sábado, 30 de julio de 2016

Esplurock 2016

Esplurock 2016
Gigatron + Wis(H)Key + Kancer de Sida + Malos Tragos + Guïbols


“Le llamaban Calamidad” fué un Western que pasó sin pena ni gloria en cuyo final ardía un poblado del Oeste americano. Sin embargo, aquellas llamas, no eran cinematográficas sino reales además de la muestra del expreso deseo de un ministro que, casi como aquella película, la única huella que dejó en la historia fue su vacuo deseo de borrar los primeros platós estables de aquel estilo de cine agónico en aquellos años setenta. Tras un primer intento en la Villa centralista de la que provenía el arbitrario ministro, Esplugues de Llobregat albergó ese espacio dedicado al noble arte de la cinematografía, cuya única toma falsa fué la de no gustar al innombrable ministro. A buen seguro, porque era una muestra más del talante de la tierra, el de la adaptación a las necesidades de cada momento yendo de la base económica del cultivo a la industrial y, en aquel tiempo, incluso la cinematográfica. Hoy en día, además, volcada en la educación de muy alto nivel y vila de alto standing, sin olvidar, jamás, su condición de ser tierra de trabajadores, jornaleros laboriosos comprometidos y responsabilizados de su pequeña comunidad, apoyándose en todo momento con bien distintos actos culturales propios y ajenos. Y, como ejemplo de esa adaptabilidad y apoyo a la cultura y al imposible, como pudo pensar cualquiera cuando plantearon crear platós para rodar spaghetti western, diez años atrás, de la mano de Aleix Costa, reconocido productor dentro del mundo de la música nació “Esplurock”. Una asociación sin ánimo de lucro centrada en el apoyo a la música en directo de los grupos y bandas espluguins, de todo el territorio catalán y, por supuesto, de más allá de éstas tierras cuyo lenguaje, historia y cultura se pone en entredicho. Con un Festival que, el pasado treinta de julio cumplió una década de existencia, “L’Esplurock Fest 2016”, atrajo a más de mil doscientas personas ávidas de buena música, como no podía ser de otra manera en éste décimo aniversario, en manos de “Gigatron”, “Wis(H)Key”, “Káncer de Sida”, “Malos Tragos” y “Güibols”. A las ocho “DJ Ultramort Kids”, dio comienzo al maratón musical pinchando buena música, sólo interrumpida por los grupos una vez subían al escenario y, el primero de ellos fue “Güibols”. 





Un grupo de aficionados del pueblo amenizaron el ambiente con versiones de clásicos del rock y el heavy con la presteza de esas imprescindibles bandas del tutifruti musical con pajaritos y sin acordeón. Un fuelle, bien distinto y siempre refrescante y vivificador, fueron los siguientes e iniciáticos componentes del auténtico Festival de punk y metal, “Malos Tragos”, Sergio, guitarra y voz; Rubén, bajo y voz; y Delf, batería y voz; con su último “Welcome to Hipsterland”. 



Aquellos que nunca se fueron y que aúnan seguidores del metal y, en su nueva etapa, quizá más punk como muestra el público que toma el frente del escenario, en su mayoría tocado con bien distintas crestas coloridas, adelantado al resto de largas melenas, Sergio y Rubén, en casa y mostrando ese talante desenfadado pero incisivo implícito en su punk rock, se dejan llevar por chascarrillos donde el tinte rubio del primero y las canillas del segundo, no son más que un inicio completamente inofensivo en comparación con la mordacidad de sus letras. Diez temas propios y dos versiones que, una vez más, ellos dicen destrozar y que, la realidad, como jaleó el público dista mucho del mal uso de sus instrumentos. Iniciando con “Reacción”, ese alegato sin coctel molotov pero con la misma mecha de la denuncia de “Chatarra”, hablando del estado terminal de nuestro planeta. “R’n’R”, “Con la ignorancia” y “La Prostitución Española”, una arenga más a ritmo no tan frenético apoyado en los riff de Sergio al ritmo consolidado de Delf, mientras Rubén no ceja en evidenciar la corrupción de esos ladrones que dicen practicar la política cuando su único fin es el latrocinio y el expolio. 



“Chulería”, “Decepción” e “Ignición”, donde los pogos, aparentemente violentos, son una muestra perfecta del bien y el mal que somos todos y que, “Malos Tragos”, te invitan a que lo elijas tú mismo. Como hace el público lanzado a ese baile frenético que le lleva directamente a “Welcome Hipsterland”, tema que da nombre a su último trabajo, donde exponen, no una denuncia, sino una simple evidencia de una realidad que invade y ha cambiado la ciudad layetana, el lamentable estado de autoritarismo escondido entre otras cosas, bajo costosas barbas y gafas de pasta. Continuando con “No ver, no oír, no hablar”, evidenciando a ritmo colérico el código filosófico y moral santai, los tres monos “Mizaru, Kikazaru, Iwazaru” que entre el pueblo el sentido era «rendirse» al sistema. Es decir, un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción. Para acabar con sus dos particulares versiones, “Take on me” de “A-H” y “Brown eyed girl” de Van Morrison, arrancando sonrisas y humor a su público. Porque, por encima de todo, “Malos Tragos”, aunque insistan en que todo lo hacen “por la pasta”, sólo pretenden molestar a quién se merezca ser molestado, denunciar y, por sobretodo, disfrutar y hacer disfrutar de su música. Como aquellos que les siguieron sobre el entablado, “Kancer de Sida”, aún con faldas y aparentemente a lo loco.



 Sala, voz; Roken, guitarra y voz; Ñe, batería; y Kasajús, bajo; comenzaron con “Jerusalem” como si hubiesen salido de aquellas calles londinenses por donde paseaba Sid Vicious, reclamando su lugar en el mundo y escupiendo la verdad de una humanidad completamente contradictoria. Siguieron con “Calça Curta”, “Matavells”, “Eliges” “Colegas”, “Ensaimadas” y “Declive”, calentando aún más el ambiente con sus letras aparentemente sencillas pero cargadas de esa rabia “Kanceriana”. Con la ironía de quien observa una sociedad cuya putridez está reflejada en el malversado respeto ajeno convertido en flagrante e insultante desinterés humano con la artificial y paradójica figura del buen sociedante. Aquel que no ve mordacidad en su particular visión de la propia versión echa por “Azucarillo Kings” del tema “Do you think I’m sexy” de Rod Stewart, “¿Por qué soy tan sexy?”.



 Con la rasgada voz de Sala, casi escupiendo la ironía de su sensualidad, mientras Kasajús, ya completamente despojado de su ropa, salvo de la interior, se arrastra por el suelo golpeando con furia las cuatro cuerdas de su bajo, Roken rasgando su guitarra a un ritmo frenético y contrarrestando con su voz la de Sala, mientras Ñe, marca a toda velocidad la carencia, salvo cuando se coloca tras el micrófono y Sala con las baquetas o con el bajo de Kasajús, antes de “Antifascistas”. Un aparente caos reivindicativo que les lleva hasta “Cristal”, “Modas”, “Texas” y acabar con un apoteósico “Explotación Infantil”. Agasajados por un público que tararea, corea e incluso sube al escenario para compartir esas canciones convertidas en un grito de guerra, cuyas armas, son las anárquicas extremidades bailando pogos sin parar, las alzadas crestas y el unánime alarido de incomprensión. Que, no hay duda, se extendió, de forma bien distinta, a los que, como postrera ascensión, les siguieron en el entablado, “Wis(H)Key”.



 Marcos López, batería; Isma García, guitarra; Rubén Chacón, guitarra; Charco, bajo; y Ori Novella; tras cinco años de andadura pusieron fin a su sludge, stoner y groove metal con toques hardcore siempre fieles a su propio southern metal con una frase a la altura de sus letras “para ir a peor, lo dejamos”. “Wis(H)Key” salió con el carácter de quién es consciente de estar frente a su última caída de telón y lo dieron todo, como siempre, pero con mucha más emoción y pasión. Dieron un repaso a su repertorio comenzando con “Useless Days”, “Voodoo River”, “Danse Macabre”, “Blasphemous Noise” pasando por “To hell and back again”, “Anthem of pestilence” y así durante diez temazos que rompieron las cinturas de un público atribulado entre la aflicción y la euforia de su música. 



Acabaron con un apropiadísimo “Wasted Crew”, apurando las botellas de “JB” y reinando de nuevo convertidos en la banda perdida, inscrita a golpe de buena música en la historia del Metal. Y, así fue, quedaron sobre el escenario de Esplugues, como las cenizas de aquellos estudios de spaghetti western, las últimas voces desgarradoras de Ori, los últimos riffs y solos de Isma y Rubén, los últimos ritmos excitantes de Charco y Marcos, el último concierto de “Whis(H)key”. Como los últimos en subir tras esa inesperada, sufrida y lamentable despedida, fueron las figuras que podrían haber nacido de la pluma del inmortal Vicente Blasco Ibánez, “Gigatrón”.



 Charly Glamour , voz; Mike Ferralla, bajo; Mazinger Molina, batería; Dave Demonio, guitarra; ), más cercanos a los personajes de algún descabellado dibujante de cómic centrado en mostrar el lado grotesco del Heavy Metal y la historia de la humanidad. “Gigatrón”, cual dioses de un Olimpo de cañas y barro, mostraron su esperpéntica visión, no ya de la música, sino del carácter mitológico de aquellos que, bajo el aura de Zeus, que esa noche fue representada por “Whis(H)key”, “Kanzer de Sida” y “Malos Tragos”, intentan mostrar un boato y fastuosidad que nada tiene que ver con la música y si con la tramoya de aquellos antiguos comediantes que viajaban en carretas.



 Una noche, la del treinta de julio, donde el décimo Esplurock, “L’Esplurock Fest 2016”, cumplió con sus expectativas de apoyo a la música y a las bandas, como bien demostró el público que asistió disfrutando de los grandes grupos, “Whis(H)key”, “Kanzer de Sida” y “Malos Tragos” y entretenidos por “Güibols” y “Gigatrón”, acompañados por la música insustituible de “DJ Ultramort Kids”, iniciando, intermediando y finalizando el festival. Pero, a diferencia de aquellos estudios, víctimas de las llamas y del expreso deseo de un ministro cuya única huella en la historia fue su vacuo deseo de borrar los primeros platós de aquel estilo de cine agónico en aquellos años setenta, “L’Esplurock Fest 2016” renacerá un año después celebrando su undécimo aniversario en “L’Esplurock Fest 2017”. 

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alférez

sábado, 23 de julio de 2016

Derrame Rock 2016

Derrame Rock 2016
Plaza La Laboral

Ilegales + Costas + La Destilería + Onion SmileEl festival de Rock más importante de Asturias cumplió su vigésimo aniversario. El escenario estaba situado en la plaza de La Laboral de Gijón y participaban Onion Smile, La Destilería, Costas, Ilegales y Los Suaves, aunque estos últimos suspendieron su participación por una caída de Yosi el día anterior en su concierto en Santander.
El festival fué inaugurado por Orion Smile y su rock alternativo. Roberto Benavides (voz y guitarra), Jaime López (Guitarra), Carlos Méndez (Bajo) y Goyo Velasco (Batería), ganadores del concurso de maquetas  del Derrame Rock 2016.



Para continuar, una gran banda que a mi particularmente me encantó,  La Destileria. Fredy Kostia (Voz), Dany León (Guitarra), Roberto Castro (Bajo) y Marco Álvarez (Batería), que se encargaron de ir calentando el ambiente que iba siendo más numeroso a medida que pasaba el tiempo. Una gran banda y con mucha marcha, el cantante me recordó muchísimo a nuestro Olaf y los Bidones. 



Costas fue el encargado de que el público empezára a vibrar al 100x100 con su punkrock, con sus temas mas cañeros de Siniestro Total, en sus andanzas en solitario y con su nueva banda. El músico de Vigo, no paró ni un momento encima del escenario con aquellas viejas canciones como "Assumpta" (era una chica muy mona, que vivía en Barcelona).



Para cerrar el festival contamos con otra banda superviviente de los ochenta, ni más ni menos que Los Ilegales, que a pesar del tiempo, sus conciertos los llenan como antes. Jorge, su cantante aún esta en pleno apogéo y parece ser que la edad no es nada para él.



La decepcion de muchos que no lo sabían y habían llegado de varias ciudades Españolas fué  la ausencia de Los Suaves con la anualacion de su concierto por la fatídica caída de Yosi el día anterior.
En conclusión, un gran festival de rock que aún tiene muchos años de vida y espero poder ir el año que viene. Felicidades a toda la organización y a los técnicos de sonido y luces por su gran labor. Desde aquí pido una rápida recuperacion de Yosi y que siga dando caña como el sabe. Felicidades Derrame Rock 2016.

Texto y fotografías: Ferran Descarrega

viernes, 15 de julio de 2016

Cat Club - 99 Moto Bar

Cat Club
99% Moto Bar
15.07.2016

El viernes día 15 de Julio se disfrutó de una gran velada de Rockabilly en el 99% Moto Bar de Barcelona. Rockabilly de la mano del grupo CAT CLUB. Un concierto semi-acústico, sin contrabajo,  haciendo tributo a uno de los grupos que les influenciaron, la banda norteamericana fundada por Brian Setzer, "STRAY CATS".

Miguel Angel Escorcia con acústica y Gretsch, y Lucky Martínez a la semibatería, o ni eso, solo una caja y escobillas, interpretaron magistralmente los temas que hicieron millonaria en ventas a la banda americana.

Fishnet stockings, Jeanie. Jeanie. Jeanie, Rumble in Brighton, Gene and Eddie, Sleepwalk, Oh Boy, y el tema Rock this town con el que se cerró el concierto, fueron algunos de esos éxitos.

CAT CLUB, banda valenciana creada en el 2005, ex-integrantes de Los Swinguers, han realizado varias giras por los Estados Unidos y han triunfado en Japón donde editaron un EP.
En España tiene editados cuatro trabajos, el ultimo en el 2013 con el nombre de "Rockabillyland".

Han compartido escenario, entre otros, con La Guardia, La Frontera, M-Clan, Loquillo, Imelda May y en 2008 fueron teloneros de los Stray Cats.

Texto y fotografías: Manuel Samaniego





sábado, 9 de julio de 2016

Barna´n´Roll 2016

Barna´n´Roll
Poble Espanyol - Barcelona


La dualidad está intrínsecamente ligada a la comprensión pues, no hay duda, es imposible aseverar cuando se tiene la posibilidad de entender distintas posturas. Es decir, y recurriendo al tópico estándar, no existe el bien o el mal, no sólo porque ambos son interdependientes, sino porque cada uno de ellos son meramente un punto de vista. Una perspectiva basada en la educación y las reglas sociales fabricantes de unos valores que pueden variar de una sociedad a otra. Una muestra de esa dualidad, hasta cierto punto extremadamente fútil, podríamos encontrarla en “Iberona”, parte del proyecto de urbanización de la layetana Montaña de Montjuic para la Exposición Universal de mil novecientos veintinueve. Cuyo nombre quería rendir homenaje a los primeros pobladores de las tierras catalanas y que, finalmente, debido a la sinrazón xenofoba, política y temerosa de la pluralidad cultural, fue rebautizado como “Pueblo Español”. Y qué mejor lugar que éste para disfrutar de una música que está íntimamente ligada no sólo a la dualidad, sino a la denuncia de comportamientos como el que llevaron a cambiar el nombre y el fin de “Iberona”. 
“Barna ‘n’ Roll”, el festival que el pasado día nueve de julio reunió a ocho bandas de música Punk, Ska y Metal, con la clara intención de que éste fuera el primero de incontables venideros gracias a la respuesta masiva que abarrotó la zona adecuada para el festival. Un maratón musical que contó, éste iniciático año, con “Bad Religion”, “The Toy Dolls”, “Soziedad Alcohólika” “Adolescents” “Bad Manners”, “Talco”, “Crim” y “The Anti-Patiks”. La puerta de entrada a “Iberona” y, por ende, al “Barna ‘n’ Roll”, ubicada entre los dos torreones de diecisiete metros de altura imitando parte de la muralla de la ciudad de Ávila, se abrieron a las diecisiete horas y, poco más de las diecisiete quince, bajo un sol de justicia los de Égara, “The Anti-Patiks”, iniciaron la fiesta. 





Uri Puig, voz y guitarra; Marc Escribano, guitarra y coros; Victor Al-llasit, bajo; y Xavi Escribano, batería: salieron al escenario con su quinto componente, Miquel Ángel. Una olla gris con mango negro, ojos, nariz y boca, inicialmente una olla de cus-cus que les regalaron en el país vecino allende los Pirineos y que, desde entonces, les acompaña en todos sus conciertos colocada a un lado sobre una caja de plástico. Miquel Ángel, no, desde luego, pero el resto del grupo y, especialmente, a través de Uri, vocal, agradecieron la asistencia al concierto, a esas insoportables horas a los pocos atrevidos que se encontraban frente a ellos. Escasos que fueron engrosando el grupo conforme iban descargando ese punk rock frenético que tanto les caracteriza sin dejar de interactuar con un público que no se sorprendió por el casco militar de Marc, el pelo rojo casi lila de Xavi, el taqiyah de Víctor o el pelo amarillo anaranjado de Uri. Como tampoco sus letras, cargadas  de realidad y crítica, haciendo un repaso a su discografía y presentando su último trabajo, “Només el punk rock em fa feliç”. Resumen de su filosofía catalano-punkera, donde no dejan títere con cabeza, únicamente a su público que, acalorados y empapados en sudor, fueron fieles a sus desenfrenados ritmos y al desenfado de su último tema, guitarra, melódica y ukele en mano tras el lanzamiento de confeti de Adriá Bertran, de los tarraconenses “Crim”. Los siguientes en ascender al, aún, más que sofocante escenario.





 Quim Mas, guitarra y coros; Javi Dorado, bajo y coros; Marc Anguela; batería y coros; y, por supuesto, el invitado y ocasional colaborador de “The Anti-Patiks”, Adriá Bertran, guitarra y voz. Iniciaron su punk rock catalán enfrentados a esa tierra natal suya que fue capital de Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, de aquellos romanos cuya cultura hija del lupanar empapó y, quizá desde su punto de vista, esterilizó el carácter local. Frente a un público entregado, ya en un número más que considerable, “Crim” demostró que su música, en poco tiempo, se está convirtiendo en auténticos himnos, “Desperta”, “Tot es fals”, “Tarragona Dorm”, “L’home de l’any” o “Castells de sorra”, hicieron vibrar, corear y bailar pogos a un respetable completamente volcado en un punk rock que, ya con el listón muy alto, dejó un escenario más que caldeado para los siguientes, “The Adolescents”. 





Los míticos nativos de aquellas tierras que pertenecieron a la quimérica amazona de ébano, Reina Califia, con un west-coast punk de eternos temas como "Amoeba", "No Way", "Kids Of The Black Hole", "I Hate Children", "L.A. Girl", "Democracy" o "Wrecking Crew". Además de su último trabajo, “Manifest Density”, dejaron bien claro porque son incombustibles sin haber perdido ni un ápice de personalidad en las letras ni su poder sobre un público, ya muy considerable, que no podía perderse a éstos inmortales de punk. Como perpetuos y aún bajo los últimos rayos del sol subieron al escenario, los de la ciudad que domina el valle del Zadorra, “Soziedad Alkohólika”. 







Juan, vocal; Jimmy, guitarra; Pirulo, bajo; Iñigo, guitarra; y Alfred, batería; desbordaron el lugar con su thrash, hardcore, metal y punk en completa sinergia con el talante reivindicativo y solidario no sólo con la búsqueda de identidad de los de la tierra a la que pertenece esa “Iberona” inicial y auténtica. Sino en un paralelismo para con el fraude social y de facto que se extiende por doquier alrededor del mundo entero lanzándose a ese “Cadenas de odio”, “Contra las cuerdas” o “Niebla de Guerra” entre otros, con la carismática voz de Juan, que, como es de esperar, no deja títere con cabeza mientras ese gran público, que ya atesta por completo el recinto, se encuentra poseído bailando pogos y coreando cada una de las canciones y a apoyando con gritos, cada una de las interacciones del grupo para con el respetable. Ensalzando y agradeciendo a éste constantemente su presencia, aunque, su demanda social y visión de la realidad, además de esas melodías duras y explosivas, hacen que su directo se convierta en un paréntesis vital que lleva a todos, incluido a “Soziedad Alcohólika”, al éxtasis de la reivindicación, la denuncia y, por sobre todo, la diversión musical más vibrante, atronadora y rabiosa. Dejando el escenario incandescente para los siguientes, “The Toy Dolls”.







 Michael Algar “Olga”, guitarra y voz; Thomas Blyth “Tommy Goober”, bajo; y Duncan Redmonds “The Amazing Mr. Duncan”, batería. Amos del impío y descarado punk desde hace más de tres décadas, lanzaron sus temas con ese inglés tan británico cuyo sonoridad, en realidad, posiblemente base de ese punk nacido en esas tierras arturescas, asemeja un mantra futbolístico. Cantado con el desparpajo colorido de Olga, “Tommy Goober” y “The Amazing Mr. Duncan”, como si fuesen a iniciar, no ya una revuelta, sino un ataque de infantería donde, aún con sangre y roturas o tajos, será una fiesta completa. Una exaltación a la blasfemia, la profanación y la irreverencia hacia una sociedad marchita, retrógrada y ecléctica, donde sus guerreros, ese público que les aclama, son los arietes con los que abatir la estulticia y el cretinismo que lleva a circunstancias como, por ejemplo, suplir un nombre tan acertado de “Iberona”, por el actual con el que se conoce el lugar. Un lugar, con edificios representativos de distintas zonas de esa tierra que los fenicios llamaban “tierra de conejos” y que, público y grupo, lejos de caer en la simbiosis, se centraron en disfrutar, bailando y coreando unos temas ya legendarios. De ritmos acelerados donde las cuatro cuerdas de “Tommy Goober” se convierten en mucho más que en un base rítmica, estimulando esa juerga punk capaz de apuntillar con sobriedad y mucha ironía, la insipidez y el esperpento de la sociedad. Esa cuyo parapeto bombardean constantemente los siguientes en ascender al entablado, “Bad Religion”.





 Greg Graffin, vocal; Brett Gurewitz, guitarra y coros; Jay Bentley, bajo y coros; Brian Baker, guitarra; Brooks Wackerman, batería; y Mike Dimkich, guitarra. También míticos nativos de aquellas tierras que pertenecieron a la quimérica amazona de ébano, Reina Califia, con un west-coast punk rock de cargado trasfondo político, social y religioso llevaron al público a un punto distinto de sus predecesores en el escenario. Desde luego, provocando pogos y coreos de sus temas, sin embargo, cargados con una sobriedad irrespetuosamente correcta, cargada con unos dardos explosivos que, lejos de aunar al respetable cual jauría, los aglomera frente a ellos como dadores de una realidad siempre cuestionable. Con el libre albedrío de encontrar cada uno su propia respuesta al ritmo de esas tres guitarras, Brett, Brian y Mike, que sin hacer sombra al bajo de Jay y a Brooks, el nuevo batería, llevan el peso de esos mensajes cantados por Greg. Auténticos cánticos al buen juicio y la lógica prostituida por el control de la masa y la manipulación de la comprensión que hicieron vibrar a un público, como no podía ser de otra manera, completamente entregado a los de la costa este. Los cuales, cuando abandonaron el escenario, con la reticencia del público, dejaron el lugar en manos de los de “mar ghe gera ossia”, “Talco”.





 Dema, vocal y guitarra; Jesus, guitarra solista y coros; Ketto, bajo y coros; Nick, batería; Rizia, trompeta; y Tuscia, saxofón; con su “punk-Khanka” como a ellos les gusta autodefinirse en honor a “Mano Negra” y su “Patchanka”, una muy personalizada y colérica amalgama de rock, punk, canción popular y ska. Cuya energía desbordante impide la quietud del espectador, arrastrado por esas contundentes letras impregnadas de conciencia política y denuncia social, reivindicando el estilo festivo que los define. Ese carácter, quizá tan de entre tierras aunque los aires que les orea son más bien los etruscos de Hadria. Cargado del desenfado de quien es capaz de otear que, la evidencia de la injusticia, no es más que un chascarrillo carcajeado en pasillos donde la realidad es dorada y brillante como el diamante. Y, con ese talante dramático-festivo, llevaron al público a un estado de diversión presentando su último trabajo, el que cierra su trilogía, “la Cretina Comedia”, “Gran Galà” y “Silent Town”. Una arrolladora corriente de potencia y contundencia cargada con la ironía de reírse del propio reflejo arrastrando a todos a la alegría con sus pegadizos  ritmos y estribillos que finalizó, mientras se despedían, con la canción original de Raffaella Carrà, “Hay que venir al sur”. Provocando, no sólo que el ambiente se distendiera más de lo que estaba sino, a buen seguro, que los oriundos del río demasiado ancho para vadearlo y que en algunas partes refleja la altísima figura de uno de los relojes más longevos cuyo nombre es similar al de la teoría de la gran explosión, “Bad Manners”, sonrieran aún más recordando su juventud al ritmo de la sensual cantante.







 Aunque, y siendo ya altas horas de la madrugada, a “Bad Manners”, poseedores de un Ska “2Tone”, gamberro y espectacular basado en el carácter de su cantante y frontman Douglas Trendle “Fatty Buster Bloodvessel”, junto a Louis Cook, guitarra; Brian Tuitt, batería; Alan Sayag, armónica; Paul Hyman, trompeta; Andrew Marson, saxo alto; Chris Kane, saxo tenor; Dave Farren, bajo; y Martin Stewart, teclados; no necesitan nada para lanzarse a la juerga, espoleando los pies del público, aún abarrotando el lugar, con su Ska, Reggae y Rocksteady festivo y directo, desprovisto de cualquier significado profundo pero golpeando como un gancho de “izquierdas”. Con un espectáculo arrollador que acabó con la escasa energía de un respetable que, con el mítico “Can, Can”, sacaron fuerzas de flaqueza antes de despedir a “Bad Manners”. Cuyos modales lejos de ser malos, demostraron a esas horas de la madrugada todo su poderío espoleando hasta el último minuto a los espectadores. Reticentes, como los mismos “Bad Manners”, a abandonar un escenario, el de “Iberona”, sede del primer e iniciático festival “Barna ‘n’ Roll”, que se convirtió en un rotundo éxito de asistencia gracias a la elección de esos grupos tan punteros, “The Anti-Patics”, “Crim”, “The Adloescents”, “Soziedad Alkoholika”, “The Toy Dolls”, “bad Religion”, “Talco” y “Bad Manners”. Unidos, todos ellos, no sólo por ese escenario compartido y un público volcado que colmó hasta el último rincón del lugar, sino por la que, a buen seguro, es la esencia del mismo Festival, “Barna ‘n’ Roll”, la comprensión de la dualidad. La asimilación y la puesta en práctica de la denuncia de comportamientos que agreden y socaban la sociedad, al son de buena música y mejores profesionales que se niegan a aceptar la sinrazón política temerosa de la pluralidad cultural y del carácter propio de autodeterminación de cualquier pueblo. Y que, en cierta manera, apoyan el nombre inicial y con propiedad de “Iberona”, donde, se ha acogido éste primer  y exitoso Festival “Barna ‘n’ Roll”.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alfrérez