Gyoza + Bolga + Kelly Kapowsky
Sala Monasterio - BCN
Un lugar solitario ocupado por huraños anacoretas podría ser un monasterio, sin embargo, aunque la sala ubicada en el Port Olímpic barcelonés lleva ese nombre, Sala Monasterio, jamás hace honor a ese significado. Y, mucho menos, éste pasado viernes día doce, tomada por una cantidad ingente de público, en su mayoría tan jóvenes como las tres bandas a las que fueron, no a apoyar, sino a escuchar, compartir y disfrutar, “Kelly Kapowsky”, “Bolga” y Gyoza”.
Las primeras en subir a ese escenario que lleva camino de convertirse en legendario tanto por los veteranos grupos de renombre como por las incipientes formaciones que lo van ocupando, fueron “Kelly Kapowsky”.
Un quinteto compuesto por Nuria Palacín, batería; Maite Weinhold, bajo; Eva Carasol, teclado y coros, Laia Gil, guitarra; y Made Torres, voz. Cinco jóvenes féminas cuyo Indie Alternativo no lleva precisamente al ostracismo del eremita, sino bien al contrario, la profundidad de temas como “Drop Into” o “Runaway” e, incluso, el cover de Kate Bush, “Runing up that hill” transportan a ese lugar donde la calidad y la efervescencia de la música provocan el deseo de no cejar de escuchar la potente voz de Made. El sutil rasgado de Laia a las cuerdas de su guitarra o el escarceo, aparente, de los dedos de Maite sobre el cuarteto metálico de su bajo siguiendo el ritmo de unas baquetas que en manos de Nuria, asemejan ramas incapaces de arrancar el sonido potente tras el cual se apoya Eva, manejando los teclados y coreando las canciones ilusoriamente taimada. “Kelly Kapowsky” una banda que entra en el panorama musical con el estruendo de la sutilidad femenina, el sosiego del fragor de su mensaje y la placidez de una explosiva imagen que descendió del escenario arropada por el clamor de un público exultante, que dio la bienvenida al post-rock de “Bolga”.
Ricard Rius e Isaac Valdés, guitarra; Pol Plana, batería; Edu Morales, bajo y segundas voces; y María Pipla, voz principal y teclado ascendieron al escenario con ese halo de mitología irlandesa de su nombre. Desplegando sus notas cual si quisieran dar vida a un bosque y, animándolo, encontrar el camino no sólo para hacer frente a los pequeños problemas técnicos.
Sino para llevar al público hacia ese estado de enajenación donde cada punteo, cada presión de tecla, golpe de baqueta, toque de cuerda y cada canto se aúnan creando una atmósfera irreal en la que cualquier cosa es posible, “Dioses”, “Altares” entre “Pinus”, incluso “Intro” a temas “Untittled”. Siguiendo una “Line” que lleve hasta el sólido y fuerte pisar de un “Titán”, ante el cual se asociaron para acompañarlos miembros de la “Gyoza”, los cuales cogieron el testigo a continuación, mientras el respetable aclamaba, aún envueltos por ese ambiente imposible a “Bolga”. Cuya arma mágica quedó en manos de Antonio Postius, batería; Álex F. Cardellach, bajo; Xavi Montferrer, guitarra; y Adriá Marva, voz y guitarra.
“Gyoza”, Rock Alternativo refrescante y pegadizo como “Glue” capaz de arrastrar cual “Magma” expulsado del volcán a unos asistentes navegando sobre el “Black old ship” en busca de un “Freeze me”. No para preguntarse “What Can I do?” sino, precisamente para “Cold you” y unirse al calor, igual que algunos miembros de “Bolga”, y gritar “Are you mad” y no “Walking Alone”, sino con “Headup riff” disfrutar de los temas que no son, precisamente, “Song for the dead” ni, mucho menos, para “In the Dark”. Sino para escucharlos con el desparpajo de Xavi poseído por su guitarra, la destreza de Álex con su bajo, la insolencia de Adriá con el micro y la guitarra y la espectacularidad, no exenta de destreza y calidad, de Antonio con sus baquetas voladoras. Una noche que acabó con un público ávido y enfervorecido entre el cual, un ermitaño se habría cuestionado la razón de su existir confundido ante el nombre del lugar, Sala Monasterio en cuyo escenario aún podía sentirse la presencia de “Kelly Kapowsky”, “Bolga” y “Gyoza”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alferez
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