The Vibrowaves
Deleste Festival - La Rambleta (Valencia)
“La niña del látigo en la oscuridad viene con un cascabel, tu esclavo, no le abandones”. "Venus in Furs", Velvet Underground. Esta fue la primera canción que oí de la "Velvet”, del disco Live 1969, no lleva bajo y me gustó.
The Vibrowaves son un dúo valenciano formado por Jose y Marcos, los dos tocan batería y guitarra indistintamente, aunque la mayoría del tiempo en el escenario será Marcos quien toque la guitarra y Jose la batería, además el primero hace la voz y el segundo coros.
En el Deleste Festival se ven bandas emergentes como esta, y uno que es valenciano, no puede por menos sentir que no todo está perdido en el Rocanrol de la tierra.
Abren el relato musical con "Sweet solicitude", fascinante e inquietante, al finalizar tenemos una percepción rara, el batería se cuelga la guitarra y el guitarra pasa a la batería, bueno, qué más da, si el uno y el otro lo hacen igual con los dos instrumentos, el resto del concierto podemos seguir fascinados igualmente.
Mientras los dos instrumentos interactúan "My love", la siguiente canción, hace que los argumentos temerosos sobre los dos aparatos musicales en el escenario que me había traído de casa, se vayan desvaneciendo." Figure it out" es la única versión que van hacer, una versión que curiosamente Royal Blood, la banda que la interpreta originalmente, son el dúo británico Mike Kerr, bajista y Ben Thatcher, batería. Han infringido las normas, pero suena a fragancias de Rock “garajero”, da una cálida y arrebatadora consigna vital con la que la gente se va sintiendo muy, muy bien.
"Miss Cocaine" y "Fado to Black" me hacen principiar el momento espiritual que deseaba, momento psíquico que esperaba. Cuántas veces le habré dicho a mi gran y admirado bajista Jorge Silvestre, ¿para qué servía un bajo en un grupo?. y él se reía. Pero también soy manager personal de un Power Trío y sin Sergio, nuestro bajista especial, la banda no tendría sentido.
Con "Time for my Time" y "Monster", los del Puig se despidieron, dejando el Deleste en una cuota de calidad y sentimiento musical exageradamente altísimo, la exquisita alucinación que percibí durante todo el concierto fascino la esencia de mi cerebro.
Texto y fotografías: Iziar Kuriaki
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