Blueroomess
Bar Forum - Bcn
La tierra, ese firme que pisamos, aún siendo similar mantiene el carácter en cada lugar, la civilización intenta modificar los asentamientos pero, incluso conmutando los nombres, es imposible distorsionar la naturaleza del carácter. Sino, como ejemplo, ‘Tallasi’, fue el nombre con que el pueblo Creek llamó a su territorio y que, posteriormente, se transformó en Tulsa. De donde procede ese ‘Tulsa sound’ con una personalidad cargada del talante indio, salpicado por un estilo que se ha convertido en parte de casi toda la música moderna procedente de una antigua acepción griega. Ésta, relacionada con genios, ninfas, náyades e, incluso, sátiros traviesos los cuales, probablemente, tomaron parte activa en la aparición de los míticos “Blue devils” cuya visión, al parecer, ligada a tristeza, melancolía o depresión, provocó el origen del “Blues”. Azules que compendian en el índigo, el tinte del desconsuelo capaz, no sólo de influir, como género musical, en la música popular del mundo entero, sino de amalgamar dentro de un abstracto habitáculo completamente azul un sorprendente arco iris creando una inesperada y, por otro lado, armónica y extraordinaria “Cámara azul de la confusión”. Pero no una confusión al estilo alocado del camarote de los hermanos Marx, sino una amalgama musical muy cercana al Tulsa sound, es decir, cualquier género originario de ese “Blues” que, aún melancólico, guarda una belleza y una euritmia embelesadora y fascinante como la que fue posible disfrutar el pasado día quince de octubre en un análogo lugar, Bar Forum. En el número sesenta y cinco de la calle Mariá Aguiló de la siempre layetana ciudad, ésta particular estancia capaz de alojar y mostrar una bien distinta gama de colores musicales, tuvo como actuación estelar a unos habitantes por autoría de esa pieza añil del engatusamiento, “Blueroomess”.
Paola Graziano, voz; Juanma Casado, guitarra acústica y coros; Sergio López, percusión; y Aaron Feder, pedal Steel; comenzaron su particular ‘mess’ con brochazos de “Grandma’s Hand” de Bill Whithers y pinceladas de “Going to California” de ‘Led Zepelin’ creando la ojiva polícroma con dos temas propios, “Blue Room” y “Rebel Soul” al que se añadieron trazos de “Guitar Rolls”, “Wayfaring Stranger”, “Sam Sam” y “Ghost Riders in the Sky” del imperecedero Johnny Cash. Un arco iris de folk, rock y blues, que mantenía alegre y eufórico a un público que, lejos de dejarse llevar por ese “Blue devils”, presente casi en todo momento, eligió la travesura y el jolgorio del sátiro y se impregnó, cual niño en el barro, con los colores pastel de ese imagen refractaria polícroma. Imbuidos por el ‘blue’ que adereza “Bluerromess”, se dejaron cautivar por la inclasificable voz de Paola, capaz de tomar cualquier registro vocal y moverse al ritmo de una guitarra acústica, la de Juanma, cuyo sonido se convierte en una voz que recorre su cuerpo, en un vocablo que ensalza sus curvas cargado de rima y asonancia creando un eco en el que se enriquece la metalicidad, quizá más ligada a las estrellas que a lo terrenal, del Pedal Steel de Aaron. Extrayendo una arrítmica uniformidad cargada del lenguaje de la naturaleza, ensalzado por la particular batería de Sergio, y no porque ésta sea una maleta-batería, sino por la cadencia perfecta que finaliza e inicia ese arco iris encerrado en la azulada habitación.
Lanzándose hacia el total de veintitrés temas, contando los ya cantados, con un pequeño descanso donde Jodie Cash y Spelt Speed Tony, vocal y guitarra de “Jodie Cash Fingers” cantaron un tema de ‘Susan Tedeschi’, “Little by little”y un tema propio “Rollin’ Swingin” con esa esencia de rock & roll clásico y rockabilly genuino arrolladoramente cercano. Próximo, no sólo por encontrarse entre un público agasajado y eufórico por la inesperada sorpresa, sino afín por la rica y elegante voz de Jodie y la cercanía de Tony rasgando la guitarra como si estuviesen en familia. Y, no hay duda, así era, Paola, como perfecta anfitriona, sin dejar de interactuar al igual que Juanma, Sergio y Aaron, había creado ese clímax familiar muy cercano a la de la lejana Tulsa, aun después de los dos temas finales, el propio de la banda, “Words I didn’t say” y, con ese brochazo azulado de la banda, “Riders on the storm” de The Doors, acercándose más al clásico country del tema que, dicen, está inspirada. Se despidieron ajenos a la realidad que habían conseguido, no encerrar, pero sí mantener a su público, incluso más tarde ya alejados del Bar Forum, dentro de esa “Cámara azul de la confusión”, en el interior de una música con sello propio en tinta color índigo, “Blueroomess”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alférez
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