sábado, 28 de abril de 2018

Ramoncín - Pamplona

Ramoncín
Sala Indara - Pamplona


RAMÓN ERES EL PUTO AMO. Las paredes de Iruña aparecieron pintadas con este lema aquel lejano 5 de Mayo de 1984. Ramón visitaba la ciudad y esta se rendía a sus pies. En aquella época cada vez que Ramón visitaba una gran ciudad todo se paralizaba. Este hombre le pese a quien le pese es un referente cultural incontestable de la España de final de siglo XX. Como lo son Miguel Ríos, Serrat, Umbral o Cela. Cuando en un futuro se hable de rock nacional él debe aparecer en los altares. Aunque en un país en el que se tienen más en cuenta las sombras que las luces, y fomenta más los olvidos que los recuerdos nunca se sabe.
Así que su visita a Navarra era obligada, es una de sus plazas fuertes y él lo sabe. En Iruña se adora a Ramón y como prueba de ello la sala presentó una magnifica entrada.



Hacia un par de meses que había asistido a su concierto en Barcelona, así que no esperaba grandes sorpresas pero sí que las hubo. Lo primero que me sorprendió es que la banda sonó incluso más compacta que en Barcelona. Nada tiene que envidiarle a la banda que le acompañaba a principios de los 90. David Castello y Miguel Jiménez marcan el tempo con una precisión aritmética, llevan a la banda en volandas. La dupla guitarrera que conforman Oscar Castello y Manuel Silva se complementan  a la perfección, el primero más elegante y estilista el segundo con un estilo más sucio y potente. Jesús Varas es todo un mago de las teclas. No queda hueco que él no rellene con maestría, todo un seguro de vida. El violín de  Carlos Gonzalvo  le da a las canciones un matiz más folk que lo acerca a músicos como Ryan Adams o John Hiat.



El repertorio volvió a ser equilibrado e irrebatible. Comienzo vertiginoso con Putney Bridge en el que siempre se me queda la vida detenida, pugnando inútilmente por volver a tiempos remotos. Aunque soy  consciente que en el presente se encuentra la única verdad, puesto que ni nos miente la memoria ni nos induce a engaño la imaginación.
La complicidad y afinidad con el público se prolongó durante toda la velada, con un Ramón matador que en ningún momento dio muestras de decaimiento.
No hace dos conciertos iguales, solo cambiando un tema de posición ya hace que el concierto se perciba desde otra óptica. Un “Angel de Cuero” demoledor hizo que su voz flotase en la quietud de la sala, el público no perdía ripio. 



Todos sus clásicos fueron cayendo uno tras otro, para cuando llego el momento de “Veneno” la plaza ya se había rendido al Sheriff.
“Estamos Desesperados” marcó la recta final. Llevo más de 30 años escuchando esa canción al inicio de sus conciertos y escucharla en la recta final fue toda una sorpresa.  
La manida “Hormigon Mujeres y Alcohol” puso a prueba la resistencia y las cuerdas vocales del respetable que incansable estaba dispuesto a alargar la velada hasta el infinito. 



“Al Límite” fue la encargada de cerrar el show pero no sin antes obsequiarnos con la última sorpresa de la velada. En medio de le ejecución del tema comenzaron a sonar los primeros acordes de “El Circo Del Rock And Roll” y en ese momento supe que algo muy cimentado en mi iba a sufrir una convulsión. Tema perdido en el tiempo que en su día adopte como himno de mi juventud ya extinta.
Ramón está en un estado de forma envidiable, canta como nunca, sus canciones forman parte de la memoria colectiva y la banda que lo acompaña es portadora de una calidad incuestionable. Así que si toca cerca de tu ciudad no te lo pienses. Vivirás más de dos horas del mejor Rock and roll.
   
Texto: General Lee
Fotos: Maria Jose

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