New York Ska Jazz Ensemble
David Hillyard & Rocksteady Seven
Sala Apolo - Bcn
La vuelta a los orígenes, en ocasiones, no debe significar lanzar todas las posesiones y correr despavoridos por el bosque rasgándose las vestiduras como último nexo con la civilización. En la mayoría de los casos, ese retorno a un principio, suele estar relacionado con el germen que esbozó nuevas tendencias y formas, innovadoras y revolucionarias hechuras que marcan el presente. Una contemporaneidad que, afortunadamente, no sólo no está reñida con esos preludios sino que, en la mayoría de los casos, necesita continuar nutriéndose de ellos. Como, por ejemplo, aquella particular asimilación del jazz y el blues basada en ritmos tradicionales como el calipso en aquella isla conocida por los pueblos tainos como ‘Lugar grande con agua’, ‘Xaymaca’. Descendientes de manumitidos que tuvieron acceso a instrumentos como el piano, batería, guitarra, contrabajo y otros, unido a nuevas armonías y otros recursos no sólo enriquecieron la música isleña sino que dieron autoría y personalidad a sus isleños. Insulares que enclavaron en el mapa musical y, desde luego, en la historia el “ska jazz”, con el temperamento de unas raíces jamás robadas amalgamadas con la argamasa de sus nuevos cimientos. Un estilo arrinconado con el paso del tiempo y, recuperado por, entre otros, las neoyorquinas bandas invitadas por “Canibal sound system” y “Producciones Vikingas” el pasado día cuatro de enero a la layetana “Sala Apolo”, “New York Ska Jazz Ensemble” y “David Hillyard & Rocksteady Seven”.
Los primeros en ascender al escenario frente a una sala, casi al completo, fueron los encabezados por el tenor y soprano saxofonista californiano, “David Hillyard & Rocksteady Seven”. Son aproximadamente veinte auténticas figuras de la escena ska-reggae que se van turnando en distintos conciertos los baterías Glen Hackett, Nico Leonard, Jimmy Boom, los trompetas Rolf Langsjoen, Rich Graiko, Kincaid Smith, los trombones Phil Cooper,Buford O'Sullivan, Mr Tbone, los guitarras Justin Rothberg, Marco Gentile, Christian Vela, Scott Rath, los bajos Dan Jeselsohn, Sheldon Gregg, Clint Sobolik, Jean Debry. Un vibráfono a la altura de Tommy Mattioli y un teclado volador, Dave Wake.
Apoyando y complementando el estilo único del saxo de David, una mezcla de ritmos caribeños, estridentes lamentos, blues, swing y un punto de locura, junto al imperecedero y legendario Larry Mcdonald; testigo, creador y generador del nacimiento y popularización del “ska jazz”. Crean un sonido que arrastra y embarga a los amantes y descubridores que, esa noche, casi llenaban por completo la Sala Apolo rendidos a temas propios y sus particulares adaptaciones como “Cuando, cuando, cuando”, “Sydneys March”, “Hillyard St.”, o “Ugly Man Blues”. Arrastrados, músicos y público a ese febril estado que impide la quietud y empuja al cuerpo a moverse sin cesar y, no como preámbulo, sino como premisa para los siguientes, “New York Ska Jazz Ensemble”.
Rocksteady Freddie: saxo tenor, flauta y vocal principal; Kevin Batchelor, trompeta y vocal; Alberto Tarin, guitarra y vocal; Earl Appleton, teclado; Ben Basile, bajo; y Yao Dinizulu, batería. Un conjunto de grandísimos músicos, también grandes figuras dentro de la escena musical de su país e internacionalmente, mostraron el porqué fueron los primeros en mezclar el nombre de ska con el del jazz, con ese ritmo frenético que les caracteriza. Aunque, observando atentamente a Yao, podría parecer todo lo contrario, la enorme humanidad de éste batería consigue llevar la carencia acelerada sin que, aparentemente, parezca que está marcando un ritmo lento. Para ello, sólo con fijarse en Freddie, moviendo el saxo a la vez que lo sopla con deleite y frenesí, o a Kevin, asemejando que la trompeta es una extensión de sí mismo cual si fuese una extremidad agitada de un lado a otro sin perder una nota.
O Alberto, rasgando y punteando las seis cuerdas poseídas por su ímpetu locuaz y templado moviéndose sin cesar igual Earl, tras los teclados, invadido por el mismo halo que Ben golpeando las cuatro cuerdas sin perder la cadencia pero con la misma propiedad, carácter y poder que Earl o cualquiera de ellos. Una banda que, a lo largo de los dieciséis temas del repertorio compuesto por clásicos del jazz con ritmos jamaicanos, versiones y temas propios siempre con ese ritmo tan característico que les ha convertido en referencia mundial. Llevaron al respetable hasta casi la desarticulación de sus cuerpos, sumidos en ese ambiente creado por “New York Ska Jazz Ensemble” y que en nada enviaba al de cualquier club de su ciudad. Una noche repleta del albedrío nacido de los descendientes de manumitidos que siguen valorando la belleza de la libertad, el en ocasiones inevitable desamor del amor y, desde luego, por encima de todos la alegría al son de una música de suma calidad y con raíces profundas extendidas bajo sólidos cimientos. Disfrutada gracias a “Canibal sound system” y “Producciones Vikingas” en una de las salas más veteranas y con ralea de la siempre layetana ciudad, Sala Apolo, por las bandas procedentes de la urbe que, dicen, nunca duerme “New York Ska Jazz Ensemble” y “David Hillyard & Rocksteady Seven”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Ferran Siuró
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