sábado, 22 de febrero de 2020

Tequila - Alameda Palace

Tequila
Alameda Palace, Valencia

Tequila, era uno de esos conciertos que quería ver y escuchar con la conmoción y pasión entusiasta de cuando Tere, una amiga de mi madre, me regaló Matrícula de honor en 1978, por cierto, el mismo año que leí “El guardián entre el centeno”, yo tenía 16 años. 42 años después, cierto es, que con tres componentes menos que en la formación original pero ya se sabe ¿qué sería de Rolling Stones sin Mick Jagger? ¿Qué fue de The Velvet Underground sin Lou Reed? pues eso.

Con la fidelidad ferviente de las mil personas de mediana edad o “maduridit@s” que allí estábamos, el corazón nos dictaba que éramos merecedores de respirar, de existir, de poseer la ilusión de una de las causas más intensas que hay en la vida, la música y el final de Adiós Tequila Tour.



A parte de Alejo y Ariel que los dibujados delirios de la adolescencia no habían jaspeado pliegues a penas en sus caras, a los teclados Luis, Carlos a la guitarra, David al bajo y Lucas a la batería, son la formación que con Rock & Roll en la plaza del pueblo, abrieron la noche en el sombrío entramado del escenario, el cual se fue haciendo radiante partir de las primeras notas de la canción.

Todo el aire de la sala estaba lleno de música, como si del laberinto de un pasado remoto, renacieran Mira esa chica, Matrícula de honor, Mr. Jones, Me voy de casa, El barco, la voz de Alejo con un resplandor, carácter y tonalidad irresistible, brillaba atractiva en cada una de las canciones que estaban desgranando.



El armónico dúo-quinteto combinaban las canciones de todos sus discos de forma insuperable, Donde está mi brújula, Quiero besarte, Rock and Roll.

Ariel provoca con su guitarra un magnetismo fantástico, riffs en las melodías, de tal forma que relucía la sala como droga arrebatadora en los seres expectantes de la noche del Palace.

Sábado en la noche de Moris, la nueva Yo quería ser normal y Mucho mejor de Los Rodríguez sonaron muy bien porque habían sido minuciosamente confeccionadas y tocadas con excelente exquisitez.

Gracias a Tony Cosin y Jose Casas (siento ser tan pesado Jose) de Andsons Producciones por la acreditación, era la primera vez que estaba en el Alameda Palace y disfruté con pasión heroica a pesar de mi rotura de menisco. 



A finales de los setenta, en un evento que se llamó El Globo y que se hacía en Los Viveros de Valencia, contrataron a Tequila para tocar, se puede contar con los dedos de dos manos y media las personas que asistieron al concierto, me cuentan que: “no fue un sitio apropiado para que tocaran y el lugar estaba fuera de mano para mucha gente de su público. No era gente que hubiera pisado Los Viveros en su vida. Al final no cobraron todo el cache, hicieron un descuento porque vieron la ruina”. Desde mi punto de vista esto último les honra. Gracias a Emilio Ruiz y Tonipep por esta información.

En Valencia, como en otras ciudades, ha habido promotores que han palmado su pasta por traer a bandas que después han llenado estadios, pero que no se nos olvide, ellos fueron los que inicialmente con su tesón y su dinero hicieron, hacen y harán que nosotr@s las veamos primero y que a veces las bandas puedan llegar a tocar el cielo.



Con Necesito un trago y Salta mi melancolía volvió, eran las últimas canciones, detrás de mi cámara dejé de ser yo para transformarme en el adorador de la esencia de Tequila.  

 “No cuente nada a nadie. En el momento que uno cuenta cualquier cosa empieza a echar de menos a todo el mundo” así acaba El guardián entre el centeno de J.D. Salinger. Espero que, contando esta crónica, echéis de menos a Tequila.

Texto y fotografías: Iziar Kuriaki

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