domingo, 29 de enero de 2017

Rising Core + Born in Exile + Machine Gun - Sala Breakout

Rising Core + Born in Exile + Machine Gun
Sala Breakout - Sabadell


En el albor de los tiempos se perdió el momento en que el ser humano comenzó a crear sonidos que le hiciesen bailar. Hay quien asegura que eran funcionales, esto es, música y danza nacieron para la curación, el cortejo, aliviar la pena y un largo etcétera a modo de remedio psicosomático. En pro del bien de la comunidad pues, de eso no hay duda, desde los iniciales clanes hasta los pueblos, antes de la creación de grandes urbes donde se acumulaba un sinfín de sujetos de todas partes del mundo conocido, el estado de uno de sus individuos influía irremediablemente en el de todos. De aquellos iniciales ritmos ha quedado el folclore, representado a modo de escaparate cultural en las fiestas de las ciudades e, incluso, en pueblos y pedanías. Es decir, sobrevive casi a modo de espectáculo turístico, no así la evolución, en su mayor parte, del folclore practicado en la que, dicen, es la cuna de la especie humana. De aquellos hombres y mujeres raptados en condiciones infrahumanas que, si bien fueron tratados aún con menos valor que el dado a los indispensables animales de carga y domésticos, consiguieron que su enraizado folclore evolucionara, gracias a un intelecto que no se les suponía, aprovechando, entre otras cosas, instrumentos y algunos sones de su opresor. Déspotas que, finalmente, no sólo se rindieron a la calidad, profundidad y excepcionalidad de aquellos ritmos, sino que, los adoptaron y fomentaron, generando en gran medida mucha parte de la música actual. Una corriente que, involuntaria e inconscientemente, ha mantenido aquel iniciático espíritu psicosomático comunitario cómo fue posible comprobar el pasado día veintiocho de enero en la más que orgánica y vívida “Sala Breakout” en la antiguamente conocida como pequeña Manchester del río Ripoll. Crisol de la música metal y forja del resto de las tendencias, donde fraguaron incandescentemente tres bandas metaleras procedentes de la siempre layetana ciudad, “Rising Core”, “Born in Exile” y “Machine Gun”. En una noche excepcional donde el protagonismo, no sólo estuvo, desde luego y por encima de todo, en la música, sino en el inusual protagonismo sobre el escenario de unas mujeres que, sin abandonar ni por un segundo su feminidad, dieron todo un recital de talento y excepcionalidad. Iniciado por “Machine Gun”.





 Bárbara Resio “Barbi”, voz; Tamara Fernández Carbonell “Tam”, batería; Artur Sampere Llavador, guitarra; y Nuria Lee “Nuria MG”, bajo; ascendieron al escenario con semi-capas y capuchas negras, como el resto del escueto vestuario, como se podría comprobar casi al poco de comenzar con el primero de los once temas que tenían preparados, “Mask”. Donde, al margen de la letra que habla de la máscara que todos llevamos puestas, ellos no necesitaron apartarla, pues su puesta en escena y su apostura, no necesita, precisamente, máscaras de ningún tipo. Mostrando ese Rock Metal, mezclado con percusiones sudamericanas y flamencas, con bases electrónicas, power metal, doom, post Grunge y su personalidad. “Anger”, “Uburn”, “Bleeding Out” o “Alive”, con el desparpajo y la imponente presencia de “Barbi”, cuya  tremenda voz puede ser dulce, grave o cálida, sin por ello abandonar por un momento el metal que expresa.



 Como “Nuria MG”, blandiendo el bajo sin perder la carencia y aportando esa gravedad que enaltece la identidad de las melodías a las que se une Artur. Rasgando y punteando las seis cuerdas yendo de un lado a otro, como “Nuria MG”, aparentemente perdido en la inmensidad de su larga melena aportando esa aguda voz que, en ocasiones, suple el silencio de la palabra. Dicción siempre expresada por los enérgicos y contundentes baquetazos de “Tam”, también a primera vista oculta tras su larga melena dorada, pero combativa y provocadoramente presente derrochando clase y condición incluso cuando, a falta del pedal de bombo, suelto e inservible, no perdió el compás en el último tema, “24”. Al que llegaron tras, “Unvoiced”, “Touched by an Angel”, “Protocol”, su versión de  “Send me an Angel” y “Entre cobras”, donde sorprendentemente, el cajón, a manos de “Barbi”, y los bombos de “Tam”, se hicieron protagonistas sin perder, en ningún momento la raíz rabiosa del metal. “Machine Gun”, garra, fuerza, feminidad y talento, muchísimo talento, distinto pero a la misma altura de los siguientes en ascender al escenario, “Born in Exile”.





 Cris Vega, voz; Rodrigo Báez y Carlos Castillo, guitarras; Lucas Comuñas, bajo; y Juanma Ávila, batería.  Una formación que con la llegada de su vocal, “Cris” ha hecho un cambio radical, psicosomátizando experiencias propias o ajenas. Siempre a base de Metal Progresivo emanado desde una piel y un interior, que provoca una mezcla de estilos creando así su propio sonido. Una autoría mostrada en los siete temas de su setlist donde “Juanma”, aparentemente elevando y dejando caer las baquetas crea un base a doble pedal que da pie a que la voz de Cris tome un protagonismo variando el tono de su voz según el tema, con un sentimiento y una convicción a la altura de las altas cotas de su timbre. Bajo el cual se puede apreciar perfectamente la gravedad de Lucas, golpeando las cuatro cuerdas aunando la carencia y aportando ritmos propios enaltecidos por ambas guitarras, Rodrigo y Carlos, Carlos y Rodrigo. Ambos rivalizando entre ellos con la nobleza de quien sólo quiere dar lo mejor de sí mismos y, no hay duda, incluso dan mucho más. Todo ello contando experiencias tan dispares como el de “Tycoon”, denuncia del peligroso y fantasioso paraíso del capitalismo, o “Dievergent”, un asesino sexual enclaustrado en su propio asesinato. 



Que nada tiene que ver con la patológica persecución del esquizofrénico de “Between” o con “Field son fire”, donde la el prisma dubitativo entre honestidad y causa de un soldado plantea a la perfección la razón de cualquier guerra. Similar pero a la vez muy distinto de “End of the “World”, quinto tema y bis, fundamentado en la irracionalidad de los gobiernos y la primacía del dinero, para acabar, antes del bis, con “Revenant”, lamentablemente basado en una experiencia vivida en propia piel donde narran las artimañas de ‘un cazador’ del amor, supliendo el plástico pato de reclamo por otra serie de cebos tan falsos como el mentado señuelo. Un quinteto que hizo vibrar, bailar, puntear y cantar a un público volcado en su excelsa calidad y en esa comunicación de honestidad y furia con sentido que únicamente ellos pueden conseguir, “Born in Exile”. Y, no precisamente exiliados, pero sí muy reconocidos y deleitados; más allá de las fronteras naturales convertidas en políticas; por nipones, canadienses, estadounidenses y mejicanos, fueron los siguientes en tomar el entablado, “Rising Core”.





 Verónica Galindo, voz; Juan Martín "JG6", guitarra y coros; Néstor Morente, batería; Juan Francisco Jerez, bajo; Helenca Montañés, teclado; se colocaron tras sus instrumentos y dieron comienzo a su repertorio de nueve temas comenzando por “Stay with us”. Una clara invitación, no sólo por el mismo tema, sino por su música, un Metal progresivo, iniciado por la preponderancia del teclado de “Helenca”, en lo más profundo del escenario casi oculta por la escasa luz, pero completamente presente gracias al roce de sus yemas sobre los pulsadores, esas clavijas que asemeja acariciar y de las que extrae las notas perfectas sobre las que se escucha el agudo sonido de las seis cuerdas de “JG6”. Baremo y referente del grupo cuyos rasgados y punteos, toman la batuta, salvo cuando “Verónica”, sobresale con el perfecto timbre metalero. Lanzada a cada estrofa y estribillo, apoyada en la inquisidora presencia de los pedales y baquetas de “Néstor”, marcando el ritmo exacto para que “Juan Fran” golpee las cuerdas de su bajo, con en una autoría que le llevan más allá de la base rítmica.



 “When you smile”, “Scream” y “Pain in side”, “You know my name”, “Feel the wind”, “Tied hands”, hastas llegar a “Time”, el último tema. Metal progresivo que mantuvo al público expectante, disfrutando de cada nota y cada letra, dejándose llevar por la mucho más que destreza de unos músicos capaces de extraer palabras a sus instrumentos. Frases sónicas unidas a la voz femenina que envuelve al espectador y lo transportan allá donde ellos quieres, a tierras de “Rising Core”. Un territorio que, esa noche, en la indispensable y patrocinadora Sala Breakout, se convirtió en circunscripción, no ya femenina, pues la calidad no entiende de géneros, sino de aquel iniciático espíritu psicosomático comunitario casi olvidado en el preludio de los tiempos, buena música en estado puro de la mano de “Rising Core”, “Bonr in Exile” y “Machine Gun”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alférez

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