Red Elm + Ephemeral Paradox
Sala Monasterio - Bcn
El artículo neutro sustantiva el nombre o la frase consiguiendo así un sentido abstracto del significado, una indeterminación que si bien es totalmente necesaria para una comprensión etérea, muy ligada al arte, paradójica y venturosamente no tiene nada que ver con éste. Esto es, el arte, desde luego, lejos de ser algo neutro y aun siendo precedido por un artículo masculino, realmente podría entenderse como un sustantivo epiceno, es decir, un nombre que mantiene el género pero que en realidad no lo ostenta sino que es ambivalente. Porque el arte, comprendido y embebido por las disciplinas que lo compendian, jamás neutral aunque en muchas ocasiones abstracto, es poco más que una retórica lingüística que engloba las diferentes inspiraciones en que se divide, desde la música a la escritura, o desde la pintura, a la ebanistería o la fotografía, creando ese sustantivo epiceno cuya neutralidad se basa, cabalmente, en la naturaleza del artista. Regalando bien distintas exposiciones de un mismo estilo, sin enfrentamiento o competición, con el afortunado concretismo del propio género como podríamos encontrar en un paisaje concreto pintado con los mismos colores e idéntico método. Afortunadamente, diferenciaríamos, en primer lugar el carácter y personalidad del artista y, en segundo lugar, esa gran o pequeña mano que ha manejado el pincel, porque el arte, no entiende de género y sí de naturaleza, belleza e inspiración. Otro ejemplo de ese afortunado deseo de no abrazar la neutralidad, fue posible comprobarlo el pasado día veintinueve de diciembre en la de por sí sustantivada, pero no por el artículo neutro, Sala Monasterio, en el Port Olímpic de la siempre Layetana ciudad. Dos bandas de metal alternativo y progresivo con el sello innato de su género y el de la madura, por llevar unos cuantos años, e ilusionada, por ser de cuño reciente, calidad innata de sus componentes, “Red Elm” y “Ephemeral Paradox”.
Las primeras en ascender al escenario y no precisamente para convertirse en una fugaz contradicción, fueron “Ephemeral Paradox”.
Esther, vocal; Emily, guitarra solista; Nerea, bajo y segunda voz; Laura, guitarra rítmica; y Grecia, batería. Tomaron el escenario con la ilusión de enfrentarse a una sala atestada de un público repleto de seguidores de su aún escaso repertorio propio repartido entre los nueve temas que tenían preparados para esa noche. Iniciaron su arrebatadora puesta en escena con “Rock’n’roll” presentándose como la banda, de las pocas únicamente compuesta por mujeres, amantes de la música y el metal alternativo defendiendo su sello de género pero, desde luego, mostrando una calidad, aún por explotar, englobada en ese sustantivo epiceno. Un metal, tanto el propio como el versionado donde Emily se convierte en una con sus seis cuerdas arrancándoles punteos y rasgados a la altura de quien homenajea.
Siempre acompañada a la perfección por Laura, con la rítmica, más comedida pero igualmente a la altura interactuando con Nerea, quien va más allá de ser segunda voz y compenetrarse a la perfección con la cadencia, aportando esa presencia latente de sus cuatro cuerdas. Mientras Grecia, un torbellino sobre los bombos y los platos, consigue comedir su necesidad de expresión con las baquetas y, más allá de mantener el ritmo, aporta un sello inconfundible enalteciendo el producto final. Aunado por la tímida Esther, despojada de ese retraimiento una vez sobre el escenario y teniendo al público, el conocido y el nuevo, como punto primordial de su labor, lanzada sin complejos a versionar míticas voces masculinas. Cierra y abre ese círculo musical de la banda que engancha primero al espectador y, finalmente, le arrastra hacia ese clímax de diversión e incontestable metal donde ellas se sienten más a gusto, “Ephemeral Paradox”. Que, lejos de guardar bultos y mantenerse al margen, una vez acabaron sin perder ocasión para informar de su presencia en redes sociales, tras dejarse agasajar por el respetable se unieron a éste para presenciar a sus compañeros de escenario.
“Red Elm”,
Raúl Morón “Bübü”, voz; Daniel Valcárcel “Dany”, guitarra solista y coros; Néstor Navalón, bajo y segunda voz; Rubén Galián, guitarra rítmica y coros; y Josu Julià, batería; en su presentación oficial de “Zero”, el primer larga duración, y encantados con el ambientazo caldeado que habían dejado sus predecesoras, ascendieron al escenario con la premisa de la última participación de Rubén, que se despedía esa noche y, tras la Intro, afrontaron los doce temas que tenían preparados para la velada. “El Guardián de la Luna”, el primero de los ocho pertenecientes a “Zero”, con el que marcaron el ritmo de su Rock/Metal/Alternativo/Progressive, en una sala repleta, de ambientazo ardiente donde la característica voz de “Bübü”, en todo momento interactuando con el público, arrastró a éste a su territorio. El de los coreos y repeticiones de sus estribillos intentando alcanzar el tono de de “Bübü”, el de los punteos y rasgados de “Dany” anhelante protagonista con su habilidad en las seis cuerdas, también el de la segunda voz y golpeador extremadamente presente de Néstor, a las cuatro cuerdas y el de Josu, marcando y elevando una carencia que, a primera vista parece no ser capaz de conseguir por esa particular forma de manejar las baquetas y que, sin embargo, ensalza de tal manera que consigue arrostrar tan difícil objetivo.
Si bien, la noche, tanto para el público como para la misma banda, se halló centrada en la figura afortunadamente incorregible de Rubén, subiendo y bajando del escenario con sus seis cuerdas y regalando un fin de participación que, desde luego, lejos de ser la única pieza excepcional priva al grupo de su extrema habilidad y calidad, además de una espectacularidad que el respetable hace mucho más que agradecer. Doce temas en la presentación oficial de su último trabajo, “Zero”, que acabó con una indescriptible versión de “Another brick in the Wall” de ‘Pink Floid’ que llevó al público al éxtasis completo como bien les tiene acostumbrado ésta gran banda que, como también es costumbre en ésta incorregible tierra de conejos, inexplicablemente no se encuentra en escenarios de gran envergadura, “Red Elm”. Finiquitaron una noche donde las doctrinales fiestas no influyeron en la asistencia de un público, afortunadamente nada neutro, que disfrutó de dos bandas marcadas por el género, no sólo del Metal, que regalaron un arte, como sustantivo epiceno, que lo único que no provocó fue neutralidad, “Red Elm” y “Ephemeral Paradox”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez
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