Ale Powerpuff + Cathy Claret + Carmen Garcia
Bar Margarita Blue - Bcn
El simbolismo ligado a las plantas se extiende casi tanto como vegetales hay en la naturaleza, una de ellas es el laurel, vinculado al triunfo en cualquiera de los terrenos. Una alegoría procedente de la mitología griega adoptada por Apolo del nombre de una ninfa de los árboles que, paradójicamente, eligió convertirse en el arbusto que representaba su nombre antes que caer en las “amorosas” artes del apolíneo mito. Desde entonces, Dafne, que así se llamaba la ninfa, está presente en cada triunfo conseguido y, sin embargo, aún con esa significativa posición parece haber sido relegada al olvido, no al ostracismo, pues siempre está presente. A la par que, sorprendentemente, se haya convertido en representación del triunfo el fracaso denostado del mitológico playboy por antonomasia. Es decir, quizá, también simbólicamente, ese ejemplo se ha convertido en la representación del papel de la mujer en la sociedad, siempre presente y, desde luego, base férrea de la misma relegada, en su mayoría, al contradictorio lugar de un segundo plano. Si bien, como aquella Dafne y de una forma muy creciente, hay un gran número de mujeres que, no sólo han dejado de ser una sombra tras la mudable y farisaica figura masculina sino que, sin necesidad de opacidad a su espalda y mucho menos laureles, han mostrado autodeterminación y carácter como la griega ninfa de los bosques. Y, tres de ellas, el pasado día veintidós de octubre, en la no menos soberana y veinteañera coctelería, restaurante y bar con actuaciones, “Margarita Blue”, de la siempre Layetana ciudad, se reunieron para dar una pequeña muestra en acústico de la exquisitez de su trabajo y su indiscutible talento, “Cathy Claret”, “Carmen García” y “Ale Powerpuff”.
La primera en ascender al entablado acompañada a la guitarra acústica por Xavi Mur y al violín por Ihosvanni Conyedo, fue Carmen García con “Sid”, su último trabajo, sexto y primero en solitario. Arropada por su eterna y pelirroja melena, tras agradecer al público su asistencia, arrancó con el primero de sus seis temas, “Lejos de todo”, con el que comenzó a regalar su indiscutible capacidad como cantante y compositora. Derrochando aquel talante de Dafne, cual ninfa de la música, Carmen, casi mecida por el embelesador sonido del violín de Ihosvanni y la maestría de Xavi, esparció una melancolía cargada de un entusiasmo repleto de energía jovial. Vivaz, continuó con “Habitación de hotel”, “Los días” y “Adiós mi Dios”, mostrando un alma rota capaz de recomponerse y lanzarse hacia “Estúpida canción” interactuando con un respetable completamente arrobado por su voz y la música que la acompañaba. Que rompió en una gran ovación cuando, tras finalizar su último tema, “Como en el cielo” se despidió y agradeció junto a sus músicos una glorificación exenta de laureles pero henchida de reconocimiento. Como el que mostraron, tras la presentación exultante de Carmen, hacia la siguiente en ascender al entablado, acompañada a la guitarra acústica por Esteban García, Cathy Claret.
Pionera y referencia en la fusión de flamenco, rumba, bossa nova, pop y reggae, agradeció con su inconfundible susurrante voz la ovación recibida y la exquisitez de la música de su amiga Carmen, lanzándose al primero de sus cinco temas, el más que inconfundible “Chocolat” con el que imprimió esa melodías ante la cual es imposible mantener el cuerpo inmóvil. “Todo se va” y “Solita por el mundo”, canciones que en el imperio nipón es posible escuchar en cualquier rincón, llevaron hasta “La Chica del viento”, donde, de nuevo, la guitarra de Esteban servía de excepcional apoyo a esa letra que no hace reflejo de la propia Cathy. Otra ninfa que, antes de lanzarse al último tema nacido de la transparencia en los papelillos de fumar de la marca OCB, donde se puede leer el apellido bretón del fundador que, casualmente, significa laurel y que en un pasado fue rasgado incluso en la siempre inmortal Lucille por los excepcionales dedos de su dueño, B.B. King, volvió, una vez más, a revindicar su autoría, “Bolloré”. Arropada por su hija, Brisa, y otras personas del público que ascendieron al escenario, la guitarra de Esteban dejó escapar los primeros acordes antes de que la nostalgia, sin tomar para nada su voz, se apoderara de Cathy y comenzara con la primera estrofa ‘Ya no puedo olvidarte, ya no puedo olvidarte ya…’. Palmas y acompañamiento llevaron a todos hasta el estribillo “Bolloré te quita las penas, Bolloré pa’toda la vida, Bolloré nos vuelve locos, Bolloré qué papel’. Y aunque papel no había, tampoco penas, si se volvieron todos locos y guardaron, para toda la vida, el recuerdo del pequeño regalo de esa noche de una precursora compositora de la fusión dueña de una voz arrulladora, Cathy Claret. Dando paso a la última de las tres herederas de aquella ninfa griega, Ale Powerpuff (Alejandra Cumin).
Acompañada de su ukelele sorprendió al respetable cuando, iniciando “What’s Up” de “Four Non Blondes” tomó por completo el local con su poderosa y portentosa voz, un inicio que continuó con “Billie Jean” de “Michel Jackson”, “Creep” de “Radiohead” y finalizó con “Cheap Thrills” de “Sia”, los asistentes no podían menos que intentar cerrar la boca ante la sorpresa del vozarrón de la pequeña santiaguina. Que no pudo resistirse a homenajear a una de las más conocidas figuras del arte, la poesía y el folclore de su país, Violeta Parra, improvisando junto a Oscar S. Gallardo, vocal de “Arkanus”, “La Jardinera”. Un punto final a la noche que resumía el talante y el talento de las tres ninfas de la música que sin necesidad de convertirse en laurel, dejaron latente sin recurrir a un lance banal por qué sus nombres y su trabajo quedaran ligados, no sólo a esa veinteañera “Margarita Blue”, sino a la historia de la música, “Cathy Claret”, “Carmen García” y “Ale Powerpuff”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotos: Christian Garcia Espinel
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