sábado, 18 de marzo de 2017

Marco Mendoza - Monasterio

Marco Mendoza
Sala Monasterio - Bcn


No hay duda que las sociedades giran en torno a las grandes marcas, esos cuños y rúbricas popularizadas. Sin embargo, esos marchamos están constituidos por grupos de personas y, dentro de cada uno de esos conjuntos, individuos capaces de marcar la pauta. No como piezas de un engranaje, sino como mecanismos autónomos y creativos que, incluso, a esos arrogantes especialistas o engreídos conocedores de uno u otro terreno se les escapan. Cegados por la pomposidad, merecida o no, de esos turbadores emblemas no ven más allá de los distintivos marcados. Y, como prueba de ello, de la mano de “Rock Music Concert Promotions”, la visita de Marco Mendoza, el pasado día dieciocho de marzo a un local cuyas luces no son privativas del populismo, Sala Monasterio, en el Port Olímpic de la siempre layetana ciudad. Un monstruo de la música y la creatividad, cuya forja se ha llevado a cabo en fraguas como Thin Lizzy, Whitesnake, Ted Nugent, Blue Murder, Soul Cirkus o The Dead Daisies pero cuyo talento, ya se encontraba en el metal, en su esencia. En esa cualidad que le lleva actuar con la misma entrega ante miles de personas que en una sala a medio llenar, sin la pesadumbre ni la añoranza de aquellos que enarbolan la bandera del profundo conocimiento musical y de sus constructores.



 Marco Mendoza, bajo y voz, junto a Fabio Cerrone con su guitarra y Giuseppe Liberti, a la batería, ascendieron al docto entablado con el alborozo de quién se manifiesta, no sólo ante quién comparte sus formas, sino que aprecia el pedigrí a través de los sentidos. Y, no hay duda, a Marco Mendoza sentimiento no le falta, surgiendo a borbotones en sus composiciones y en ese, podría decirse casi ilegal, manejo del bajo, esas cinco cuerdas con las que se parapeta y da inicio al concierto, no sin agradecer de corazón la presencia del respetable. En un castellano de aquellas lejanas tierras incas y posteriormente en las expoliadas a los indios, Marco, con la llaneza del orfebre presentando su último trabajo, “Live for tomorrow”, y ofreciendo, a quién no pueda pagar el DVD a la venta, regalárselo.



 Comenzó con una eximición de su virtuosismo a las cinco cuerdas como introducción de “Let The Sun Shine”, cañero en la justa medida y pegadizo, antes de “Hey Baby” de Ted Nugent, comenzando a mostrar aquello que ya conoce su público, su característica y adaptable voz, capaz de cambiar de registros yendo desde los apasionados gritos texturizados a la fría y nasal tonalidad o la conductiva llevando al respetable a mantener el ritmo con el chasquido de sus dedos sin una nota de los instrumentos. O a marcarse unos solos de bongos únicamente con su voz, esa que no deja de agradecer a la vida y, sobre todo a la música, su razón de ser. De seguir compartiendo temas como “Letting go”, donde deja clara, como en casi todos sus temas, su faceta de enamorado, para saltar a “Got a whole in my pocket” de Neil Schon, arrancando con el bajo y cediendo el protagonismo al no menos grande Fabio, poseído y poseso de las seis cuerdas con la profusión de quien sabe cómo expresarse y lo hace a base de rasgados y punteos apoyados en ese base rítmica.



 En un Giuseppe que, en cierto modo como Fabio, muestra su grandeza a las baquetas, siempre atento a la improvisación de Marco, quien, aún siguiendo el repertorio preparado, se arranca inesperadamente a interactuar con el público. Forzando a que ambos, Fabio y Giuseppe, estén a la expectativa sin, en ningún momento, perder ritmo y la cadencia, aun cuando, como antes, la musicalidad quede en manos de las palmas, de los chasquidos de los dedos o simplemente de las voces. Tres músicos entregados con la complejidad del sencillo amor a la música, aportando un sello unipersonal manejado en última instancia por la mano de Marco. “Look out fore the boys”, tema rockero con la potente presencia de Giuseppe, “God Bless the child” Billie Holliday ese tremendo jazz que rememora la riña entre Billie y su madre y enlaza con el desesperado blues “Still in me”.



 Para elevar el tono nada menos que con su propia versión de “I feel good” de James Brown, continuar con “Higher ground” de Stevie Wonder y finalizar con esa mezcla de hard rock muy mesurado en potencia con toques de rock clásico y blues constatados por los punteos de Fabio, “Your touch”. El toque propio final que resume la música de Marco y a él mismo, sencillez y elegancia de impecable y atrayente calidad, como bien pudieron comprobar una vez él, Fabio y Giuseppe, descendieron del escenario y hablaron y disfrutaron con su público. Ese que, lejos de ínfulas sabelotodo y cegadoras marcas, eligió esa noche de sábado la música, la compañía y, desde luego, la proximidad de un músico que es, mucho más que un bajo, un artista, creador y, ante todo, amante de la música, Marco Mendoza.

Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez

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