Blueroomess
Kaff Garage - Barcelona
El rock & roll y, con él, los rockers, evolucionó de una forma bien distinta en esa gran ínsula que la cultura de un perspicaz emperador laureado reconoció como ‘Britannia. Aquellos ‘pintados’, significado de la palabra céltica; ‘britani’, de la que se adoptó el nombre de los lugareños y la isla en sí misma, ávidos de batallas que nada tuvieran que ver con guerras y armamento. Se reunían a escuchar música en los distantes cafés de la fría y nublada orografía de su ‘Tierra de pintados’ la cual comenzaron a surcar con sus “Tritón”, término nacido de la combinación de ‘Triumph’ y ‘Norton’, ambas marcas fabricantes de motocicletas, de la que se conseguía el motor de la primera y el chasis de la segunda. Desde luego, no todas, pero en su mayoría creaban sus ultraligeras y veloces máquinas de ésta manera, muy alejados del movimiento más violento de allende el Atlántico, éstos amantes de la libertad hicieron una amalgama muy distinta de octanaje, velocidad, rock & roll y rhythm and blues. Crearon una innovadora forma de vida que, si bien no es posible definir en una sola palabra, dio origen y constancia a los “Café Racer”, carreras entre bares que debían durar, como máximo, los tres minutos de una canción sonando en el ‘Juke Box’. Jóvenes y no tan jóvenes cuya vida giraba en torno a la buena música y la velocidad que originaron una forma de entender la vida perenne hasta la actualidad. Salvo las adrenalinicas competiciones, nada ha cambiado desde entonces en una evolución que, como el nombre, “Café Racer”, se apocopó en una palabra de afable y contundente sonoridad, ‘Kaff’. Adoptado por el nuevo local en la siempre layetana ciudad, cuyas paredes encierran una flamante prosapia motera, “Kaff Garage”, donde es posible comprar motocicletas, accesorios e, incluso, pasar por la barbería y, además, tomar un café, unas tapas, una buena copa o disfrutar de buena música y mejores conciertos en directo, como el que brindaron el pasado día nueve de febrero una banda que, no hay duda, guarda en su música mucho, sino todo, de ese carácter ‘Kaff’ irremediablemente sempiterno. “Blueroomess”.
Paloma Graziano, voz; Juanma Casado, guitarra acústica y coros; Sergio López, percusión; y Aaron Feder, pedal Steel; comenzaron su particular torneo de veinte temas propios y versiones, con “Grandma’s Hand” de Bill Whithers, en una forma distinta cual paradoja de esas manos capaces de modificar máquinas veloces. Creando una brisa de folk, rock y blues capaz de hacer flotar pañuelos del cuello y largas melenas a lo largo de un inmóvil pero inquieto paisaje en colores pastel del ‘blue’ que adereza “Blueroomess”. Que comienza, cual mano sobre el tentador puño del acelerador, con la multiregistro voz de Paola, moviéndose al ritmo de una guitarra acústica, la de Juanma, cuyo sonido es, a la par, pincelada y rodar sobre el asfalto creando un eco en el que se enriquece, cual tres piezas surcando el asfalto, el Pedal Steel de Aaron, metal contra metal arrancando una métrica quilométrica sobre la base rítmica, el pavimento repleto de curvas y rectas, de las baquetas de Sergio.
“Going to California” de ‘Led Zepelin’, temas propios, “Blue Room” o “Rebel Soul” al que se añadieron trazos de “Guitar Rolls”, “Wayfaring Stranger”, “Sam Sam”, “Words I didn’t say” y “Ghost Riders in the Sky” del imperecedero Johnny Cash. Entre otros, para finalizar ese ir y venir sin moverse del sitio con el tema country “If I needed you”, siendo aplaudidos y coreados por un público heredero y creador de un talante siempre en movimiento. Alzado de sus metálicas monturas, aquellos que las poseen, para detenerse en lugares como el “Kaff Garaje”, redil del consumidor de octanaje y buena música con bandas como la que esa noche consiguió transportarles, sin moverse del lugar, a lo largo de cientos de quilómetros de asfalto en pos de azulados horizontes, “Blueroomess”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alférez
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