sábado, 12 de mayo de 2018

Blueroomess - Marula Cafe

Blueroomess
Marula Cafe - Bcn


Hay lugares que, sin encontrarse en ningún lugar, es posible llegar hasta ellos, espacios inalcanzables a los que la voluntad de algunos permite acceder y, en ocasiones, incluso gracias a ese ímpetu, sin dejar de hallarse en ningún lado, son compartidos con aquellos que, no por falta de deseo, se encuentran incapacitados para arribar por sí mismos. Tierras surcadas y respetadas donde el esfuerzo, lejos de consistir en roturar, conlleva remover y, como mucho, aricar para recolectar el fruto de un esfuerzo que, pocos son los escogidos, se convierte en numen, en soplo e iluminación para otros pocos capaces de ver la luz. Y, si bien, más oscuridad que claridad es la que se halla tras los gruesos cortinajes que preceden la entrada al “Marula Café”, lugar que aglutina, cual tribales “lekgotlas” (reuniones), alrededor de esas columnas, quizá remembranza de los troncos del poderoso árbol africano del que toma el nombre, a desautorizados viandantes de senderos que llevan a esos lugares afincados en ninguna parte para dejar entrever a experimentados caminantes a ningún lugar. Como los que, el pasado día doce de mayo, asomaron e incluso descendieron del entablado tras los leños de cemento armado para un mucho más que nutrido número de anhelantes montaraces, sin abandonar su particular “Cámara azul de la confusión”, a base de una música y un estilo que, aunque compartido, lleva un sello propio de tinta color índigo, “Blueroomess”.



Presentando su último trabajo, “In Nowhere Land”, catorce temas de profunda raíz americana con colaboraciones mucho más que ilustres, desde el violín y la trompeta de Samuel García, “El Tarraco”, a Jodie Cash a los coros e incluso compartiendo voz en el tema “Never Love a cowboy” de Aisha Khan. Ascendieron al entablado con el desasosiego confuso de quién sabe, no sólo que no va a defraudar a su público, sino que le va a arrobar con su nueva creación. Salteado con la inacabable excitación de ese inicial momento en que un breve silencio, el célere y casi inexistente instante de quietud, precede a la armonía embelesada con la que van a derrumbar al respetable. Paola Graziano, voz; Juanma Casado, guitarra acústica y coros; Sergio López, batería, percusión y coros; Ignacio Sabadell, contrabajo; y Aaron Feder, pedal Steel, banjo y dobro; desde el primer instante transportaron a los presentes a algún lugar indeterminado pero completamente tangible y localizable de ese sur de bourbon y rodeo ya con “Lowlands”, el primero de la casi treintena de temas que componían el setlist.



 Con temas nuevos de ese discazo que es “In Nowhere Land” como “Sam”, “By my side”, “Sombra Blanca” o “Never love a Cowboy”, alguna versión y “Rebel Soul” de su primer trabajo, “Blueroomess”. Todos con unas profundas raíces americanas que absorben del rockabilly, blues, country, el siempre presente skiffe y, desde el luego, del rock clásico, todo ello teñido con esa pátina azul inherente a esa voz de mil registros de Paola, a las cuerdas inacabables de Juanma, rasgando la media docena de cables cual alquimista en busca de la piedra filosofal, Aaron, acariciando metálicamente el Pedal Steel o el dobro, quizá, rememorando sus propios pasos por aquellas tierras cuyo polvo asemeja estar cargado de notas armónicas, Ignacio golpeando el cuarteto de gruesas cuerdas con la prestancia de acordar una cadencia compartida con Sergio, haciendo volar unas baquetas que inician y finiquitan la armonía.



 Con invitados de excepción como Jodie Cash, demostrando una vez más porque su nombre, cada día, es más relevante dentro del difícil mundo musical en el que se mueven, Toni Espelta, el único guitarrista, posiblemente del mundo, capaz de convertir la genialidad de su sonido en un espectáculo inolvidable y, desde luego, Laura Jörres, asida a un violín con el cual es capaz de mostrar su alma. Una noche de presentación donde el azul de la confusión tiñó de diversión y calidad musical al más puro estilo americano a un público, amigos todos, incluso aquellos que descubrieron ese día a “Blueroomess”, jalonado por un paseo de toda la banda entre el respetable, con tabla de lavar incluida, con la que no sólo agradecieron la asistencia a su presentación de “In Nowhere Land”, sino que les hicieron partícipes de su trabajo.



 Como, por ejemplo, Juanma recalcando la inspiración provocada por Jordi Gil, para componer uno de los nuevos temas. El quinteto consiguió mostrar, no su deuda, sino su compromiso para con aquellos que, desde un principio, han apoyado su trabajo e, indirectamente, han hecho llegar su música a otros que, muchos de ellos, presentes esa noche de presentación, engrosaron la interminable lista de admiradores de un grupo, una banda orgullosa de su “Country Girl”. Cuya “Sombra Blanca” arribará más allá de la “Big Yeloww Moon” y, aunque no será “Suddenly”, su paulatino ascenso, cual cámara de confusión azul, se concretará con un respetable que, no estará frente a ellos, sino “By my side”. Siempre al lado de éstos elegidos habitantes de esos lugares que no se encuentran en ninguna parte y que celebraron, aún más tras la presentación, la puesta de largo de su último trabajo, “In Nowhere Land”, sorteando, eso sí, esa perenne remembranza de los fornidos troncos del árbol que da nombre a la sala, “Marula Café”, con el particular sello de su forma de entender la música de esa América profunda convertida en universal, “Blueroomess”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Jordi Gil

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