro entorno más cercano con los dedos de una mano y, en ocasiones, nos sobran todos los dedos. De esos pocos, no ya pelirrojo, pues no lo era, pero sí bajo el título de rey pelirrojo, con el que mundialmente se tuvo el placer de coincidir, fue un Rory, autóctono de las tierras de Hibernia, donde quizá nos empiecen a faltar manos para contar pelirrojos pero nos sobren dedos para contar maestros del blues y el rock’n’roll. Un sólo dedo necesitaremos para enumerar a Rory Gallagher, una bestia de esa dividida ínsula de la fertilidad,, a quien nadie quiere dejar de contar con sus dedos y, especialmente, unos colegas, en el sentido más amplio del término en cuanto a compartir profesión y devoción y esa amistad que traspasa tiempo y fronteras. Que, como parte de su gira por ésta maldita tierra de conejos, no tuvieron manos suficientes para contar el público que, de la mano de “R.M. Concert Promotions”, llenaron la Sala Razzmatazz 3 de la siempre Layetana ciudad, el pasado día diecinueve de mayo, para verles mostrar un muchísimo más que “coleguismo” a ese Rory eterno, “Band of Friends”.



Marcel Sherpenzeel, guitarra y voz; Gerry McAvoy, bajo y Brendan O’Neill, batería; conscientes de esa reacia actitud de una buena parte de seguidores del mundo de la música hacia las banda homenaje, realizaron un ejercicio de compañerismo, devoción y, por encima de todo, como le gustaba a Rory, compartir instantes de memorable música, diversión y ralea musical. Iniciando la noche con el tema “The last of the Independents”, mostrando nada más comenzar que, además de ser la elección acertada de Gerry para acercarse al magistral Rory, Marcel no es una extensión de su guitarra sino que, él mismo, es parte de esas locuaces seis cuerdas. Haciéndolas hablar casi, como su eterno maestro, ante la emoción de un público que, si estaba presente, ya rendido, cayó subyugado ante él deseando, sin desear que acabase el tema, que finalizara el tema para darle la primera ovación cerrada.



 La iniciática aclamación que, como no esperaba menos Gerry, animador incansable sobre el escenario interactuando con el público, además de una bestia parda con las cuatro cuerdas, se convirtió en leitmotiv de la noche ante la sorprendente magistralidad de Marcel. Que, desde luego, sin hacer olvidar o superar al maestro Rory, consiguió, no sólo él, evidentemente sino también Gerry y, desde luego, el muchísimo más inspirado que un metrónomo a las baquetas, Brendan, retrotraer al respetable a cualquiera de los muchos conciertos de Gallagher. “Shin Kicker”, “Do you Read Me”, “Public Enemy Nº1” o la emblemática y compleja “A Million Miles Away”, con la envidiable técnica de "Clawhammer Picking", con la que ya desbancó por completo al respetable y el concierto se convirtió en un baño de sudor, frenesí y fiesta que se ensalzó con “Tatto’d lady”, “Bought and Sold”, "Bad Penny” o “Shadow Play”.



 Con las que, siempre se le echará de menos, consiguieron durante casi dos horas hacer disfrutar a un público ávido de más “Band of Friends”, cerveza, blues, rock and roll y un que no acabase la noche. Sin embargo, con una versión de la versión del tema de “William Hams”, “Bullfrog Blues”, haciendo casi una analogía entre dejar de pensar en la puñetera rana toro y su insoportable croar y el fin del concierto. Los colegas de Rory, “Band of Friends”, se entregaron exprimiendo hasta la última de sus fuerzas y expirando hasta la última gota de sudor con los postreros punteos y rasgados, golpes a las cuatro cuerdas y vuelo de unas baquetas que asemejaban no ser ellas las que extraían la arritmia del ritmo. Extenuando a un respetable que, aunque deseaba que el Power Trío no acabase nunca, ya casi no se aguantaba ni los pedos de la brutal entrega de carácter, jaez y respeto al maestro Rory que habían recibido.



 Convirtiéndose casi, los colegas de Gallagher, en otra de esas excepcionalidades contadas con los dedos de una mano que, esa noche, invitados por “R.M. Concert Promotions” en “Razzmatazz 3”, consiguieron que resulte casi imposible reunir las manos necesarias para plasmar los incontables adjetivos que describan su inenarrable actuación, la de “Band of Friends”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Antonio Rodriguez García



sábado, 18 de mayo de 2019

Deskartats - Festa Major de Sant Boi 2019

Deskartats
Festa Major de Sant Boi 2019

Cuando el Ska es el lenguaje común.

Resulta difícil entender como una banda como Deskartats formada por once músicos pueden actuar en locales como La Masia de Sant Boi con un escenario más bien diseñado para el clásico grupo de cuatro, pero el concierto de ayer era otra cosa, fiesta mayor de la ciudad y pagado por el ayuntamiento, eso supone una garantía en cuanto a infraestructura. 
Una carpa inmensa albergaba un escenario con un sonido y luces que pocas veces se pueden ver. Ahí es donde un grupo como Deskartats se siente cómodo con el espacio suficiente para realizar su show sin apretujones entre ellos mismos.



Aunque en un principio parte del público andaba un poco perdido debido a que no muy lejos de allí tocaba también Rosario. Una vez  solucionado el despiste de a quien voy a ver, resulta que Deskartats tienen una gran cantidad de seguidores que esperaban con ganas el inicio de la fiesta.
Y la fiesta empezó de la mejor manera posible, siempre con unas bases Skataliticas fueron desgranando un repertorio que tenían más que ensayado.
Una mezcla de temas propios con alguna versión como “Jamaica Ska” o “Manolo Rastaman” de los Kortatu consiguió que el público allí presente disfrutara con esos ritmos con un impecable sabor caribeño.



Miquel el cantante me recordó un poco a “John Belushi”  de los “Blues Brothers”  ataviado con su traje negro, sombrero y gafas de sol estuvo todo el concierto moviéndose de arriba a abajo en ese inmenso escenario que se le debía hacer interminable.
Mónica, la voz femenina se desenvolvía con total naturalidad, con mucho estilo en sus movimientos y una voz que entra perfecta en el estilo de la banda.
Sección completa de metales, saxo (Noe), trompeta (Francesc) y trombón (Pedro), dos guitarras (Txus y Sebas), (Marc) a la batería, llevando de una forma correctísima el ritmo, (Carri) a los teclados, (Ruper) al bajo y (Mario) a la percusión.
Siguieron sonando temas como (Días de lluvia, Xapats a L´antiga, Trump, Indignats, Sucio, Ska Roll y alguna canción nueva que presentaron.



Pequeña interrupción debido a que una cerveza quiso entablar amistad con los cables del teclista y que obligo a parar diez minutillos hasta que los técnicos lo solucionaron, pero ahí estaba Miquel con su saber estar y entretener al personal, cosa que es de agradecer en situaciones como estas.
Hora y media de concierto nos dejo a todos satisfechos y con ganas de más Skas, pero los horarios siempre mandan.
Sin duda nos encontramos ante una banda de futuro prometedor y desde La Hormigonera les deseamos lo mejor.
Que nunca te falte un Ska para bailar.

Texto: Miguel Alférez
Fotografías: Manuel Alférez

viernes, 17 de mayo de 2019

The Jets + La Perra Blanco Trio - Almo2bar

The Jets + La Perra Blanco Trio
Almo2bar - Bcn


Si algo tiene el lenguaje es que, sin perder su origen, evoluciona y se adapta a los tiempos según las necesidades de sus usuarios. Por ejemplo, celebrar, originalmente, significaba concurrido, frecuentado, numeroso o abundante y, por tanto, antónimo de desierto, abandonado. Hoy en día, se entiende como una fiesta conmemorativa de cualquier hecho y, desde luego, continúa manteniendo su original significado pues, una celebración que no sea concurrida, no es más que un fasto unipersonal, celebración, sí, pero sin mucho boato. Y, quién es capaz de convertir cualquier cita musical en mucho más que un festejo, en auténtica celebración tremendamente concurrida, invitando a las mejores bandas clásicas del mundo y de la península, sean éstas originales o contemporáneas, en esa siempre Layetana ciudad tan necesitada de anfitriones como ellos, es “Atomic R’n’R Club”. Con Tito Roselló al frente, el pasado diecisiete de mayo, volvieron a atestar una sala, en éste caso “Almo2bar” situada en uno de los emblemáticos corazones de la layetanidad, con nada menos que la celebración del cuarenta aniversario de “The Jets UK” y la presentación en sociedad presencial, pues ya tiene un bagaje internacional, de “La Perra Blanca Trío”.
Frente a un público que, en algunos casos, se toma lo de celebración más como una cita social o festejo ceremonial asistiendo con las galas de aquellos tiempos originales en los que la cintura del tejano no era baja, ascendieron al escenario “La Perra Blanca Trío”.



 Alba Blanco, guitarra y voz; Guillermo González, contrabajo y Juan Andújar, batería; iniciando con “Doggy Rack”, su admirable y respetuosa interpretación del lenguaje rock’n’roll de los cincuenta con influencias de rhythm and blues, góspel, hillbilly, rockabilly, country y ese desparpajo sureño peninsular que los convierte en instrumento de una necesaria evolución que, de ninguna de las maneras, intenta olvidar sus raíces. Con once temas, tras la Intro, en los que, incluso los más puristas, tuvieron que rendirse ante éste Power Trío, donde su cantante, Alba, sorprendía tras un perfecto inglés, con frases en las que traducía el nombre de las canciones y evidenciaba la connotación sexual de ellas. Es decir, capaces de convertir clásicos románticos en contemporáneos temas cargados con la libertad de expresión actual sin cambiar una sola palabra y, desde luego, una sola nota pero, sin dejar de sonar a ellos, a “La Perra Blanca Trío”.



 Creando una auténtica fiesta rockabilly donde el contrabajo de Guillermo, en ocasiones y sin explicación coherente, seguía sonando por encima de su cabeza o ambos, Guillermo y Alba, rasgando y golpeando las cuerdas entre un público entregadísimo y sudoroso. Porque, lejos de deberse a la ubicación subterránea de la sala “Almo2bar”, bien acondicionada, éste Power Trío, hizo sudar y mucho a un respetable que, sin cegarse por la espectacularidad, de Guillermo con sus batacazos al contrabajo o con las rebeldes rastas de Alba, no perdía de vista a Juan, parapetado tras sus baquetas cerrando y abriendo el ritmo con la misma excepcionalidad y espectacularidad que sus compañeros.



 “La Perra Blanca Trío”, no una bocanada de aire fresco, sino un huracán cargado con los aires de aquella tierra fortificada del océano atlántico que los fenicios convirtieron en punto importantísimo para su comercio que, quien los descubrió esa noche y, desde luego, quien ya los conocía, ha comenzado a entender realmente, que el rock & roll nunca muere adaptándose sin perder su originalidad a las nuevas formas del siglo. Con la voz y el increíble manejo de la guitarra de Alba, la viveza del contrabajo de Guillermo y el vuelo cadencioso de las baquetas de Juan, “La Perra Blanca Trío”.
Y de la contemporaneidad al clásico celebrando su cuadragésimo aniversario sobre los escenarios de unos hermanos, los Cotton, embelesados por sus invitados y por el clima candente y explosivo que habían dejado los anteriores. “The Jets UK”.



 Bob Cotton, contrabajo y voz principal, Ray Cotton , guitarra y coros y Tony Cotton, batería y coros, ascendieron al escenario con la familiaridad de la veteranía y, desde luego, conocedores de que el público, ya antes de ascender, estaba rendido a su música. A sus cuarenta años de rockabilly, con ese sello tan identificativo de quienes campan por esas tierras del mitológico Rey Arturo, y con una denominación de origen de unos Cotton, que han conseguido adherir a una ingente cantidad de personas en el mundo a su particular forma de decir las cosas a lo largo de cuatro décadas. Comenzaron a repasar todos sus grandes éxitos empujados por un respetable que consiguió retrotraer a la sala Almo2bar, a una época, la de los años cincuenta, donde la fortaleza del tupé, únicamente podía ser doblegada por la debilidad de una trenza rockabilly.



 Y, si ya con “La Perra Blanca Trío”, la sala pareció estallar de júbilo y energía, con “The Jets” estuvieron a punto de implosionar y hacer caer el edificio entero. La guitarra de Ray, cómo no, dejaba en la sala ese sonido tan característico, a la par del contrabando y la voz de Bob, carismático donde los haya y las baqueta de Tony, siempre ahí y siempre arriba, coreados por un público ansioso de “Rockabilly BaBy” o “Yes Tonight Josephine” y el resto de sus hits bailando, cantando y vitoreando a unos “The Jets” moviéndose casi como cuando empezaron en aquellos finales de los años setenta.



 Y que, cómo no, finalizaron con “Bolt of Ligtining”, ese rayo que termino de fulminar a su público, muchos sin chaquetas y todos sudorosos por la gran fiesta. La celebración, una vez más, tremendamente concurrida organizada por “Atomic R’n’R Club”, mostrando un clásico de pasado, presente y mucho futuro y un contemporáneo con presente y un tremendo futuro, “The Jets UK” y “La Perra Blanca Trío”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez