viernes, 5 de febrero de 2016

Chaqueteros Rock´n´Roll Movie Soundtrack

Chaqueteros
Rock´n´Roll Movie Soundtrack
05.02.2016

LOS CHAQUETEROS TRANSFORMAN LA SALA MONASTERIO EN SU PARTICULAR Y PRIVADO CINE.

La Sala Monasterio de Barcelona cambió su vestimenta para convertirse en una sala de cine por una noche ya que sus habituales Chaqueteros, la única banda del mundo conocida por cambiar de repertorio cada mes, quiso destinar la noche del 5 de febrero de 2016 a rendir pleitesía a las canciones que hermanaron al Rock’N’Roll con la gran pantalla. No se escatimaron detalles: palomitas, anuncios publicitarios y algún que otro disfraz fruto del carnaval. E incluso, como en los viejos tiempos, cuando había programas dobles, los Sinciders sirvieron de pequeño cortometraje para abrir el apetito de los presentes con un Pop enérgico que recordaba a los Who y cuyos cortes -breves, claros y concisos-, fueron directos al grano. Sin duda, un cuarteto curioso en el que sus miembros beben de distintas influencias y su contundencia se basa en la fuerza de su baterista Fer Costas, toda una fiera con las baquetas en sus manos. Muchos de sus temas tienen cierto parecido entre sí, algo que es en cierto modo deliberado; la idea de estos chicos es lanzar un breve bombardeo mediante sus canciones, algo que no permita casi reaccionar a los espectadores, vamos, como aquella pequeña obra maestra llamada “Mirindas asesinas” (1991) de Álex de la Iglesia.


E inmersos todavía en la sorpresa, la vieja sintonía de Movierecords irrumpió de golpe para dejar paso a unos Chaqueteros dispuestos a ofrecernos una noche de cine en todos los sentidos. Con camisetas de homenaje a David Bowie y Lemmy Kilmister, un pletórico Charly Noventa inició esta velada de celuloide con “Dead Souls”, pieza de Joy Division que Nine Inch Nails reinterpretó para incluirla en el film “El cuervo” (1984). Mientras tanto en la pared se proyectaban fragmentos de cada uno de los films correspondientes, lo que es un trabajo digno de elogio.


Tras este suave inicio, sencillamente para tantear el terreno, la batería de un Hammer descomunal cautivó en “Cucarachas”. Las primeras dedicatorias fueron para un servidor que obtuvo dos menciones: una en “Oh, Pretty Woman” a causa de la reciente publicación de “Conexión Orbison. Más allá de Pretty Woman” (2015), una biografía que he dedicado al cantante tejano y una segunda en “Live and Let Die”, tema que Paul McCartney y los Wings grabaron para el primer film de Roger Moore como James Bond en 1973. Enorme en esta pieza Ferran, cuyas contribuciones al teclado enriquecieron el sonido del grupo. Como curiosidad, esta canción fue revisada –y literalmente copiada- por los Guns’N’Roses, formación cuyas incursiones en el cine regresaron con “Sympathy For The Devil”, un clásico de los Rolling Stones que la formación de Axl Rose incluyó en la banda sonora de “Entrevista con el vampiro” (1994).


Debo decir que Charly y sus muchachos bebieron más de la original de Sus Satánicas Majestades que de la relectura de los estadounidenses. Éstos repitieron de nuevo con “You Could Be Mine”, que servía como marco sonoro a las andanzas de un Arnold Schwarzenegger que en “Terminator II: el Juicio Final” (1992) intentaba evitar la victoria de unos robots excesivamente empeñados en acabar con una raza humana que nos ha proporcionado, entre otras cosas, las guitarras de Jan Gura y el Camarero Oscuro, cada vez más atinados en sus papeles. 


Con “Eye Of The Tiger”, tema principal de “Rocky III” (1982) e himno casi oficial en todo gimnasio o entrenamiento que se precie, el grupo literalmente se desbocó y el recinto se vino abajo con la contagiosa melodía de los reivindicables Survivor, que repetirían en la cuarta entrega de las andanzas de Balboa con “Burning Heart”. Rock duro  y melódico de calidad que dedicaron a su viejo amigo César Castelló, artífice de sus primeros vídeos. 


Allí estaba ese bajo de lleno de clase a cargo de Tony Nervioroto y que dejó paso a aquel Chuck Berry cuya “Johnny B. Goode” ya era una propuesta revolucionaria en aquel lejano “Regreso al futuro” (1985), cuando Marty McFly dejó patidifusos con el famoso riff a los estudiantes de Hill Valley en 1955, cuatro años antes que se Berry grabara la famosa canción. Y Chuck -ese guitarrista al que han admirado desde Keith Richards pasando por los Beach Boys o George Harrison-, también se apuntaría “You Can Never Tell”, que remitió a ese baile entre John Travolta y Uma Thurman en “Pulp Fiction” (1994). 


Con los rostros repletos de alegría, cayó el telón y la realidad ocupó el lugar de esa magia que Charly y compañía recrearon gracias a esos otros prestidigitadores llamados Quentin Tarantino, James Cameron o Robert Zemeckis.

Texto: Federico Navarro
Fotografías: Xavi Mercadé, Maria Jose, Manuel Alférez

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