Capitan Booster + Slavedown
Sala Monasterio - Bcn
La leyenda de Eco, una oréade que amaba su propia voz, está intrínsecamente liga al pastor Narciso a enamorarse de sí mismo, maldecido por Némesis, la que arruina a los soberbios. Murió de desamor, más posiblemente ahogado mirando su rostro en el río, a causa de su desaire a Eco cuando ésta consiguió comunicarle a través de los animales el amor que le profesaba. Mitología de aquellos que habitaron Hellás y que, aunque, a buen seguro, no inventaron la filosofía si la pusieron en el lugar que le correspondía, el de la reflexión sobre la razón y los porqués absolutamente de todo, especialmente relacionado con el hombre. El castigo de Hera, celosa de que Zeus pudiera enamorarse de Eco, fue quitarle la voz obligándola a repetir la última palabra que dijese con quien estuviera conversando. Ambos, Eco y Narciso, fueron presa de su excesiva sobrestima pero, por otro lado, dónde estaría el ser humano sino hiciese uso de esa autoconfianza, posiblemente en los bosques amedrentados por el entorno. Cierto es que, la limitación, debe encontrarse en la consciencia y en la conciencia de quien, por su más alta capacidad, se encuentra enfrentado a la ñonez e ineptitud circundante. Y, de ello, no de un exceso de celo pero sí de una autodeterminación sin presunción pero con decisión y mucha credulidad, hicieron gala el pasado día diez de marzo, dos bandas formadas por músicos de innegable reverberación de un pasado ilustre, que les llevó a romper el reflejo en las aguas del río para concienciarse de su innata capacidad, “Capitán Booster” y “Slavedown”. En la “Sala Monasterio”, ubicada en el Port Olímpic de la siempre layetana ciudad que se ha ganado, por su encomiable e innegable labor, la seguridad y la certidumbre de ofrecer un entablado con el eco de los grandes. Uno de esto, fueron los primeros en ascender al escenario procedentes de esas tierras de Oñar y Ter, “Slavedown”.
Marc Corso, vocal; Andreu Runo, guitarra; Sue Gere, bajo; y Big Villano, batería; difundiendo trece temas de propia cosecha con su peculiar mezcla de rock duro, heavy y algo de gótico espoleado por la tremenda e inigualable voz de Marc. Erguido tras el micro huyendo de la claridad de las luces blancas, lanzó cada letra como si éstas ascendieran directamente del abismo, de esas profundidades abisales donde el eco de sus temas agrieta la tierra. “Behind the Wheel”, “Look into the sun”, “Lonely”, “Change”, “Freedom” “Never Means” o “Doors”, con la que terminaron, insuflando en el respetable el pandeo de la lobreguez no sólo, desde luego, por la profusa voz de Marc, sino por los imparables impactos de Big.
Atacando con armónica impiedad atabales y címbalos repercutiendo en la caterva como retumbo de las profundidades unido con la cuaterna metálica de “Sue”. Doblado sobre el mástil cual contendiente tártaro lanzando graves saetas acompañadas por los agudos dardos de Andreu, igualmente plegado sobre su ingenio con tantas cuerdas como el número de la bestia. Media docena a las que deshilacha agudeza compilando esa atmósfera polifónica proveniente directamente del báratro, del insondable recóndito de “Slavedown”. Turbiedad que, lejos de amedrentar al público, insufló ansias de continua hostilidad e incitación liquidada, de bien distinta manera, por los siguientes en ascender al entablado, “Capitan Booster”.
Izzrael Ferrer, guitarra; Rafa Bonet, bajo; Álex Simón, guitarra; Álex "Manza", batería; y Rafa Rocamora, voz; alejados del eco sureño de ‘bahía profunda’ y con su casi inédito último y primer trabajo “6 Puñaladas” bajo el brazo, infringieron luminosidad con su eficiente rock and roll con pinceladas de hard rock y punk rock, comenzando con “Brilla el sol”, “San Francisco” y “Tacones y carmín”. Donde, desde un primer momento, las brisas top y waia impusieron un idioma yagán constante, un diálogo de la docena de cuerdas repartidas entre Izzarel y Álex que, sin ensombrecer a Rafa y su voz rota, o a la perfecta base rítmica del cuarteto de Rafa, que se apropiaría en un tema del micro, y el conjunto percusivo de “Manza”, no pueden impedir marcar esa difusión fatua en cada uno de los temas. “Killed By Death” de ‘Motörhead’ en ese homenaje al gran Lemmy, hasta llegar a “6 Puñaladas”, tema que da nombre al nuevo trabajo, con el que, como con el resto, consiguieron que ni un ánima de los concurrentes se mantuviera estático.
Porque, los trece temas y los dos bises, reverberaron al respetable elevándolos, cual ninfos, a ese terreno donde la limitación se halla en manos de la consciencia y la conciencia. Discernimiento percibido en cada uno de los originales temas de su media docena de navajazos y en el resto de estocadas, en una ensangrentada velada donde no corrió ni una gota del líquido carmesí y si la miríada de saladas gotas de sudor al ritmo de éstos capos de tierra de albuferas. Una noche de ecos sin reverberación, de ínfulas sin envanecimiento, de jactancia sin engreimiento donde la soberbia de la musicalidad hizo mella en ese ilocalizable interior de un público, conocedor de la ralea de la Sala Monasterio, reticente al fin de fiesta. Al término del disfrute de dos estilos bien diferenciados ávidos de resonancia y reverberación, que no de un eco lejano, “Capitan Booster” y “Slavedown”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alférez
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