Brush
Sala Monasterio - Bcn
“Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela” parecía resonar, el pasado día diecinueve de febrero, en el Port Olímpic de la ciudad Condal procedente de esos bajeles varados que, al foráneo visitante, provocan la inspiración y el deseo de espetar, “¿Mi ley? ¡La fuerza y el viento! ¿Mi única patria? ¡La Mar!”. Si bien, un vigía más certero, descubriría un origen más plausible oteando el número treinta del Moll de Mestral, la Sala Monasterio. Donde un gran puñado de jovencísimos piratas, sin José Espronceda en la cabeza, pero con un evidente grito plasmado en sus rostros, “¿Qué es mi Dios? ¡La Libertad!”. Se agolpaban en la significativa sala a la espera de unos Barbarrojas cuyo tesoro, su música, va a continuar siendo una “X” anhelada en un plano que hace tiempo dejó de ser secreto. Héctor Siviane, vocal; Albert Guix, guitarra y coros; Pau Meléndez, bajo y coros; y Marc Solsona, batería, forman “Brush”.
La jovencísima banda de Hard Rock con un corto bagaje, fundada en el dos mil catorce, cargados con una gran experiencia compartiendo escenario con una docena de bandas importantes del panorama musical y con nombres como Moisés Sorolla, el que fuera batería y miembro original de “Los Rebeldes”.
“Brush”, hizo gala de su bravura, y no porque su velero se llame el Temido, con su inicial tema, “Slap”, golpeando con su música y la protesta hacia un establishment que no aceptan ni necesitan comprender. Para continuar en unas aguas calmas y bravas del amor y el desamor, con “The Reaper”, “Constance”, “Oldsquares Town” y “Jezebel”. Sin olvidar aquellas otras mareas que enturbian la mente, “Getting High” y acabar rindiendo homenaje al rey del rock, con “Hound Dog” y a Jimi Hendrix, con “Hey Joe”.
Ambas, versionadas con el estilo de “Brush”, cargadas con pinceladas de ímpetu febril, con ese Hard Rock que hierve en sus venas al son de “y mi furia es de temer”. Pero con la calidad de un guitarra, Albert, que consigue transportarte al sonido de los mejores, incluso tocando ésta a la espalda, amo que no subyugado del poder de esas cuerdas metálicas. O un batería, Marc, cuyo desparpajo mirando retador a su público, le lleva a hacer volar las baquetas en un perfecto ritmo en el que se apoya Pau con su bajo. El cual rasga los hilos con suavidad y firmeza como, a buen seguro, haría con quien ha inspirado alguno de sus temas, arrancando un sonido sorprendente que, a su vocal, Héctor, no extraña. Mientras él hace muestra de los distintos e impecables tonos de su voz, apostado al frente del velero, sus compañeros, como si se tratase de un curtido timonel. Que, con pesar compartido por ellos y su público, debe poner rumbo a alta mar y alejarse viento en popa a toda vela, hasta otro puerto o quizá, de nuevo a éste, donde se haya la Sala Monasterio, para volver a orear con aires salados de altamar y ese refrescante estilo Hard Rock tan propio de “Brush”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alférez
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