Hombre Lobo Internacional + Rumpelstinkin + No Name Band
Fiestas de Gracia 2016 - Calle de la Perla
La iglesia del convento de ‘Sant Josep’, “Mare de Déu de Gràcia”, debe su nombre al hecho que llevó a una parte de fieles descendientes de Sara, a convertirse en sectarios seguidores del "favor no merecido", así entienden los teólogos esas dádivas o regalos entregados por una deidad a sus feligreses. Cuyo fruto no fue otro que convertir en padrastro a un amotinado que sustituyó la sacrificada vida de las leyes de un rey llamado David, esposo de Sara, por la artesanía de la madera. Un inverosímil hecho que, paradójicamente, entre las muchísimas causas, la mayoría deleznables, basó el sinsentido de su existencia en contra de la propia naturaleza, ocultando tras la sombra de una serpiente y una manzana la figura de la base de la existencia. No sólo de forma natural, sino incluso teológica pues, al fin y al cabo, el hijo del carpintero se erigió en razón para que algunos grupos de fieles seguidores abandonaran la estrella de cinco puntas y le siguieran a él. No obstante, la causa, el hecho en sí mismo, fue aquella ‘gracia’ recibida de una supuesta deidad convertida en milagrosa concepción y, por ende, en la inherente e insustituible magnitud de la base de la fecundación, la matriz. Ese órgano sin el cual, el regalo, jamás habría podido eclosionar y, desde luego, la historia, a buen seguro, habría sido bien distinta. Como, no hay duda, diferente habría sido el nombre de aquella Vila, donde aún se encuentra el mentado edificio de culto, hoy en día convertida en importante barrio de la siempre layetana ciudad, el “Barri de Gràcia”. Tradicionalmente, a expensas de esa nomenclatura cuando menos abstracta, volcado en la defensa de las libertades indiscriminadas, donde la “gracia” se encuentra en el pensamiento y, el fruto de ésta, en los distintos movimientos culturales cuyo máximo reconocimiento queda reflejado en sus globalmente reconocidas “Festes de Gràcia”. Engalanando las calles con el talante de la herencia contracultural de una tierra de cultivo convertida en terreno artesanal y de convivencia, con marcadas zonas artísticas y profesionales, como el “Barrio del joyero”, repartido entre las ya desaparecidas calles Esmeralda y plata, pero aún con la Plaza del Diamante, la calle del Oro, la calle del Rubí, la calle del Topacio y la calle de la Perla.
Ésta última, quizá como esa secreción interna natural y accidental del interior de algunos moluscos, capaz de crear esa joya tan venerada mostrando, con las mismas formas del resto de las calles del “Barri de Gràcia”, una ambientación obligadamente muy hortera, al ritmo ochentero de la música Disco y los patines, con su tema de éste año “Roller Disco”. Una vez más dejando bien alta la herencia del parterre que ocupa con sus actividades y festejos, además de las diversas actuaciones en directo como la que ofreció el veinte de agosto, con un cartel excepcional, “Rumpelstinkin”, “Hombre Lobo Internacional” y “No Name Band”. Al escenario, cuando las luces iluminaban las calles y la Luna se encontraba bien alta, ascendió en primer lugar ‘Paul Chaney’, el hombre orquesta, abandonando su guarida para mostrar su música, como el “Hombre Lobo Internacional”.
Mordido desde pequeño por el Rock and Roll clásico, el Blues y el Punk, además de versionar a grandes bandas como “The Cramps”, “Chan Romero”, “TheTrashmen”, “Hasil Adkins” y otros, compone sus propios temas de Trash Blues, Psychobilly y Rock and Roll, “The monster Freedom”, “Nothing on the table” o “Wolfman Stomp”, entre otros. Provocando que el público que atestaba la encrucijada y las calles, se deje llevar por sus manos, sus pies y su voz tocando guitarra, batería y micro a la vez, sin que una nota o un aullido se escape más allá de su voluntad. Un espectáculo sorprendente con la oscura calidad del licántropo subyugado al poder de la buena música, cuya ‘gracia’ es la del poco ensayo y el mucho tocar antes de que la Luna deje de estar llena. Esquivando unas balas de plata que, no hay duda, su voz, sus manos y sus pies, consiguen rehusar con esa burbuja creada por el carácter de sus letras y el indiscutible superior pelaje de su música. Bien distinta, no hay duda, de aquella con la que están tocados, quién sabe a qué ‘gracia’ es debido, los siguientes en ascender al escenario una vez, “Hombre Lobo Internacional” dio por terminada su actuación para desconsuelo de ‘los y las perlas’ que atestaban la calle. Si bien, casi momentánea, porque, “Rumpelstinkin”, con ese talante maligno del duende que les da nombre, volcado en la denuncia del abuso del poder político, rápidamente tomaron el entablado y, con él, encrucijada y calles adyacentes.
Ar Stinkin, voz y bajo; Walter Enríquez, guitarra y voces; y Ángel ‘El Demonio’; batería y voces; comenzaron a mostrar un punk rock de ese “Del lado de los malditos” que da nombre a su último trabajo y que, no hay duda, muestra a la perfección esa ‘gracia’ con la que han decidido estar tocados. Con temas como “la Bola”, “Animalízate”, “De mal en peor”, “Welcome to Holy Spain” o el mismo, “Del lado de los malditos”, arrobaron y animaron aún más la voluntad del respetable. Esos y esas “perlas”, que se aglomeraban frente a ellos moviéndose e, incluso, tarareando al son de la cazallera voz de Ar y el golpeteo de su bajo, en perfecta sintonía con la carencia de ‘El Demonio’, golpeando a buen ritmo bombos y platillos, sin perderse en los punteos y rasgados de Walter, virtuoso de las seis cuerdas. Enalteciendo esas letras combativas y comprometidas subrayadas por la ufanía de la verdad con un toque irónico y desenfadado que acabó con su particular versión del tema de ‘Police’, “Message in a Bottle”, provocando que ese público, muchos seguidores, otros descubridores, se convierta, a buen seguro, en acérrimos adeptos de ésta banda punk rock callejero de altísimo nivel, “Rumpelstinkin”. Como mostraron, in situ, muchos de esos y esas ‘perlas’, agasajando a los tres músicos una vez dejaron libre el escenario para el tercer y último grupo, “No Name Band”, la banda sin nombre pero con una denominación de origen que hunde sus raíces en la historia de la música.
Assumpta Caihuelas, teclados y voz; Pitu Parrado, guitarra y voz principal; David Ocaña, guitarra solista y voz; Manuel Alférez, bajo; Edu Rocket, saxo y voz; y Manel Palacio, batería y voz; ascendieron al entablado para tocar quince tributos a clásicos del punk y del rock de los ochenta. Desde ‘Cicatriz’ a ‘Parálisis Permanente’, pasando por ‘Kortatu’, ‘Siniestro Total’, ‘La Banda Trapera’, ‘Decibelios’, ‘Eskorbuto’ o ‘La Polla”, con temas como “Jimmy Jazz”, “Historia Triste”, “Soy un macarra”, “Salve”, “Curriqui de barrio”, “Barna 92” o “Mierda de ciudad”. En el que fue su segundo concierto como formación el sexteto, ésta vez quinteto en la mayor parte del tiempo salvo en el último tema, cantado por Edu que, finalmente, aun cuando no estaba previsto pudo asistir aunque sin su eterno compañero, el saxo. Mostró a esas y esos “perlas” las incontables tablas y calidad que poseen, encabezados por Pitu, con su guitarra cantando la mayoría de los temas sin perder, en ningún momento, su estampa rockera. En completa sintonía con Assumpta, apostada tras su teclado moviéndose en todos los ritmos y cantando casi como si hubiera sido ella quien compuso los temas.
Y con el estilo más metal de David, haciendo volar los dedos sobre las seis cuerdas de su guitarra transportándonos, en cada tema, al concierto más emblemático de cada uno de los grupos tributados. Sin olvidar, desde luego, a Manolo, con su eterna figura tras el bajo, ésta vez sin traje, más sport, golpeando las cuatro cuerdas y haciendo llegar ese sonido grave hasta el último rincón de la calle y adyacentes. Sin perder la cadencia de Manel, el batería, que además se atrevió a cantar uno de los temas demostrando, una vez más, que la sempiterna figura del de las “batacas” da para mucho más que simplemente marcar el compás. Una métrica, la del grupo entero que acabó con “Ciutat Podrida” cantada por un pletórico Edu que consiguió mantener el estado de ánimo de un público, los y las “perlas”, completamente entregado ovacionando y coreando cada uno de los temas. Negándose a dar por terminada la noche de buena música mientras, tras aclamar una vez más a ésta nueva banda, alejarse resignados imbuidos por esa ‘gracia’ de los grupos tarareando, quién sabe, “Aprieta el gatillo”, “Wolfman Stomp” o “Del lado de los malditos”. Con la pátina de ese “Barri de Gràcia”, alejado del abstracto uso de su nombre, de una ‘gracia’ que, esa noche, fue repartida como ‘favor no merecido’ y, desde luego, no según la acepción teológica, sino con la forma del merecimiento innato. Y que, para mayor muestra del talante particular de ‘los y las perlas’, acertaron con todas las actividades y conciertos, como quedó patente esa noche en su emblemática Calle de la Perla, con la elección de un cartel de auténtico lujo, “Rumpelstinkin”, “Hombre Lobo Internacional” y “No Name Band”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Flaudio Gouon (Hombre Lobo Internacional) - Anónimo (Rumpelstinkin) - Ferran Siuró (No Name Band)
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