Blaze Bayley
Sala Monasterio - Bcn
Un cuervo inexplicablemente pareció sobrevolar graznando el Port Olímpic de la ciudad condal, el pasado día diez de abril. Con él, y el eco de su graznido, la espesa niebla londinense asemeja tomar el lugar y convertir el moderno emplazamiento, en uno de esos viejos fondeaderos de madera crujiente, aún húmeda, del navegable río inglés. Por el que unas pesadas y seguras pisadas crean una resonancia más que macabra, expectante, que llevan hasta el número treinta del Moll de Mestral y continúan sobre el entablado de la Sala Monasterio. Convirtiendo el local en uno de aquellos pub en penumbra repletos de viejos marinos alrededor de grandes pintas que elevan sus rotas voces para tararear la canción de algún borracho recordando imposibles capturas. Con la diferencia, que el borracho, no lo está y es nada menos que Blaze Bayley, de “Wolfsbane”, “Blaze” y vocal durante cinco años de la mítica e inmortal banda inglesa “Iron Maiden”.
Parapetado por Chris Appleton, guitarra; Martin McNee, batería; y Karl Schramm, bajo; los tres pertenecientes a la banda inglesa de metal “Absolva” que le acompañan en su gira europea “Blaze Bayley - Infinite Entanglement World Tour 2016” de la mano de “R.M. Concert Promotions” y “Maite Cardó Production”. El público, inexplicablemente apenas media entrada, se lanza hacia el borde del escenario mientras Bailey se disculpa por su nulo castellano, e intentan tocar al mito que aborda el firme de madera y se coloca frente a ellos para iniciar el concierto. Con el tema que da nombre a su último álbum y que presentan en ésta gira, “Infinite Entanglement”, el primero de los diecisiete con los que turbará a sus seguidores, sin dejar en ningún momento de interactuar con ellos.
Mostrando, Bayley, que disfruta de ese contacto cercano con su público, tocando, incitando a cantar con él y hablando sobre él, sobre su época con “Iron Maiden” y, por encima de todo, convirtiéndose en perfecto anfitrión. Disfrutando, como el público, del sonido de la guitarra, con largos solos, de la enorme estampa de Karl, al borde del escenario golpeando las cuatro cuerdas, y las rápidas baquetas de Martin. Incluso, creando una especie de pantomima divertida en la cual Chris, primero, aparta a Bayley hacia la parte trasera del escenario para marcarse un largo solo con la guitarra. Que, una vez acabado, juntándose con Karl, vuelven a impedir que Bayley se coloque en el centro del escenario, para que, en ésta ocasión, sea Martín, quien se lance a un espectacular solo de batería. Una noche que no acabó con los dos últimos temas de “Iron Maiden”, “Fear of the Dark” y “Egg”, una vez refrescados y mientras el público intercambiaba sensaciones con estentóreas y visibles muestras de alegría, emoción y admiración mostrando su más que completa satisfacción.
Primero Chris y Karl, hablando con aquellos que dominaran el lenguaje inglés, y retratándose con quién se lo pidiera, después Martin, con su aspecto de turista playero, aún sudoroso a causa de las baquetas y, finalmente, Bayley, tras firmar discos y camisetas en el interior, además de fotografiarse con quién quisiera, ser convirtió, siempre de una forma muy especial, en un cliente más de la Sala Monasterio. En cuyo exterior, la inicial neblina había desaparecido, aunque durante las siguientes noches, aún puede escucharse el eco del graznido que asemejo convertir el Port Olímpic en un sonoro e inestable fondeadero como aviso del inolvidable paso de “Blaze Bayley - Infinite Entanglement World Tour 2016”.
Texto: Yon Raga Kender
Fotografías: Manuel Alférez
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