sábado, 21 de enero de 2017

Sinoptik + Fractal Depht - Sala Boveda

Sinoptik + Fractal Depht
Sala Boveda - Bcn


El sentimiento de identidad de un pueblo va más allá de los confines históricos, arraigado al olor de la tierra, al sabor de las brisas y al color de la orografía no atiende a exigencias ajenas. Esa identificación, a veces confundida con un canto a la rebeldía, lleva consigo una larga ristra de nombres y apellidos, la mayoría, nacidos de ese entorno que caracteriza a sus habitantes, de esos ríos, bosques o desiertos que marcaron las formas y maneras de esos pueblos. Comunidades cuya memoria no conoce otras costumbres y que, aún con la facilidad de ver otros mundos desde el sillón de sus casas, únicamente desea pequeñas influencias externas. Aquellas que ayuden al bienestar sin, desde luego, arrancar unas férreas raíces que se pierden en las entrañas del planeta, y que son la base en las que se sustenta su carácter, su alegría e, innegablemente, sus penas. A veces, las aflicciones, ligadas a una malversación del pundonor que nada tiene que ver con la simpleza de un trapo determinativo. Porque la pertenencia a un lugar, muy lejos de blasones y picas, la mayoría de las veces no está ligado más que por el hecho de ser un fruto más de una tierra, en otras, la causal llegada, asentamiento y fertilidad pero, siempre, por la absorción y, desde luego, sedimentación de vida, del día a día del individuo, de la pátina de empatía vertida sobre el polvoriento, húmedo, duro o movedizo suelo. Creando así una argamasa que ha construido a lo largo de la historia pueblos con denominación de origen, sin pedantería pero con la dignidad de unas formas esculpidas en los habitantes y en la misma tierra. Cuya marca, en ocasiones más visible, es la del lenguaje, si bien, a veces variado para adoptar idiomas que ayuden a la libertad de expresión sin perder la identidad ni por un instante. Como demostraron el pasado día veintiuno de enero en la “Sala Bóveda” de la siempre layetana ciudad de la mano de “Rodykconcert”, un grupo de jóvenes emprendedores, aunados con la innegable imposición del carácter de las dos bandas promovidas, “Sinoptik” y “Fractal Depth”. Irrumpieron sobre el entablado, en primer lugar, los segundos.





 Silvia Antón García, voz y teclado; Arnau Prats Uribe, guitarra; Jorge Luis Garnica Cáseres “El Coche”, bajo y voz gutural; Javi Cisneros Ruiz, guitarra; y Manuel David Vicent Giménez, batería; “Fractal Depth”. Una banda lacetana cuya identidad desplegaron con su Metal Melódico con toques de Thrash Metal y Metal Progresivo que iniciaron con una “Intro” que dejaba a las claras cuáles eran sus intenciones y, éstas, comenzaron con “The same old story” que les empujó a “Building the way”, porque de lo repetido, “Fractal Depth”, construye su propio camino con el inevitable toque “Unsinkable”, ya que la inestabilidad forma parte de esa construcción que lleva a “Awakening”, a despertar en una apertura similar al de la “Rose”, que les transportará a un “Eternal sunset”. A deleitarse con ese rojizo y perenne horizonte mientras los solos de Javi crean las líneas que separan los diferentes tonos morados. En connivencia con los de Arnau, lamentablemente apenas audibles a causa de, una vez más, la mala calidad del sonido de la sala, pero presentes y rasgadores de ese colorido escarlata. Apoyados en mucho más que el compás de Manu, cuyos golpes con las baquetas aúnan las variopintas líneas púrpuras ayudado por los constantes golpes a las cinco cuerdas de “Coche” que, además, distorsiona con el ritmo de su grave voz el manto bermejo en los momentos en que Silvia, suple su voz llena de registros con el sonido de un teclado que aporta y remueve el tono carmesí.



Una banda que sorprendió a una mayoría de seguidores nativos del país de la siguiente banda y que, desde luego, a sus acérrimos adeptos regaló el oído y el ímpetu con sus seis temas, siendo aplaudida y vitoreada por unos y otros incapaces de mantenerse impertérritos a la calidad, personalidad y, desde luego, autoría de una banda con un futuro más que prometedor. Un “ha de ser”, que ya es para los siguientes en ascender al entablado, “Sinoptik”.





 Dmitriy Afanasiev-Gladkykh “Dima”, voz, guitarra y teclado; Dmitriy Sakir “Frosby”, bajo; y Slavko Poltoratsky “Slava Los”, batería; se alzaron junto a una inevitable brisa rivereña con aroma a aquellas marismas del río Don, cuyo afluente, Donéts, dió nombre a su esteparia ciudad. Rompiendo el silencio inicial con los baquetazos de “Slava Los”, un instante antes de que guitarra y bajo se unan sin perderse ni desmoronarse, en un “Wait for me” que sería el primero de los once temas de la noche. Cuyo sonido, ese Psychedelic, Stoner rock y alternative rock, embelesó a su público no sólo porque fuera perfecto gracias a la inestimable aportación de su propio técnico de sonido e iluminación, sino por su particular excepcionalidad. “Dima” con esa aparente pérdida de los sentidos, sin por un instante evadirse de sus instrumentos, rasgando las seis cuerdas de la guitarra o los pulsadores del teclado yendo un tema tras otro semioculto tras los rizos de su melena. O “Frosby” atacando las gruesas cuerdas del bajo igualmente poseído por la gravedad de su indiscutible presencia no sólo en la cadencia, perfectamente mantenida, sino en el de sus propios compases enriqueciendo e infundando cada tema con la pátina Sinoptik. Qué, no hay duda, se encuentra también, inequívocamente, en las baquetas de “Slava Los”, parapetado tras sus platos y bombos, sin perder jamás el compás e igualmente aportador de silencios y de su propio ritmo.



 El equilibrio de la oscilación que se encontraron en “Alex is her name”, “White cats”, “16/58” o, con el tema que acabaron el concierto, “Crop circles” ante un público rendido y, a diferencia de ellos, con la pérdida total de sus sentidos volando en las intangibles pero casi corpóreas notas de la expresividad y personalidad de la música de “Sinoptik”. Con esa denominación de origen de sello inconfundible, al igual que la banda invitada, donde es posible encontrar la identidad, esa que se encuentra arraigada al olor de la tierra que no atiende a exigencias ajenas. Como la misma Sala Bóveda, asentada en uno de los barrios de la layetana ciudad, cuya templanza se rige por las brisas de ese mar de entre tierras cargadas de autodeterminación presente, ineludiblemente, en éstas dos bandas que hicieron bailar y vibrar a un público reacio a abandonar el local, “Sinoptik” y “Fractal Depth”. 

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez

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